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Con motivo del 20º aniversario de Corresponsables, hemos conversado largo y tendido con Ángel Fraile, uno de los pioneros más destacados en el ámbito de la Sostenibilidad. Con casi dos décadas de experiencia en sostenibilidad, Fraile ha sido testigo y actor clave de la transformación de la RSE, desde sus inicios en Endesa, donde ha liderado la integración de la sostenibilidad como un eje estratégico fundamental. A lo largo de su carrera, ha aprendido que «las empresas al fin y al cabo son personas», y que la sostenibilidad debe ser «un esfuerzo colectivo» que involucre tanto a la sociedad como a las organizaciones. Su visión ha sido clara: la sostenibilidad no es solo una acción social, sino una «gestión avanzada de riesgos y oportunidades» que genera un impacto positivo en la sociedad y en el medioambiente, mientras asegura el retorno para los inversores.
Ángel Fraile nos recuerda cómo, al principio, la sostenibilidad era vista como una opción voluntaria y periférica, «como un gasto o una acción social prescindible». Hoy, reconoce que esa mentalidad ha cambiado radicalmente, y la sostenibilidad ha pasado a ser «una condición necesaria para la continuidad y el éxito de cualquier organización». Según él, los verdaderos avances no han llegado solo por reformas legislativas, sino porque «la sociedad ha empujado a las empresas a transformarse», impulsada por una creciente demanda de transparencia y responsabilidad.
“Las empresas, al fin y al cabo, son personas”
Con la mirada puesta en el futuro, el directivo de Endesa ve el camino hacia la sostenibilidad como «imparable», pero también señala que será necesario «garantizar que la transición se haga de forma justa, sin dejar a nadie atrás».
Se trata de una conversación muy extensa, completa e inspiradora con uno de los grandes referentes de la RSE, que ha dedicado su carrera a demostrar que es posible generar valor económico y social simultáneamente, transformando empresas y comunidades en el proceso.
“Un esfuerzo colectivo que involucre tanto a la sociedad como a las organizaciones”
¿Cuándo y por qué comenzaste a involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social?
Lo recuerdo perfecto, fue en 2001 cuando se creó un grupo de trabajo dentro de Endesa para elaborar la política de Sostenibilidad. Yo, en ese momento, aporté la visión del área Comercial, en la que trabajaba, a ese documento. En 2007 me incorporé a tiempo completo al área de Sostenibilidad porque me encantó que me permitiera tener una visión global de toda la actividad de la empresa y de todos los países en los que teníamos presencia, conocer sus culturas y contribuir a un propósito super motivador de mejorar nuestro compromiso social, ambiental y ético.
Desde el punto de vista externo, recuerdo con especial cariño las reuniones internacionales, como las del Pacto Mundial en Nueva York, el Foro de Empresas y Derechos Humanos… en las que las empresas españolas aportábamos nuestras experiencias, muchas veces referentes a nivel internacional.
“La sostenibilidad era vista como una opción voluntaria y periférica, como un gasto o una acción social prescindible”
Y, obviamente, asociado a las empresas, las personas, de un excelente nivel profesional y calidad humana, con las que compartimos experiencias, mucho trabajo y diversión. Recuerdo muchos nombres, pero enunciarlos es imposible sin dejarse a tantos otros: la visión de Jose Luis Blasco y Ramón Pueyo desde KPMG, esos grandes Toni Ballabriga, Tomás Conde de BBVA, Alberto Andreu y Esther Trujillo de Telefónica, Jose Ramón Silva de Acciona, Isabel Roser de Fundación Carolina, Jose Manuel Sedes de Vodafone, Victor Viñuales de ECODES, Javier Lopez Galiacho de FCC, Ángel Ibisate y Bea Serna de Red Eléctrica, Isabel Garro del Pacto Mundial… la lista sería interminable y también curioso ver la interesante evolución profesional de estos y tantos otros pioneros y pioneras de los que aprendí en esos inicios y con los que compartimos en ocasiones viajes, jornadas de benchmarking como aquellas legendarias del Club de Excelencia en Port Aventura…
Ése es uno de los objetivos de esta selección de entrevistas por el 20 aniversario de Corresponsables, homenajear a los pioneros y mostrar su evolución profesional y también la de la Sostenibilidad…
Endesa tuvo desde los inicios de Corresponsables una colaboración estrecha con la revista, que nos ha llevado a patrocinar durante muchos años esas ya míticas Jornadas Corresponsable.
“Si no existiera Corresponsables, habría que inventarlo”
Recuerdo esas Jornadas que, además, como comento, en muchas ocasiones nos regalaban el privilegio de ser anfitriones, como las reuniones anuales de toda la comunidad de la Sostenibilidad, la ocasión de volver a ver a colegas, poner en común éxitos, miserias, proyectos y además el revuelo por la presencia de personalidades que venían a abrir o cerrar actos, como aquella ocasión en la que el ilustre y entregado a la causa, Ramón Jáuregui, nos visitó para una de estas jornadas.
