Unas décadas atrás llamábamos a estas acciones obras de caridad y con ellas cumplíamos nuestro aporte a las personas menos favorecidas, ya sea personalmente o a través de nuestras empresas. A mediados del siglo XX empieza a surgir un nuevo discurso filosófico basado en la idea de que si las empresas usan los recursos que posee una sociedad, de alguna manera le debe devolver dichos beneficios y velar por el bienestar de la comunidad donde se encuentran. El Pacto Global celebrado en 1999 en Davos, Suiza, origina en firme en el mundo el término Responsabilidad Social Empresarial (RSE), y en Colombia, a partir de 2004, año en que el país se adhirió al Pacto Global.
La RSE ha tenido un gran auge en el país en los últimos años, se ha dicho mucho sobre el tema y su implementación por parte de las empresas privadas y públicas, resultando que prácticamente se haya convertido en una tendencia de moda o temática obligada a desarrollarse en todas las empresas. Actualmente hay una cantidad considerable de grandes y medianas empresas colombianas que desarrollan sus propios programas de RSE, dirigidos a beneficiar las comunidades en las zonas de influencia donde están localizadas sus sedes físicas, lo cual es totalmente lógico y válido mientras que otras de menor tamaño desarrollan la RSE mediante donaciones realizadas a organizaciones sociales de diferente índole.
Me pregunto, ¿cuántas de las empresas que dicen ser socialmente responsables y sostenibles sí lo son? O, ¿cuántos altos ejecutivos y no tan altos funcionarios están convencidos de los beneficios que la RSE de sus empresas presta a la sociedad? O, ¿será que implementan la RSE en la organización porque toca incluir el tema en el informe anual que se presenta a los socios o al contrario, porque los directivos están plenamente convencidos y comprometidos con su objetivo?
Desde la perspectiva de la organización sin ánimo de lucro que lidero, que basa sus ingresos en la RSE, generosidad u obra de caridad, como la queramos llamar, por parte de la sociedad, agradecemos enormemente el apoyo que recibimos de cada empresa y de sus funcionarios siempre que acudimos a ellos, ya que sin esos aportes o donaciones no podríamos subsistir ni cumplir nuestros objetivos. Pero igualmente anhelamos que nuestra misión, y sentido de ser o existir, sea apropiado y en la medida de lo posible, incorporado por nuestros benefactores en sus organizaciones.
Es importante que todos los funcionarios sepan qué hace su empresa en cuanto a la RSE pues además este conocimiento les genera orgullo y mayor sentido de pertenencia hacia su empleador, sin olvidar que en ocasiones éstos mismos funcionarios podrían ser potenciales beneficiarios de esa organización social a la que su empresa está apoyando, lo hemos vivido en nuestro caso particular.
Esperamos que la RSE en Colombia evolucione hacia que las donaciones no sean vistas por parte de los ejecutivos de las empresas como una filantropía de naturaleza asistencial, o como algo que hacemos para acallar nuestras conciencias, o para conseguir unas exenciones tributarias, sino que las organizaciones sociales beneficiadas sean vistas como aliadas y socias, donde ambas, empresas y organizaciones sociales, trabajemos en forma integrada asumiendo cada una su papel de dar y de recibir.