¿En qué consiste la nueva aventura de Deusto Business School Health (DBSH)?
En el sector salud hay muchos indicadores (demografía, enfermedades crónicas, seguridad clínica, etc.) que exigían una transformación profunda del sector, que no se ha hecho. El problema esque no hay un grupo que analice qué es lo que están haciendo los países de forma organizada para aprender de esas transformaciones. DBSH lo que va a intentar es ofrecer formación y encuentros para acelerar el cambio y traer el conocimiento a España. No estamos sólo enseñando sino aprendiendo, por eso lo del puente entre las reformas entre ambos continentes. Actualmente, hay mucho conocimiento sobre lo que hay que hacer en un hospital concreto pero poco de lo que hay que hacer en política sanitaria.
Con todos los cambios en las políticas en sanidad, ¿hacia dónde se encaminan los sistemas sanitarios globales?
Existe una corriente que es la de la contención del gasto, la congelación de sueldos, la centralización de compras, cambiando de marcas a genéricos. El problema es que a eso lo están llamando ‘reforma’ cuando no lo es, porque no se cambia las causas que han llevado a tener 15.000 millones de euros de deuda a España en materia de sanidad.
¿Cuál es la solución para sustituir las políticas de contención?
Lo que se necesita es una agenda de transformación, que es lo que proporciona justamente el DBSH. Esta agenda impulsa más la atención primaria en casa y menos en los hospitales. Hay que mover la gestión de los pacientes crónicos (el 75% en España) para que les podamos atender mucho mejor desde casa y de forma independiente, es lo que se llama ‘medicina proactiva’. Ya existen muchas tecnologías que permiten hacer eso. Se pueden controlar hasta siete enfermedades crónicas mandando desde tu móvil los datos. Así, en lugar de ir a urgencias, va antes un médico a tu casa porque se hace un seguimiento continuo y no se espera a que el paciente llegue a estar como para ir a urgencias, con el consiguiente ahorro.
¿Y este modelo ya funciona en algunos lugares?
Muchas organizaciones y gobiernos están empezando a hacer esto. El modelo vasco es un buen ejemplo. También en Cataluña se está empezando a implantar, en Canadá, California…Pero para conseguir esto se deben hacer muchas cosas, como invertir en tecnologías y hacer una estratificación de la población para saber qué pacientes tienen más riesgo. El ahorro no está en buscar copagos o eliminar la atención de inmigrantes, lo que nos saca hacia un modelo sostenible es la proactividad.
¿Cómo se puede convencer al Gobierno de que existen modelos alternativos como el que defiende?
Hay que decirles que la política sanitaria de contención del gasto no es un relato positivo porque desmotiva a los ciudadanos y a los profesionales de la salud. En cambio, si empezamos a abrir este modelo transformador, lo que se transmite es que nos interesa la salud de los pacientes, es un argumento político que tiene que ver con los pacientes, no con los recortes.
¿Podría decirse que ha habido cierto intrusismo por parte de la economía en la sanidad?
Esto no depende del Ministerio de Economía, esto pertenece al Ministerio de Sanidad. Como ministro o consejero no puedes dejar que la crisis se traslade a los sectores de educación ni de sanidad, no digo que no les afecte, pero hay que protegerlos, sobre todo cuando hay crisis. Estamos deshaciendo cosas en lugar de construirlas. ¿Por qué en el País Vasco nos ha ido bien en este sentido? Pues porque no hemos hecho política, sino que hemos protegido a nuestros pacientes.
¿Cómo asesor de Obama, cuáles fueron sus consejos mejor valorados en cuanto a la reforma del sistema sanitario estadounidense?
Somos un grupo de europeos que vamos allá donde nos quieran escuchar. No estamos asesorando a Obama, sino a los estados que van a hacer esas reformas. Lo que ocurre es que a partir de 2014, todos los americanos deberán tener cobertura sanitaria y para llevar a cabo esta medida hay una obligación de que las empresas cubran los 40 millones de dólares que faltan y Washington ponga también dinero para que se pueda cubrir a todos los ciudadanos; pero progresivamente cada estado deberá encargarse de las coberturas de sus ciudadanos. De hecho, hay estados republicanos que lo van a hacer.
¿Son las tecnologías una herramienta fundamental para esta transformación de la sanidad?
Son buena parte de la solución pero no la única. No puede ser que alguien mande sus datos al hospital con su smartphone y cuando tenga algún problema, no se pueda enviar a una enfermera a su casa. Hay muchos incentivos para que el mundo de las tecnologías avance en esa dirección pero muy pocos para que el sector sociosanitario lo haga, y deben ir a la par.
Las empresas de telecomunicaciones tienen mucha actividad en el ámbito de la salud, la investigación y el desarrollo. ¿Qué papel pueden jugar para promocionar la salud?
El hecho de estar empezando una colaboración público-privada para impulsar la medicina no presencial ya es interesante. Las empresas no es que se estén haciendo un lavado de cara, sino que están empezando a colaborar con el sector público por una buena causa, aunque probablemente haya un interés económico. Lo que es importante es que las empresas no creen tecnologías sin haber hablado antes con el sector público para decirles qué es lo que necesitan. Es bueno que exista un diálogo público-privado para saber cuáles son las necesidades, que van a ir sobre todo en el sentido de la medicina no presencial.
¿Cómo están afectando los acontecimientos socioeconómicos a la actitud de los propios profesionales?
Las sociedades científicas empiezan a posicionarse en el terreno más transformador. Los médicos están dispuestos a hacer cosas diferentes. En los congresos ya no solo se habla solo de tecnología y medicina, sino de la sostenibilidad del sistema. En España tenemos un buen equilibrio entre el sector público y el privado, pero la Administración Pública debe hacer el viaje hacia la sanidad proactiva, la atención primaria.