Justo Ramón Jáuregui ha sido el primer entrevistado de este ciclo… ¿cuál fue el primer proyecto o iniciativa de RSE en el que trabajaste?
Es difícil recordar, pero yo diría que el primer proyecto a nivel interno en el que trabajé fue la elaboración de nuestro plan de Sostenibilidad. Fue una experiencia realmente espectacular porque me permitió conocer a todas las áreas de la organización y elaborar, con la ayuda de KPMG, con José Luis Blasco y Ramón Pueyo a la cabeza, un plan que sería referente y la base sobre el que construiríamos toda la cultura y estrategia de Sostenibilidad de la compañía. Mucho trabajo y mucho aprendizaje.
“La sociedad ha empujado a las empresas a transformarse”
A nivel externo quizás una de las primeras experiencias que recuerdo fue la participación en una reunión del Pacto Mundial en Ginebra. Era en fechas próximas a Semana Santa, teníamos que hacer una presentación en inglés, que no era precisamente el fuerte en nuestra área en esos momentos, y, apenas incorporado al área, me tocó. Todavía recuerdo ir estudiando la presentación en el avión, esa mezcla emocionante de nervios e ilusión y la reunión posterior con expertos de todo el mundo.
¿Cómo era el panorama de la RSE cuando comenzó en comparación con cómo es hoy?
En mi opinión, la Sostenibilidad ha experimentado una evolución enorme en poco tiempo y eso determina que el concepto todavía no esté consolidado de forma generalizada.
“La sostenibilidad ha pasado a ser una condición necesaria para la continuidad y el éxito de cualquier organización”
Inicialmente, en mi opinión, había dos enfoques básicos: asociarlo exclusivamente con el medioambiente, especialmente en las empresas industriales como la mía, o asociarlo con la acción social filantrópica y además entender que se trataba de acciones voluntarias de las empresas que iban más allá de lo que la ley requería. Además, en muchas ocasiones no había una visión holística, integral, de la Sostenibilidad, sino que se entendía como RSE un conjunto de actividades voluntarias dispersas de las empresas que mostraban su compromiso social o ambiental.
Las acciones se hacían de forma dispersa y no había una unidad en la empresa que coordinara la visión ni tampoco había una visión estratégica ni una conexión con el negocio.
Con el cambio de siglo aparecieron las primeras direcciones de RSE en algunas empresas…
Así es, poco a poco y ya desde principios de siglo, en las empresas más avanzadas, fueron apareciendo estas unidades, fueron tomando más relevancia dentro de la organización y además la Sostenibilidad fue adquiriendo un carácter más estratégico, convirtiéndose en una especie de gestión avanzada de riesgos y oportunidades, con el desarrollo del enfoque que pretende integrar los aspectos sociales, ambientales y éticos en la planificación del negocio de manera que la actividad de las empresas se oriente a generar beneficios dando respuesta a aquellos retos ambientales y sociales que afronta la sociedad en la que opera, generando beneficios mientras asegura también un impacto positivo.
“Lo recuerdo perfecto, fue en 2001 cuando se creó un grupo de trabajo dentro de Endesa para elaborar la política de Sostenibilidad”
Aunque yo creo que sigue existiendo una gran heterogeneidad en el grado de madurez del concepto en las compañías, esta visión de la Sostenibilidad es la que se está imponiendo y la que empuja el regulador y el resto de grupos de interés. Lo que hay que vigilar es que, al convertirlo en obligatorio, las empresas más avanzadas no den un paso atrás para limitarse a cumplir con lo exigido y pierdan esa visión estratégica. Por otro lado, no perder de vista que, si bien es claro que hay que medir, cuantificar y evaluar el impacto financiero y ser capaces de integrar los aspectos ESG en la estrategia y finanzas de la empresa, determinados aspectos ESG relevantes son muy difíciles de cuantificar con precisión y rigor en términos económicos y no por ello se deben olvidar. Y hay que seguir manteniendo una visión de largo plazo que, muchas veces, desde una perspectiva estrictamente financiera, es difícil de mantener.
¿Cuáles fueron los mayores desafíos, barreras y obstáculos que enfrentaste al implementar prácticas de RSE en las primeras etapas?
En mi opinión, hemos seguido un proceso progresivo en el que hay dos aspectos básicos esenciales que es difícil que preexistan y hay que ir creando: la cultura y el liderazgo. Entender bien el concepto de Sostenibilidad, como gestión avanzada de riesgos y oportunidades, como un elemento que permite asegurar mejor en el corto, medio y largo plazo las operaciones, es esencial. Y este no era un concepto completamente extendido.
