No está por demás reconocer que, al mismo tiempo, estos retos ofrecen oportunidades para su fortalecimiento. Analicemos estos elementos desde dos perspectivas: por un lado el efecto en la gestión de la sostenibilidad organizacional; y por otro lado la aplicación de nuevas estrategias y acciones que demanda el entorno de las organizaciones. Las llamadas OSC (organizaciones de la sociedad civil) u ONG (organizaciones no gubernamentales) son entidades que, sin ser de carácter estatal, prestan servicios públicos para el bienestar de la sociedad. Por otro lado, si bien tienen un carácter de institución del sector privado, se diferencian del mundo empresarial al no tener finalidad de lucro en la ejecución de sus actividades; las mismas que pueden estar enmarcadas en los siguientes ámbitos:
- Ejecución de programas y proyectos en zonas vulnerables o de familias viviendo en condiciones de pobreza.
- Asesoría a gobiernos locales en la gestión de nuevas temáticas para enfrentar las diversas vulnerabilidades de los territorios (temas como la prevención de desastres, o el cambio climático por ejemplo).
- Canalización de recursos de la cooperación internacional privada o de las agencias de cooperación gubernamentales.
- Incidencia pública para la puesta en marcha de normas o políticas que beneficien a la colectividad.
- Atención de emergencia a la población afectada por desplazamientos, desastres naturales o conflictos armados.
- Intervención directa con programas de asistencia alimentaria y de salud.
- Campañas de recolección de fondos para el desarrollo.
- Servicios de consultoría o de acompañamiento para el fortalecimiento de la calidad de los proyectos de desarrollo.
- Hasta mediados de la década anterior, la mayor parte de los recursos disponibles para llevar adelante las mencionadas acciones de desarrollo, provenían de la cooperación internacional y de las donaciones privadas (de personas o empresas) de los países desarrollados o también llamados países del norte.
A partir de entonces el debilitamiento progresivo de las economías de estas naciones, sumado al hecho de que algunos países asiáticos y buena parte de los del continente africano, presentan condiciones de pobreza mucho más graves que los de Latinoamérica, han hecho que los recursos disponibles para los programas y proyectos de las ONG en nuestro país disminuyan significativamente. El crecimiento económico del país, y del continente en su conjunto, hace que las acciones de la cooperación se dirijan hacia otros territorios. En este escenario cabe señalar además, que muchas agencias de cooperación internacional con oficinas y programas de desarrollo en Ecuador (que tuvieron una importante presencia en la década de los 80 y 90) se han trasladado a otras naciones bajo las características antes señaladas.
¿Cuáles son las oportunidades que se generan a partir de esta realidad? Para las organizaciones de desarrollo este escenario ha significado la redefinición de sus estrategias para garantizar su sostenibilidad y permanencia a largo plazo.
Uno de los principales ejes de esta estrategia es la articulación (a través de alianzas estratégicas) con nuevos actores que antes no formaban parte de su quehacer: las empresas, los gremios, las universidades o los gobiernos locales territoriales. Alianzas y acuerdos que están movilizando recursos (no solo en dinero sino en servicios, campañas de voluntariado corporativo, materiales de trabajo, asesorías, etc.) hacia las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Y lo más importante es que la conducción de estas acciones se fortalece y cobra mayor significado ya que se las realiza a través de los principios de la Responsabilidad Social (RS).
Este proceso ha ayudado a que las OSC o las ONG incluyan en su gestión organizacional y en sus programas y proyectos, los conceptos y metodologías de la RS para lo cual han recibido la cooperación del sector privado a través de capacitaciones, asesorías o foros realizados de manera conjunta.
Algo importante de señalar, es que si bien se ha hecho necesaria la aplicación de herramientas y técnicas para adaptar estos nuevos principios de RS en la gestión de las OSC en su búsqueda de nuevas opciones para su sostenibilidad, las organizaciones han encontrado un nuevo espacio de intervención para la lucha contra la pobreza gracias a que esos principios de la RS fomentan las alianzas entre actores que buscan un mejor futuro para la comunidad. La oportunidad ha sido identificada y las OSC van por buen camino.