He visto un transitar del ‘hacer Responsabilidad Social’ hacia un ‘ser socialmente responsable’. La diferencia es abismal. No basta con implementar acciones o prácticas sostenibles y comunicarlas, si el único afán es apoyar estrategias de marketing. El ‘ser’ implica un modo de hacer las cosas de manera distinta, lo cual se logra cuando la Responsabilidad Social es parte del ADN, de la estrategia de negocio, de la empresa u organización.
Esta evolución ha implicado también el dejar de ver a la Responsabilidad Social como un modelo adjetivado de empresarial o corporativo. A raíz del lanzamiento de la ISO 26000 se dio una nueva mirada a la Responsabilidad Social, en la que ésta se reconoce como un modelo de gestión válido para contribuir al desarrollo sostenible desde cualquier tipo de organización.
Empresas, organizaciones de sociedad civil, instituciones públicas, universidades y cualquier tipo de persona jurídica puede y debe ser socialmente responsable. Esto, por supuesto, exige un proceso de aprendizaje propio para cada realidad.
En relación a las organizaciones de sociedad civil, el tema se ha insertado de forma progresiva en los últimos años. Sin embargo, aún existe un gran desconocimiento, lo cual limita su avance dentro de las organizaciones. Limitadas capacidades técnicas, de personal, financieras, entre otras, son barreras que contribuyen a que las organizaciones consideren que se trata de tema alejado a su realidad.
Por otro lado, el pensar que las OSC ya cumplen un fin social por su propia naturaleza y ámbito de trabajo en el campo social, y que con ello estarían cumpliendo con su responsabilidad es otra barrera muy grande producto del desconocimiento de lo que implica ser socialmente responsable.
Varios espacios de difusión, sensibilización y generación de capacidades se han desarrollado en tiempo reciente, y si bien en un inicio eran acciones aisladas y articuladas a otros temas de interés para las OSC, como la transparencia y rendición de cuentas, hoy ese interés se ha acrecentado y
varias OSC buscan formación más especializada.
Otro factor que da cuenta de este desarrollo es la evolución del concepto de alianzas público-privadas. Tradicionalmente las OSC miraban a las empresas como una fuente potencial de recursos, y las empresas consideraban que hacer filantropía era hacer Responsabilidad Social.
Con el transcurso del tiempo este concepto se ha ido transformando y hoy las empresas buscan socios. Este cambio de paradigma no es fácil de asimilar en las organizaciones. Sin embargo, es claro que las alianzas colaborativas tienen un potencial mucho mayor para el desarrollo sostenible que la filantropía tradicional.
La generación de alianzas es un proceso de aprendizaje que no responde a una receta o lógica particular, y ciertamente, no es una tarea fácil. Cada alianza es única y su desarrollo implica algunos supuestos previos: vencer prejuicios, tener mucha perseverancia, actuar con transparencia y con conocimiento mutuo, y, sobre todo, tener apertura para buscar el beneficio mutuo.
Hay entonces una evolución del concepto y las prácticas, pero también grandes retos y oportunidades a futuro para expandir más la responsabilidad social y sumar actores.