“En muchas ocasiones nos escuchaban como a los hippies de la empresa”
En este sentido, uno de los principales desafíos fue crear esta cultura. Sin ella, la Sostenibilidad podía ser considerada como algo accesorio, como un gasto o como una mera acción social prescindible. Y la integración en la estrategia y en la operativa del negocio, en ocasiones, podía percibirse como un incremento de costes o de requerimientos que hace más complejas las operaciones.
También probablemente, el menor peso de la unidad en la organización y la poca percepción del apoyo de la Alta Dirección supusiera en esos primeros momentos un obstáculo para conseguir la respuesta requerida a las unidades. La creación de una estructura organizativa, grupos de trabajo interdisciplinares y el refuerzo en la comunicación del liderazgo han jugado un papel relevante para conseguir vencer estas barreras.
No fue nada fácil para los directivos pioneros de estos temas convencer a sus jefes, a otros directivos…
Algunos nos escuchaban como a los hippies de la empresa y esa sensación de «profetas en el desierto»… Creo que en general muchos de los pioneros han seguido un proceso similar.
La Sostenibilidad en muchas ocasiones nacía como algo necesario porque lo requerían los índices, lo hacían los competidores o se consideraba un atributo de imagen. Por tanto, nacían con poco peso en las organizaciones, dependiendo de otras áreas y para recopilar todas esas acciones que, de forma voluntaria y más allá de lo requerido, hacían las compañías.
“Me encantó que se me permitiera tener una visión global de toda la actividad de la empresa”
Poco a poco y con mucho trabajo serio y con la base de la fuerte convicción de estos pioneros y pioneras, la relevancia de la Sostenibilidad y la profundidad de su penetración en la estrategia y operativa de las empresas ha ido creciendo.
¿Cómo ayudó la aparición de asociaciones de RSE, académicos y medios de comunicación como Corresponsables en el impulso de estos temas?
Corresponsables, sin duda, ha sido el principal referente en la información de Sostenibilidad desde sus inicios y esa posición preminente le ha permitido desempeñar un papel relevante en muchos aspectos relacionados con el impulso de la Sostenibilidad: punto de encuentro e intercambio de buenas prácticas de profesionales, difusor del concepto de la Sostenibilidad tanto en España como en Latinoamérica, tribuna de reflexión y maduración de conceptos, lugar de diálogo entre los diferentes agentes: reguladores, empresas, sociedad civil.
Si no existiera Corresponsables, habría que inventarlo.
También ayudaron al impulso de la RSE otros factores y acontecimientos externos…
Así es, fenómenos externos como los escándalos por malos comportamientos éticos, ambientales o sociales, la mayor concienciación social y, sobre todo, la mayor exigencia del regulador europeo y de los inversores, que han percibido la mayor seguridad de las empresas gestionadas de forma responsable, ha hecho que la Sostenibilidad haya ido tomando progresivamente más relevancia.
Y aquí ha surgido otro tipo de dificultad para los pioneros y pioneras. En un primer momento, al considerar que se debía dar más relevancia a estas áreas, se ha subido su relevancia dentro de la organización pero, en esos movimientos, asociado a la cultura empresarial española, se han desplazado en muchas ocasiones a los pioneros para colocar a perfiles menos técnicos y de más confianza de los Presidentes, CEOs… o incluso a personas provenientes del negocio pensando que así se podría asegurar mejor la integración real de la Sostenibilidad en el negocio.
“Poco a poco y con mucho trabajo serio, la relevancia de la Sostenibilidad ha ido creciendo”
Y en una segunda oleada, cuando la regulación está intentando conducir a una convergencia absoluta con lo financiero, se está produciendo un asalto de estas áreas, que cuentan con mucho más peso y dimensión en las compañías, sobre las funciones de Sostenibilidad que se están gestionando de forma diferente en las distintas organizaciones.
Y lo curioso, desde mi punto de vista, es que esto se está produciendo tanto en las empresas como en las consultoras. Será interesante ver cómo evoluciona este proceso.
¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de tu carrera en RSE?
Hay múltiples lecciones de muy distinta índole. Lo primero, que las empresas al fin y al cabo son personas, y es fundamental atraer el mejor talento y trabajar de forma permanente en la cultura de la compañía para asegurar que el enfoque de la Sostenibilidad se traslada a todas las operaciones de la empresa. Incluso en organizaciones con una larga trayectoria, las personas y las funciones cambian con el tiempo y no se puede dejar de trabajar en la formación, sensibilización e implicación de las personas de la empresa.
También que, supongo que como en cualquier otra actividad, pero especialmente en lo relativo a la Sostenibilidad, es esencial contar con el apoyo decidido y explícito y el convencimiento de la Alta Dirección.
