Se suele hablar de España como uno de los países con mayor calidad de vida, pero muchas veces perdemos de vista el significado de este concepto. ¿Cómo definiría la calidad de vida? Le voy a contestar en cuatro palabras: dar valor al tiempo. Todas las personas disponemos de 24 horas al día. Si sabemos organizarnos, si sabemos utilizar nuestro tiempo de acuerdo con nuestra escala de prioridades, alcanzaremos un más que aceptable nivel de calidad de vida. Pero, para ello, no debemos encontrarnos con obstáculos que nos lo impidan. Y entre esos obstáculos están, lógicamente, nuestros actuales horarios, que, en la gran mayoría de los casos, son poco o nada racionales, a lo que debemos añadir nuestra falta de puntualidad, un hábito excesivamente arraigado entre nosotros, que marca comportamientos. Ésta, lamentablemente, es muy frecuente en nuestra sociedad. Incluso, hablamos de minutos de cortesía, cuando alguien se retrasa. Considero que la puntualidad debe ser una obligación ética, de respeto a los demás. Es muy grave que hagamos perder el tiempo o que nos lo hagan perder. Si hiciéramos balance, al final del día, la semana o el mes, quedaríamos sorprendidos de las horas perdidas frívolamente.(…)
¿Sobre qué bases se edificará la productividad y competitividad del futuro con unos horarios más satisfactorios y flexibles? Es necesario cambiar nuestra actual ‘cultura’ de trabajo, Primar y premiar más la eficiencia y la eficacia que la presencia en el puesto de trabajo. Está demostrado que trabajar más tiempo no es ser más productivo. Los datos están ahí, somos el país europeo en el que más horas se trabaja y, sin embargo, ocupamos los últimos puestos del ránking de productividad, sólo por delante de países como Grecia y Portugal. Trabajamos muchas horas, pero no todas son productivas.
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