Ypsilom ha realizado recientemente el Ranking de Empresas Sostenibles Ecuador 2020, el cual ha generado un gran impacto en el país tras su publicación en diario EL UNIVERSO. ¿Qué os ha impulsado a generar el estudio?
A nivel mundial existen diversos rankings de las empresas más sostenibles del mundo sin embargo en Ecuador no existía algo similar. Esto nos impulsó a crear un ranking local con un enfoque multidimensional, tal como se hace a nivel mundial, pero considerando exclusivamente las empresas ecuatorianas.
Una característica que destaca de nuestro ranking es que no se basa solamente en la percepción de los especialistas pues es muy subjetiva y fácilmente influenciable por la publicidad. Nosotros consultamos con 200 especialistas y tomamos en consideración su opinión pero no nos limitamos a eso sino que adicionalmente valoramos la gestión sostenible de la empresa, los premios o galardones obtenidos y su vinculación con gremios que trabajen a favor de la sostenibilidad.
Desde vuestra visión transversal como especialistas en RSE, Sostenibilidad y ODS, ¿en qué situación se encuentra el tejido empresarial ecuatoriano en materia de cumplimiento de la Agenda 2030 y los ODS?
Ecuador tiene casi 900.000 empresas lo cual hace que el tejido empresarial ecuatoriano sea muy amplio. En términos generales las micro y pequeñas empresas están preocupadas por subsistir y no tienen dentro de sus prioridades la Agenda 2030 ni los ODS. La excepción a esta regla, la constituyen las Empresas B pues, aunque muchas de ellas son PYMES, sí incorporan dentro de su filosofía empresarial la sostenibilidad y con ello aportan a los ODS.
Por otra parte, si consideramos las 4.000 grandes empresas que tiene Ecuador, el panorama tampoco es muy alentador. Por ejemplo, sumando todas las empresas de todos los gremios que trabajan en sostenibilidad (CEMDES, CERES y Pacto Global) no llegan al 10% del total.
Otro indicador es que, en Ecuador, menos de 60 empresas elaboran Informes de Sostenibilidad de conformidad con los Estándares del Global Reporting Initiative (GRI). Claramente todavía hay bastante camino por recorrer para que el tejido empresarial ecuatoriano incorpore dentro de su filosofía la responsabilidad social y la sostenibilidad. Pero consideramos que la publicación de los rankings constituyen una motivación adicional para las empresas.
En vuestro estudio, el hecho de carecer de certificaciones, reconocimientos o de informes de sostenibililidad publicados según los estándares universales aceptados es un punto negativo para las organizaciones analizadas en vuestro ranking. ¿Qué valor otorgáis a la puesta en valor, comunicación y difusión de las buenas prácticas socialmente responsables?
La sostenibilidad se puede enfocar desde dos perspectivas. Por un lado, como una gestión de riesgos mediante la cual se evitan conflictos socioambientales que puedan poner en peligro la continuidad de mi negocio.
Por otra parte, la sostenibilidad puede ser vista como la generadora de valor agregado tanto para la empresa como para la sociedad. Pero eso solamente se consigue si una gestión eficiente viene acompañada de una adecuada estrategia de comunicación.
Si bien las certificaciones, reconocimientos e informes estandarizados no lo son todo en sostenibilidad, el carecer de ellos resta credibilidad a las empresas y elimina su capacidad de ser modelo para otras. Si las empresas ya están haciendo el esfuerzo de ser socialmente responsables, es fundamental comunicar bien.
¿Que ámbitos de la sociedad ecuatoriana necesitan y necesitarán más apoyo tras la pandemia COVID por parte de los programas de RSC de las empresas del país?
El impacto de la pandemia COVID en Ecuador ha provocado la pérdida de más de 700.000 plazas de trabajo. No existen programas de RSC que por sí solos sean capaces de revertir el efecto devastador de la pandemia.
Se necesitan políticas públicas que promuevan la inversión y faciliten la contratación de personal, garantizando un empleo digno. De acuerdo con un estudio regional que realizamos (Colombia, Ecuador, Perú y Chile), el ODS 8 – Trabajo decente y crecimiento económico – va a ser la prioridad para toda la región.
Tomando en cuenta esto, el impacto que las grandes empresas tienen como generadoras de empleo directo e indirecto es fundamental. Es necesario que los programas de RSC durante este año se enfoquen en generar capacidades laborales y de emprendimiento. Que las grandes empresas apoyen a sus proveedores, pagándoles a tiempo para que tengan liquidez. Las malas prácticas como pagarles a 90 o 120 días posteriores a entregado el servicio, deben quedar en el pasado. De igual manera los bancos deben tener más flexibilidad y renegociar las deudas de los micro y pequeños empresarios.
¿Cuáles van a ser los próximos retos y desafíos de las empresas ecuatorianas en materia de gestión socialmente responsable de sus negocios para los próximos años?
Considero que el principal desafío, especialmente para los profesionales que nos dedicamos esto, va a ser tangibilizar el valor agregado que genera en una empresa el ser socialmente responsable.
Durante la pandemia, varios directores y gerentes de sostenibilidad fueron desvinculados de las empresas donde laboraban. Esto es absurdo porque en una crisis es cuando más se necesita a los especialistas en sostenibilidad, sin embargo así fue como sucedió. Esto refleja que las empresas ecuatorianas, todavía ven a la responsabilidad social como un gasto que no genera valor tangible y ante una crisis, se recorta.
Para Ypsilom la tangibilización de la responsabilidad social y sostenibilidad es tan importante que dentro del equipo tenemos investigadores que están haciendo sus tesis de PhD en este campo. Los resultados de nuestras investigaciones servirán para brindar un mejor servicio a nuestros clientes.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables – Ypsilom Ranking de Empresas Sostenibles Ecuador 2020