«Me gustaría pensar, en base a lo que veo desde las distintas organizaciones y eventos en los que participo, que ha habido una evolución positiva”
En muchas ocasiones hemos comprobado cómo cambios radicales en la Alta Dirección han supuesto avances o retrocesos significativos en la manera de enfocar la Sostenibilidad. Por eso también con la Alta Dirección y los órganos de gobierno hay que trabajar la sensibilización y formación en estos temas, pero, por encima de ello, en los propios valores de las personas que ostentan esta responsabilidad es esencial que exista ese concepto integrado de la Sostenibilidad.
Por eso es muy importante incorporar la Sostenibilidad en todo el ciclo formativo. Además, desde pronto aprendí que en este campo compartir mejores prácticas y conocimiento y unir esfuerzos, incluso con los competidores, es esencial. También, que es posible mantener posiciones divergentes sobre determinados temas, por ejemplo, con determinados miembros de la sociedad civil, y colaborar para dar una mejor respuesta a los retos a los que nos enfrentamos, aportando cada uno más en la parte en la que tiene más expertise.
Otro aprendizaje muy relevante que se debería adquirir rápido es que es fundamental entender las realidades locales y asumir que, si bien debe haber una cierta coordinación general en el despliegue de la estrategia de la empresa, todos los retos que las empresas afrontan en los distintos lugares en los que operan no son iguales o no requieren la misma respuesta, dependiendo de las necesidades específicas que tengan esos entornos locales.
Y, por último, aunque esto es una de las cosas que antes se aprende, que la sostenibilidad la tiene que hacer toda la empresa, no un área específica. Si hemos tenido resultados excelentes, reconocimiento en índices, premios, etc, ha sido por el trabajo de toda la organización, no del área de Sostenibilidad, cuya función debe ser la de guiar, inspirar, coordinar y comunicar los esfuerzos que hacen un conjunto muy amplio de personas de todas las áreas de la organización. Y, en mi caso, he tenido la enorme suerte de contar con socios comprometidos en todas las áreas de la organización cuya aportación ha sido clave para el éxito colectivo.
«La sostenibilidad la tiene que hacer toda la empresa, no un área específica»
¿Qué destacarías de la evolución de tu trayectoria profesional y personal en este ámbito a lo largo de los últimos 20 años?
Creo que lo más destacable en mi trayectoria, pero también en la de los y las profesionales que hemos estado estos 20 años en la Sostenibilidad, es el aprendizaje continuo.
“Uno de los principales desafíos fue crear esta cultura. Sin ella, la Sostenibilidad podía ser considerada como algo accesorio, como un gasto o como una mera acción social prescindible”
Creo que no ha habido prácticamente ningún periodo de estabilidad en la evolución del concepto y de los trabajos que conlleva la posición. El reporting, la gestión de la materialidad, la planificación, los derechos humanos… todos los conceptos han sufrido y yo creo que todavía están sufriendo una evolución continua y que plantea retos crecientes y en continuo cambio, a veces con efectos profundos. Y eso ha reforzado la flexibilidad y amplitud de visión de los perfiles asociados a la Sostenibilidad.
Y también creo que otro de los aspectos que ha reforzado es la capacidad para establecer relaciones de confianza con distintos grupos de interés y comunicar de forma honrada, creíble y efectiva.
¿Algo más que te gustaría añadir?
Creo que es difícil además trasladar una visión completa de la RSE en España, especialmente cuando uno trabaja en una empresa muy líder y se suele ver rodeado en los eventos por los «creyentes». Esto puede hacer llegar a conclusiones que son más expresiones de deseo que realidades.
En todo caso, me gustaría pensar, en base a lo que veo desde las distintas organizaciones y eventos en los que participo, que ha habido una evolución positiva. Desde luego, las empresas líderes y las que, por su actividad, tamaño, etc., tienen un mayor incentivo para incorporar la Sostenibilidad, han experimentado ese cambio tan significativo que comentábamos, desde una visión de acciones aisladas o ligadas a temáticas concretas como el medio ambiente o la acción social y basadas en la voluntariedad, a una integración más estratégica. Y hay un conjunto amplio de empresas que, en mayor o menor grado, están ya en esta etapa.
“Todo gran reto presenta también muchas oportunidades”
El concepto de RSE, incluso, como término, ha empezado a desaparecer, para hablar de Sostenibilidad, desde esta visión más transversal, integrada y estratégica. En otros niveles, tengo más dudas de cómo ha evolucionado el concepto.
Las cifras de socios de la red española del Pacto Mundial, el propio mercado laboral, parecen indicar que cada vez más empresas han empezado a integrar la Sostenibilidad en sus empresas.
Sin embargo, mi impresión es que hay diferentes grados de madurez. Desde empresas que se limitan al cumplimiento legal, las que siguen utilizando el concepto como una herramienta de marketing/comunicación, a las que realmente integran la gestión de la RSE en su estrategia empresarial.
