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¿Cómo nació la idea de «Elvia La Rastreadora» y qué significa para ti este nombre?
En realidad creo que ya nací como Elvia la rastreadora. De hecho cuando solo tenía unos meses mi madre escribió un cuento que se titulaba “Elvia la cachorrita rastreadora” en la que yo era la protagonista, así que en realidad siempre he sido Elvia la rastreadora. Como mis padres son rastreadores, sobre todo mi padre ya que esa es su profesión, pues yo he ido aprendiendo de ellos desde pequeña, saliendo mucho al campo y estando en contacto con la naturaleza y con todo tipo de animales. Así que rastrear para mi es algo tan natural como andar o leer. ¿y qué significa para mí ese nombre? pues es lo que me identifica, lo que me hace diferente y especial, es como mi esencia, no sé explicarlo. Ya todo el mundo me conoce así y no me imagino sin ser rastreadora.
Lo de hacer la cuenta de IG elvialarastreadora fue idea de Malena, una muy buena amiga nuestra, que aunque vive lejos nos quiere y nos ayuda un montón y para mí es como de mi familia. A mis padres no les gusta nada el mundo de las redes sociales, pero ella les dijo que tenían que dar a conocer al mundo lo que yo hacía, porque podía ser un ejemplo muy bonito para otros niños y niñas, y que el mundo necesitaba gente así, que inspirase a otros. Así que el día después de cumplir los 11 años mi madre creó la cuenta, que lógicamente gestiona ella porque yo soy pequeña. Allí cuento en videos cosas que voy descubriendo de la naturaleza, sobre todo de los animales y del rastreo.
La idea es que la gente aprenda cosas curiosas de ellos y quite el miedo o la mala fama también a algunos animales, que le coja el gustillo a mirar la naturaleza de otra manera y que le cojan cariño, para que así a todo el mundo le salga desde dentro las ganas de cuidarla y no haya que convencer a nadie de que es lo que hay que hacer. Así también la gente puede viajar a través de mis videos, los seguidores que tengo de sudamérica pueden conocer la fauna de Europa, y como a veces también viajo a otros lugares como África, también pueden acompañame de otra manera todos mis seguidores. Aunque mis videos también enseñan que a veces hay cosas flipantes literalmente en la puerta de nuestras casas.
¿Qué temas son los que más te preocupan y por qué?
Pues lo que más me preocupa actualmente somos nosotros los humanos, o mejor dicho, cómo nos comportamos con el planeta y con el resto de personas, porque al fin y al cabo somos técnicamente los que más daños provocamos ya sea en la naturaleza como en nosotros mismos. Cualquier día y en cualquier lugar veo acciones que no deberían hacerse, desde tirar basura en cualquier parte a aplastar un insecto sólo porque les parezca feo. La gente muchas veces no se para a pensar en las consecuencias de lo que hace, y a veces aunque se lo digas les da igual.
Pero yo pienso que todo lo que hagamos a la naturaleza nos acaba rebotando a nosotros. Y eso sin hablar de las barbaridades que se hacen a otras personas, de lo mal que se las trata a veces sólo por ser diferentes o de las guerras.
Con tan solo 12 años, acabas de publicar tu primer libro: “Cosas que me flipan de los animales”. ¿Qué nos puedes explicar de esta experiencia?
Os cuento. La cosa es que mis padres han escrito más de 15 libros sobre rastros o rastreo de animales o de personas, es decir, que llevo toda mi vida viéndoles hacerlo, así que cuando regresé de mi primer viaje a África decidí que yo también quería escribir uno. Mi madre me intentó convencer de que no lo hiciese, me decía que era “un marrón”, que no era un juego y requería mucho tiempo y esfuerzo, pero como soy muy tozuda me empeñé en hacerlo. Ella me dijo que me apoyaría, pero que si lo empezaba lo tenía que acabar, que no podía dejarlo a medias cuando me cansase, y que tenía que hacerlo muy bien porque no se puede publicar cualquier cosa. Me costó casi un año escribir las historias y hacer las ilustraciones a acuarela, que fue lo más difícil y lo que más me frustraba y me hacía desear rendirme.
No voy a mentir, no fue una tarea fácil. Tenía que dedicar muchas horas a ello, y entre el cole y que además entonces iba 10 horas a la semana a una academia de baile urbano en lo que compito, pues no me quedaba mucho tiempo. Pero al final ha merecido mucho la pena. Escribí 30 historias que me han ocurrido con animales durante mi vida, así que recordarlas y buscar fotos de cuando pasaron ya era guay.
Luego a cada historia con cada animal le acompaña en la página de enfrente digamos que la ficha técnica con el dibujo del animal o del rastro, explicando algunas características y datos curiosos. La verdad es que ahora me siento muy orgullosa de haberlo hecho y no solo por el esfuerzo y las horas que metí en él , si no también la reacción de la gente al ver que he escrito un libro con esa edad, y sobretodo me encanta cuando la gente que lo ha comprado me dice que le ha encantado y que cuando voy a hacer el siguiente..
¿Cómo te comunicas con otros niños y niñas para motivarlos a cuidar del planeta?
