El Informe constata que, aunque el nivel de desarrollo humano ha mejorado considerablemente a nivel mundial entre 1990 y 2015, una de cada tres personas sigue viviendo en bajos niveles de desarrollo humano.
“El empeño de no dejar a nadie atrás debe definir cada acción que emprendamos como comunidad global. Con el fin de superar las barreras que obstaculizan tanto el desarrollo humano como el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el principio de inclusión debe guiar nuestras decisiones de política”, ha señalado el Primer Ministro sueco, Stefan Löfven, en la presentación oficial del Informe.
“El mundo ha recorrido un largo camino en la reducción de la pobreza extrema, la mejora del acceso a la educación, la salud y el saneamiento, y la ampliación de las posibilidades para las mujeres y las niñas”, indica la Administradora del PNUD, Helen Clark. “Sin embargo, estos avances son el preludio del siguiente desafío, posiblemente más difícil, el de velar por que los beneficios del progreso mundial lleguen a todas las personas”, añade Clark. Esta preocupación se da también en los países desarrollados, donde la pobreza y la exclusión también constituyen un problema, pues más de 300 millones de personas —incluida más de un tercio de la población infantil— viven en situación de pobreza relativa.
Ecuador ocupa el lugar 88, en contraste con el año pasado que ocupaba el 89. Noruega, Australia y Suiza ocupan por este orden los primeros lugares del mundo en el IDH de 2016 mientras que la República Centroafricana, Níger y Chad se encuentran en los últimos de la clasificación.
Una discriminación sistemática
El informe señala que no solo hay millones de personas que aún sufren carencias extremas, sino que las desventajas afectan de manera desproporcionada a ciertos grupos, lo que aumenta la vulnerabilidad de estas personas, amplía la brecha en las posibilidades de desarrollo de una generación a otra y hace más difícil que estos grupos recuperen el terreno perdido mientras el resto del mundo avanza. En concreto, en casoi todos los países, mujeres y niñas, los habitantes de las zonas rurales, los pueblos indígenas, las minorías étnicas, las personas con discapacidad, los migrantes y refugiados y la comunidad de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) se encuentran entre los grupos excluidos de manera sistemática por obstáculos que no son simplemente económicos, sino también políticos, sociales y culturales.
Las mujeres son el grupo que más desigualdades padece. Y es que “aunque las disparidades mundiales de género se están reduciendo lentamente, los patrones arraigados de exclusión y falta de empoderamiento de las mujeres y las niñas siguen siendo un problema acuciante, señalan desde la ONU”. En general, las mujeres son más pobres, ganan menos y tienen menos oportunidades en la mayoría de los aspectos de la vida que los hombres. En 100 países, se ven legalmente excluidas de ciertos empleos por razón de su género, y en 18 países necesitan la autorización del marido para trabajar. Además, persisten prácticas peligrosas como la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado.
El informe del PNUD hace un llamamiento para promover el empoderamiento de los más marginados de la sociedad y reconoce la importancia de darles mayor voz y participación en los procesos decisorios. Asimismo, pide mejores análisis para fundamentar las acciones, incluyendo un mayor énfasis en la evaluación del progreso en ámbitos como la participación y la autonomía.
A pesar de los datos expuestos, el informe de la ONU se muestra optimista en cuanto a garantizar un desarrollo humano para todos. En este sentido, hace hincapié en la importancia de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible para aprovechar estos avances y que tanto los ODS como el enfoque de desarrollo humano se refuercen mutuamente.