¿Cuáles consideras que han sido otros hitos importantes en la evolución de la RSE y la Sostenibilidad en estas dos décadas?
Aunque sea un lugar común, yo creo que ha habido varios momentos indiscutiblemente claves en estas dos décadas. El inicial, entre finales del siglo XX y los primeros años del XXI, marca la aparición formal del concepto, con el primer desarrollo de índices como el DJSI o iniciativas como el Pacto Mundial, como una reacción a determinados escándalos y desastres medioambientales, sociales y éticos. Casos como Brent Spar, Exxon Valdez, Enron pusieron de manifiesto que la gestión empresarial centrada sólo en la maximización del beneficio en el corto plazo sin considerar los efectos en el medio y largo plazo en los aspectos sociales y ambientales podía tener consecuencias desastrosas no sólo para el planeta sino también para las propias empresas.
Un segundo momento relevante fue, sin duda, 2015, cuando confluyeron dos hitos de la máxima relevancia. Por un lado, la Cumbre de París y por otro lado la aparición de los ODS, la últimamente tan cuestionada pero tan poco conocida Agenda 2030. El final de los ODM sin haber conseguido alcanzar las metas propuestas planteaba también la necesidad de que las empresas jugaran un papel relevante a la hora de alcanzar las grandes metas de la sociedad para garantizar un futuro más próspero, justo e inclusivo sin comprometer los recursos del planeta.
“Creo que las nuevas generaciones de profesionales deberían trabajar los atributos que siempre hemos venido comentando que caracterizan al profesional de la RSE»
Por otro lado, los efectos cada vez más manifiestos del cambio climático y las catastróficas previsiones en caso de mantener la actual senda de desarrollo ligada al incremento de emisiones de gases de efecto invernadero, determinó a los gobiernos a alcanzar un acuerdo para intentar limitar el incremento de la temperatura del planeta a, idealmente, 1,5º C sobre los niveles preindustriales.
Estos dos hitos han marcado una aceleración en la integración de la Sostenibilidad en la estrategia de las empresas y la maduración de los conceptos de creación de valor compartido, de «doing well by doing good», de orientación del objeto de la empresa a la obtención del beneficio pero a través de la realización de actividades que tengan un impacto positivo en la sociedad en la que las empresas desarrollan su actividad.
Este enfoque ha sido tomado con especial intensidad en Europa y eso ha determinado un tercer momentum cuando a principios de esta década aparece el Pacto Verde Europeo y, ligado a él y al Plan de Finanzas Sostenibles, los Fondos Next Generation, etc., un conjunto ingente de regulación y acciones destinadas a orientar las inversiones hacia actividades sostenibles. Esto ha supuesto un nuevo giro copernicano porque ha impuesto un conjunto mucho más amplio y exigente de regulación para forzar a las empresas a integrar la consideración de los aspectos sociales y ambientales en su estrategia y comunicar de forma transparente.
En este sentido, por resumir, en mi opinión, los factores que han ido impulsando los cambios han sido:
La creciente presión social hacia el regulador para establecer regulaciones que eviten que se acentúen las desigualdades sociales y los impactos ambientales, especialmente el cambio climático (veremos cómo evoluciona esta tendencia, ahora que la sociedad está empezando a ver que estas regulaciones no son, en el corto plazo, a coste 0),
La creciente regulación, que ha dado respuesta a esta exigencia social,
y de forma más limitada, otros elementos, como, por ejemplo, la creciente exigencia de los consumidores (especialmente los grandes consumidores),
La creciente relevancia para captar talento, cada vez más escaso y que discrimina de forma creciente a la hora de decidir dónde trabajar en función de atributos de Sostenibilidad,
y quizás también, la constatación, también a través de los distintos escándalos, de que una deficiente gestión de la Sostenibilidad en las empresas acaba teniendo consecuencias negativas para las propias empresas.
¿Podrías compartir algún momento o experiencia que haya sido especialmente memorable en tu trayectoria en RSE?
