En un contexto en el que el cambio climático y la creciente demanda de vivienda chocan con la limitada disponibilidad de terrenos y servicios, la capital colombiana adelanta iniciativas para transformar la manera en que se desarrolla la ciudad. Con la proyección de que para 2031 se requerirán al menos 770,000 nuevos techos, las autoridades y el sector inmobiliario buscan que el crecimiento urbano sea sinónimo de eficiencia y bajo impacto ambiental.
El gobierno distrital y diversas constructoras han impulsado la adopción de certificaciones internacionales de sostenibilidad, como EDGE, LEED, CASA Colombia y Envision, que exigen criterios rigurosos en consumo de energía, agua y materiales. Actualmente, Bogotá se destaca como la ciudad con mayor cantidad de licencias EDGE, acumulando alrededor de 110,000 unidades desarrolladas bajo este sello. Según cifras preliminares, estos proyectos podrían permitir un ahorro anual de 207,000 megavatios hora (equivalentes al consumo de 86,000 hogares), reducir el uso de 11.9 millones de m³ de agua—lo que consume la ciudad en una semana—y disminuir las emisiones de CO₂ en 134,000 toneladas.
“Es imperativo que la construcción no solo responda a la demanda habitacional, sino que lo haga de forma sustentable, aprovechando tecnologías y diseños que reduzcan el impacto ambiental,” indicó Angélica Ospina, directora ejecutiva del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible. “Aunque estos ajustes incrementen los costos iniciales, generan un retorno económico notable al reducir los gastos operativos y atraer inversores comprometidos con la sostenibilidad.”
Uno de los ejemplos destacados es el proyecto Torre Estación, desarrollado por Constructora Capital en el marco del Plan de Renovación Urbana Sabana. En este edificio se implementaron sistemas de iluminación LED, controles de ventilación y calentadores de alta eficiencia—capaces de calentar el agua en menor tiempo y con menos consumo energético—además de dispositivos de ahorro en griferías y duchas que reducen el desperdicio de agua sin afectar su funcionalidad.
Además de las nuevas viviendas, se están impulsando intervenciones en el espacio público para fomentar comunidades más resilientes. Los “ecobarrios” son una iniciativa distrital que, desde 2014, ha transformado entornos vulnerables mediante proyectos construidos de la mano con la comunidad. Un ejemplo es La Roca, en San Cristóbal, que hoy se distingue por su sendero, huertas urbanas y un sistema urbano de drenaje sostenible (SUDS) que incluye un tanque de almacenamiento de 2,000 litros alimentado por energía solar. “Estas intervenciones no solo mejoran la calidad de vida en los barrios, sino que también fortalecen la gestión comunitaria del medio ambiente, un modelo que esperamos replicar en toda la ciudad,” afirmó Vanessa Velasco, secretaria de Hábitat de Bogotá.
Por otro lado, en zonas de expansión urbana, proyectos como Lagos de Torca han generado debate. Mientras inversionistas defienden la integración de sistemas para garantizar la conexión hídrica de humedales, críticos señalan que el plan de manejo ambiental es insuficiente. Sin embargo, algunos desarrollos ya apuntan a obtener la certificación LEED, lo que podría servir de referencia para futuros proyectos en terrenos sin consolidación urbana.
Ante el reto de equilibrar crecimiento y sostenibilidad, expertos coinciden en que es crucial promover desarrollos en zonas de renovación. Esto no solo reduce el tiempo de desplazamiento hacia centros de trabajo y, por ende, las emisiones de gases contaminantes, sino que también favorece el uso de transporte sostenible y una mejor integración con el entorno urbano.
“Bogotá es una ciudad en constante transformación y, aunque detener el avance urbano es imposible, sí es posible lograr un desarrollo inteligente que combine innovación, eficiencia y respeto por el medio ambiente,” concluyó Ospina.
Con iniciativas de certificación, planificación estratégica y una creciente conciencia ambiental, la capital se posiciona para enfrentar el cambio climático sin sacrificar el progreso económico, marcando un camino hacia un urbanismo verdaderamente sostenible.
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