En su real dimensión no es un problema de competencia exclusiva de los gobiernos, quienes efectivamente tienen la responsabilidad de generar políticas públicas para direccionar las acciones de mitigación y adaptación, sino también del sector privado y la sociedad civil en la medida que las soluciones deben generarse con la colaboración, compromiso e involucramiento de todos.
Tanto la Agenda 2030 como el reciente Acuerdo de París incluyen a la participación del sector privado como fundamental para el avance y efectividad de las medidas para enfrentar al cambio climático y sus efectos, no solo desde la perspectiva ambiental, sino también social. En este contexto el sector empresarial está mirando al cambio climático como un riesgo importante para la Sostenibilidad de sus operaciones, con posibles afectaciones a sus niveles de competitividad, crecimiento y desarrollo. }
Es así que desde hace algunos años el Global Compact, a través de su iniciativa Carign for Climate , apuesta por el liderazgo del sector empresarial para enfrentar el cambio climático. Al momento, más de 450 empresas de 65 países se han sumado a esta propuesta que busca movilizar una amplia masa crítica de líderes empresariales en la búsqueda de soluciones y políticas que puedan contribuir a enfrentar los impactos del cambio climático. A pesar de ser una iniciativa global, a la fecha no existen empresas ecuatorianas que la hayan suscrito, cosa contraria sucede en países de la región como Brasil, Colombia o Perú.
A nivel global, uno de los principales retos es la descarbonización de las economías. Si bien este cambio viene de la mano del impulso de políticas públicas, los gobiernos por sí solos no podrán generarlo, será fundamental que el sector empresarial también contribuya ajustando sus estrategias de generación, provisión y consumo de energía de forma que sus operaciones sean carbono neutrales o al menos bajas en emisiones.
Esta colaboración Estado -empresa es crítica para enfrentar el cambio climático y mantener el incremento de temperatura bajo los 2° C. Es importante también señalar el rol que puede jugar el sector privado en el desarrollo de nuevas tecnologías. La innovación es el motor que mueve a la actividad empresarial y en materia climática se abren las posibilidades para desarrollar tecnologías limpias o sistemas de efi ciencia energética, por ejemplo. Por supuesto, debe ir de la mano de la transferencia de estas tecnologías y la creación de capacidades de manera que se produzca una reducción efectiva de las emisiones de carbono.
Por otra parte, e independientemente del rol que puede y debe jugar el sector empresarial, es claro que si no se ofrecen ventanas de oportunidad (políticas, incentivos, retornos de inversión atractivos) claras y concretas a las empresas, difícilmente éstas evolucionarán en la medida y rapidez que el entorno exige. Aquellas que hayan internalizado la RSE como parte medular de su cultura organizacional, enfrentarán de una manera más proactiva los retos climáticos y su contribución permitirá abonar a los compromisos país establecidos en las INDC.
Si bien Ecuador cuenta con una Estrategia Nacional de Cambio Climático y ésta prioriza la reducción de emisiones en la “provisión de servicios y la generación de bienes, desde su fabricación, distribución, consumo, hasta su disposición fi nal”, hace falta que se evidencie en la práctica una política nacional de desarrollo y fomento empresarial que priorice al cambio climático.