Recuerdo muchos momentos y experiencias, tanto desde el punto de vista de consecuciones internas como de reconocimientos externos. La elaboración del primer plan de Sostenibilidad desarrollado en profundidad, en 2007, la inclusión en los distintos índices de Sostenibilidad como el DJSI, FTSE4Good, etc., siempre supone un momento importante, como liderar desde el punto de vista de la sociedad civil el Observatorio de RSC o el Informe Reporta, la primera proto diligencia debida que realizamos, antes incluso de la aparición del marco de Naciones Unidas, para verificar el cumplimiento de los principios del Pacto Mundial en todos los países que participábamos, la participación en la elaboración de la Agenda 2030 a través del Global Compact Lead o de la adaptación y lanzamiento de los Women Empowerment Principles, los distintos premios a nivel internacional que hemos recibido, el lanzamiento de nuestros planes de movilidad sostenible o de iniciativas como Valuable 500 dirigido a la integración de personas con discapacidad…
Probablemente una de las experiencias más interesantes fue la participación en la creación de Bettercoal, una institución creada por un conjunto de empresas eléctricas europeas para ayudar a mejorar su cadena de suministro del carbón y asegurar la integración de la Sostenibilidad en su gestión. Es una de las experiencias más memorables porque supuso el trabajo con expertos internacionales de toda Europa, era muy complejo hacer converger los intereses de todos los participantes, tenía una componente técnica muy interesante, al tener que desarrollar tanto el modelo de gobierno, como el código de conducta y los protocolos de autodiagnóstico y auditoría, desarrollar el sistema de información, convencer a los proveedores, muchas veces con más poder de negociación que unos compradores que ya estábamos abandonando el carbón, involucrar a la sociedad civil, conseguir que la iniciativa fuera creíble, gestionar los aspectos regulatorios de competencia a nivel europeo y, por último, pero no menos importante, porque me dio la oportunidad de conocer en profundidad y compartir viajes por toda Europa con uno de los grandes referentes y pioneros de la Sostenibilidad en España y excepcional persona, Antonio Fuertes, responsable de Sostenibilidad de Naturgy en aquella época, que en seguida entendió que la iniciativa que le proponíamos trascendía los intereses particulares de las distintas empresas competidoras.
“Todo gran reto presenta también muchas oportunidades. Y muchos de ellos solo empezamos a vislumbrarlos”
Desde el punto de vista más externo, he sido un absoluto privilegiado porque, simplemente por el hecho de estar en la compañía que he estado, he tenido la suerte de acceder a eventos, personas… que muchos de mis colegas habrían merecido y disfrutado tanto o más que yo. Cómo olvidar la Audiencia con el S.M. El Rey Felipe VI como miembro de la Junta Directiva de Forética o la reunión con el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, por cierto, con anécdota incluida. En septiembre, como todos los años, fuimos a la reunión del Pacto Mundial en Nueva York, donde, por cierto, nos sentamos en los asientos que se ven en la tele. En la visita guiada nos enseñaron todo el edificio y al final de la misma había una figura de cartón del Secretario General a escala 1×1 así que me hice una foto y se la enseñé en broma a mis amigos para decirles que había estado con el Secretario General. Por supuesto, no se lo creyeron a pesar de que insistí.
El caso es que dio la casualidad de que unas semanas después, el propio Ban Ki Moon visitó España y en su ronda tuvo una reunión con los miembros del Comité Ejecutivo del Pacto Mundial, así que tuve la oportunidad de incluso descubrir su gusto por el golf conversando con él y me hicieron una foto. Así que pude ir a mis amigos y decirles: «como no os habéis creído que había estado con Ban Ki, le he tenido que decir que viniera para repetir la foto».
A nivel de trabajo también recuerdo, entre otras muchas, la visita a nuestro proyecto Ecoelce en Brasil, un proyecto que desarrollamos en una zona de distribución muy humilde para intercambiar residuos, que generaban enfermedades y contaminación, por descuentos en la factura eléctrica y permitir así que en estas comunidades pudieran tener acceso a la electricidad sin arriesgar su vida robándola de las redes. Fue un proyecto espectacular que desarrollaron nuestros compañeros de Brasil con la colaboración de la universidad de Fortaleza y organizaciones sociales y tuvo muchos reconocimientos internacionales, como el premio World Business and Development Awards de Naciones Unidas.
¿Puedes compartir otros casos de éxito que consideres emblemáticos en el campo de la RSE?
He mencionado ya algunos casos de éxito, como el programa de Ecoelce, o nuestros planes de movilidad o el Valuable 500, pero quizás, desde mi punto de vista, uno de los casos más emblemáticos de éxito que he tenido la oportunidad de conocer en profundidad ha sido la transformación del entorno de As Pontes, sobre el que Miguel Ángel Rodríguez y Juan Alfaro escribieron un Business case para la IE Business School. Después de cerca de 30 años de explotación de la mina de As Pontes, la actividad cesó y era necesario gestionar tanto el aspecto ambiental como el social. Se había generado un hueco de 18 kilómetros de perímetro con 200 metros de profundidad y una escombrera con 700 metros cúbicos de estéril. Además, el cese de la actividad podía tener un alto impacto en la economía de toda la región, puesto que la mina y la central eran el núcleo de actividad de la comarca y generaban 5.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos. La planificación a largo plazo, el consenso y la búsqueda de soluciones con todos los grupos de interés permitió que este proceso de transformación tuviera un impacto positivo en el área.