Uf, pues esa no es una tarea fácil porque actualmente en el mundo que vivimos lo más importante es tener conexión y estar todo el rato pegado a una pantalla. Entonces yo, como concienciadora de la vida salvaje, quiero transmitir que no todo está en una tablet o un móvil si no que también está fuera de casa, que es donde más se disfruta del planeta. Y sí, ya sé que es contradictorio que diga eso y que mis videos los cuelgue en una cuenta de instagram en la que tengo casi 30.000 personas me siguen, pero a veces es casi la única forma de llegar a la gente, en especial a la de muy lejos, y al menos con mi cuenta pueden ver cosas bonitas y educativas. Pero si puedo me encanta también presentar mi libro, o dar charlas o talleres para contar mis cosas, de hecho hace muy poquito hemos creado una comunidad de Wildlife Lovers que se llama WILDERS, en la que quiero poder comunicarme con mucha gente para contarle mis descubrimientos, mis viajes, enseñarles rastreo y enamorarla de la naturaleza…
Eso no quita que no aproveche cada ocasión que tengo para enseñar cosas a la gente, si estoy en un sitio, en la calle mismo, y veo algún animal a veces como me pongo a mirarlo y la gente se para a preguntarme qué hago y entonces yo les cuento y les gusta. Pero la verdad es que lo más difícil es motivar a los que tengo más cerca, como a los niños del cole o del instituto. De hecho, como me consideran un bicho raro, a veces hasta si entra un bicho en clase o van a matar solo porque saben que eso a mí me duele. Aunque afortunadamente no todos son así, y hay también muchas compañeras a las que les gusta que les cuente mis historias y que gracias a eso están empezando a tratar de otra forma a los animales que se encuentran. Hasta han empezado a mirar las etiquetas de lo que comen para no consumir productos que tengan grasa de palma porque les he contado lo que ocurre en lugares como Sumatra con la palma y los orangutanes.
¿Qué mensaje les darías a los niños y niñas que quieren ser activistas pero no saben por dónde empezar?
El mensaje que les daría es que lo primero que tienen que hacer es sentir, no se puede transmitir algo tan importante si no te sale desde dentro. Así que lo primero es aprender sobre lo que tenemos a nuestro alrededor, fijarse en los pequeños detalles que al final son los que pueden tener una gran historia detrás. Cuando aprendemos cosas sobre un animal por ejemplo y lo podemos ver con curiosidad y cariño creo que ya nos hemos convertido en activistas. ¿por qué? pues porque cuando quieres a alguien nadie tiene que explicarte que lo debes cuidar, y nadie tiene que obligarte a hacer las cosas bien, porque te salen del corazón. Pues con la naturaleza es lo mismo, si estas enamorada de ella ya eres activista porque todo lo que haces intentas que sea bueno para las plantas y los animales, y así ya estás dando ejemplo y otros niños y niñas te podrán imitar. Así que si leen libros de naturaleza, ven documentales y sobre todo salen mucho al campo y se lo pasan bien en él, es la mejor manera de empezar.
¿Quiénes son tus referentes o personas que te inspiran?
Mis padres, Paloma Troya y Fernando Gómez, eso está claro, porque saben un mogollón de cosas de los animales, de los rastros, de las plantas, de culturas… así que con ellos aprendo en cualquier momento y en cualquier lugar, hasta en casa cuando aparece alguna arañita o viene alguna abeja a nuestro hotelito de insectos.
Además con ellos salgo muchísimo al campo, que me encanta, y también me llevan a unos viajes flipantes, como del que acabo de volver. Estas Navidades he estado en Zambia, pero no de turista normal, he estado buscando y quitando lazos que ponen los furtivos para matar animales y también ayudando a mi padre a dar un curso de rastreo de fauna y personas aplicado a la lucha antifurtivos a unos chicos de Zambia que se dedican a proteger allí a los animales. Ellos siempre me apoyan en todo, me cuidan y me protegen. Me encanta porque hacemos un equipo genial.
Pero también tengo otras personas que me inspiran, como Jane Goodall a la que me encantaría poder conocer o al menos escribir, y David Attemborough, al que ya escribí y me contestó y al que me encantaría poder dar un abrazo alguna vez, porque además de todos los documentales que he visto suyos y de que me encanta como los cuenta, me inspira mucha ternura. Es como un abuelito.
¿Cómo imaginas el planeta en el futuro, cuando seas mayor, y qué crees que podemos hacer para mejorar su estado?
Buf, esa pregunta no me gusta pensarla, porque siendo sincera creo que, si seguimos así, no sé qué va a ser del planeta ni de nosotros. Por eso es tan importante que lo hagamos bien, pero ya. Y aunque realmente creo que cada vez hay más gente que se preocupa por el planeta, también hay mucha gente que pasa de todo. Veo como mucho contraste. En África por ejemplo puedes ver lugares maravillosos llenos de vida por todas partes con animales espectaculares dignos de una postal, y muy cerca lugares llenos de basura y plástico por todas partes y la gente viviendo entre barro y basura. Aquí igual no es tan exagerado, pero sí parecido, podemos ver que las ciudades están más o menos cuidadas y limpias pero solo hay que dar una vuelta por un área de servicio o cerca de alguna gasolinera de carretera para ver la cantidad de basura, bolsas y botellas de plástico que seguimos tirando, a veces hasta desde la ventanilla del coche.
¿Qué podemos hacer para mejorar el estado del planeta? simplemente ser conscientes de que el planeta es como una persona que está muy enferma, y que no hacerle caso y no cuidarla y alimentarla mal y tratarla mal empeorará su enfermedad hasta que muera.
Sin embargo si a esa persona (al planeta) le tuviésemos cariño como si fuese de nuestra familia, la cuidaríamos mientras está enferma, la mimaríamos, la alimentaríamos bien, la protegeríamos y así tal vez su enfermedad iría a menos y se salvaría. Así que o empezamos a aprender a querer al planeta (para eso hago mis videos, mi libro, mis charlas) o dará igual lo que nos digan los políticos o las normas que debemos hacer, porque no servirá para nada.
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