El hueco de la mina se convirtió en el mayor lago artificial de España, con una excelente calidad de agua, que ha permitido un desarrollo deportivo y turístico de la zona, la escombrera se convirtió en un paraje de enorme riqueza natural con más de 600.000 árboles plantados y más de 170 especies de vertebrados, y se han desarrollado dos polígonos industriales que, junto con la continuidad de la actividad de Endesa, permitió que no se produjera un impacto social y económico negativo.
Este caso está teniendo ahora continuidad con la nueva transformación que prevé la inversión de más de 2.600 millones para desarrollar siete ejes de actuación que van desde el desarrollo de capacidad renovable para sustituir la capacidad térmica que cesa su actividad al desarrollo de planes de formación. En mi opinión, tanto lo que se hizo hace casi 30 años con esa primera actuación de creación de valor compartido (cuando todavía no existía casi ni el concepto de Sostenibilidad) como la que se ha vuelto a hacer ahora, representan un caso emblemático porque incorporan todos los elementos que debería tener la responsabilidad social empresarial o la Sostenibilidad empresarial: visión de largo plazo, integración de los grupos de interés, creación de valor compartido y, en definitiva, aseguramiento del retorno para el inversor asegurando que la empresa genera un impacto positivo en su entorno.
¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones de profesionales interesados en la RSE?
Mi experiencia es que, en la evolución que está teniendo la RSE o la Sostenibilidad, es, al menos en la empresa, casi más importante desarrollar perfiles sólidos y consolidados financieros y/o de negocio y además incorporar la sensibilidad y el conocimiento profundo de la RSE, que especializarse directamente en el mundo de la RSE. En este sentido, creo que las nuevas generaciones de profesionales deberían trabajar los atributos que siempre hemos venido comentando que caracterizan al profesional de la RSE: empatía, capacidad para crear aliados interna y externamente, capacidad de escucha y análisis del entorno, ser aquel “palabro” que tuvo su momento: intraemprendedores, conseguir mover a la organización y mantener claros esos ideales de búsqueda de impacto positivo de la organización y mejora continua, tener perseverancia y resiliencia porque en ocasiones el entorno no va a ser propicio, pero, además, combinar todos esos atributos con un conocimiento financiero y operativo profundo de la organización y con un network interno en esos ámbitos que les permita tener cierto ascendente en la organización.
¿Cómo ves el futuro de la RSE y la Sostenibilidad? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas dos décadas?
La Sostenibilidad es un concepto que todavía es demasiado joven y está en continua evolución, y eso supone, en sí mismo, un reto, porque está sujeto todavía a ciertas crisis de identidad.
Como ejemplo, nadie cuestiona la existencia de una Dirección Financiera o de Marketing o de Recursos Humanos e, incluso, en su propio nombre, no suele haber mucha variación. Son direcciones de primer rango, presentes siempre en los Comités de Dirección.
Sin embargo, la Sostenibilidad todavía tiene una multiplicidad de concreciones en las empresas, dentro de otras áreas o independientes, con nombres diversos y con diferente jerarquía en cada organización. Partiendo de esta base, que hace que cualquier predicción sea un tanto osada, mi impresión es que, a pesar de esas crisis que recurrentemente parecen cuestionar la importancia de integrar la Sostenibilidad en las empresas, el camino que, especialmente en Europa, pero también a nivel mundial, con diferentes velocidades, se ha emprendido para considerar los aspectos sociales, ambientales y éticos en el desarrollo de los negocios y la concepción de que es imprescindible una acción conjunta de Gobiernos, empresas y sociedad para conseguir que la vida en el planeta se pueda mantener, es imparable.
Por el camino surgirán siempre obstáculos. Está claro que una economía basada en un modelo sostenible tiene ganadores y perdedores respecto al modelo actual y posiblemente los perdedores, empresas, sectores, países, intentarán, como ya ha ocurrido en el pasado, descarrilar esa transición. Y también es cierto que la propia manera en que se haga esta transición (el famoso “sin dejar a nadie atrás”) puede generar tensiones. En mi opinión, algunos de los cuestionamientos a la Sostenibilidad que se han producido en los últimos tiempos han venido derivados de la aceleración que a nivel regulatorio y de políticas se ha querido imponer desde la Unión Europea, sin valorar adecuadamente las repercusiones en el corto plazo en las personas. Y este es uno de los grandes retos: garantizar que la transición se produce a una velocidad suficiente para que no lleguemos demasiado tarde, pero sin que esa velocidad y los efectos colaterales de las transformaciones generen un rechazo en la sociedad.
“La Sostenibilidad no es una cuestión de ideología, sino de necesidad. Los políticos deberían evitar capitalizar de forma partidista el concepto para evitar la reacción opuesta en sus rivales políticos”
También es fundamental intentar revertir el proceso de politización del concepto de la Sostenibilidad, que, con el caso de la Agenda 2030, ha sido más que evidente. La Sostenibilidad no es una cuestión de ideología, sino de necesidad. Los políticos deberían evitar capitalizar de forma partidista el concepto para evitar la reacción opuesta en sus rivales políticos que lo demonizarán sin entrar ninguno de ellos a entenderlo. Igual que los profesionales entendemos que tenemos en ocasiones que buscar alianzas incluso con nuestros competidores y con grupos de interés en principio opuestos, para conseguir una mejor implantación de la Sostenibilidad, los políticos deberían hacer lo mismo.
Otro de los grandes retos es sobrevivir a la equiparación de todos los elementos de la Sostenibilidad a los financieros y llevar a la práctica lo que a veces suena tan bien en la teoría. La cuantificación de los impactos financieros, por ejemplo, de los aspectos (impactos, riesgos y oportunidades) sociales, ambientales y éticos. ¿Podremos evaluar con precisión el impacto financiero de incorporar más personas con discapacidad, de que más mujeres ocupen posiciones directivas o que la empresa contribuya a la conservación de una especie animal? Después de llevar más de 20 años midiendo impactos ESG, no deja de llamarme la atención —en conversaciones con colegas— que ahora se dé por supuesto en muchas empresas y por el regulador que esto se puede hacer fácilmente. Lo que sería más peligroso aún es que porque no se pueda medir con precisión el impacto financiero de estos y otros muchos elementos, se considere que no son relevantes.
En lo sustantivo, en los pilares de la Sostenibilidad —ambiental, social y ético— en mi opinión hay algunos grandes retos:
En lo ambiental, sin duda, el cambio climático va a seguir siendo el principal reto y sus consecuencias: el incremento de fenómenos meteorológicos extremos, la sequía, la pérdida de biodiversidad;
En lo social, uno de los grandes retos va a ser el aumento de la desigualdad, tanto a nivel mundial como dentro de los países, junto con la polarización política;
Y desde el punto de vista de la gestión empresarial, el mapeo completo de las cadenas de valor supone un gran reto. El impacto de la Directiva de Diligencia Debida va a exigir un mayor conocimiento y control de las cadenas de valor, lo que implicará probablemente revisar las relaciones contractuales para reforzar el aseguramiento del respeto de los Derechos Humanos en toda la cadena.
En todo caso, la Sostenibilidad siempre presenta oportunidades. Desde un punto de vista generalista, identificar las cuestiones más relevantes para los grupos de interés, los principales impactos positivos y negativos, los riesgos y oportunidades y orientar el negocio a dar respuesta a esas cuestiones más relevantes, reduciendo los impactos negativos y los riesgos y maximizando los impactos positivos y las oportunidades, es siempre positivo. Considerar, por ejemplo, grupos de clientes minoritarios cuyas necesidades no están cubiertas, para poder diseñar productos y servicios que les den respuesta, es una oportunidad de negocio clara.
Y todos los grandes retos presentan también oportunidades. Desde nuestro ejemplo concreto, la lucha contra el cambio climático no solo presentaba el riesgo de quedar fuera del negocio, si no hubiéramos liderado la transición justa hacia un modelo de generación basado en fuentes renovables, cerrando capacidad térmica. También presenta una oportunidad de descarbonizar otros sectores, impulsando la electrificación del consumo industrial, doméstico y de movilidad.
Todo gran reto presenta también muchas oportunidades. Y muchos de ellos solo empezamos a vislumbrarlos. Por ejemplo, todo lo relacionado con la inteligencia artificial, que presenta unos riesgos evidentes, pero también va a generar grandes oportunidades de negocio si se gestiona de forma responsable.
Por resumir, yo creo que la Sostenibilidad afronta grandes retos en los próximos años, pero mi intuición es que le espera un futuro brillante.
¿Cuál considera que ha sido tu mayor contribución al campo de la RSE?
Aportar rigor, junto con muchos otros profesionales, lo que creo que es muy relevante, para desprender al concepto de la RSE de esa concepción inicial de “María”, de elemento ornamental, filantrópico y poco riguroso, compartir mi conocimiento con distintas generaciones, a través de la labor docente, y reforzar el gobierno de las instituciones relacionadas con la Sostenibilidad.
¿Cómo te gustaría que se te recordara en el ámbito de la RSE?
Como alguien entusiasta que intentó aportar rigor, fue generoso a la hora de compartir conocimiento e intentar que la integración de la Sostenibilidad se extendiera en el tejido empresarial y cuando participó en órganos directivos de organizaciones intentó que fueran referentes de buen gobierno y buscaran siempre lo mejor para el conjunto de los miembros, más allá de intereses particulares. Alguien que, además, consiguió encontrar dentro del mundo de la Sostenibilidad a muchos amigos con quienes a lo largo de los años compartió ilusiones, éxitos y decepciones.
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