Esta entrevista forma parte de la Revista Corresponsables 77: Especial ODS18.
En esta entrevista, Raúl Sanahuja, Responsable Comunicación Epson Ibérica, habla sobre la importancia de añadir un «ODS 18» a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, enfocado en garantizar una comunicación eficaz que movilice a la sociedad hacia estos objetivos globales.
A través de su experiencia, Raúl Sanahuja reflexiona sobre cómo la comunicación puede y debe jugar un papel central en la promoción del desarrollo sostenible y en la construcción de una sociedad bien informada.
¿Por qué es necesario un ODS 18 dedicado a la comunicación responsable?
La velocidad de circulación de la información y la proliferación de las fake news hace más necesario que nunca una cierta guía para una comunicación responsable, que exija transparencia, veracidad de los datos y vuelva a generar confianza. En España, por ejemplo, los niveles de confianza de la sociedad hacia la comunicación, sea ésta por parte de los medios, las empresas o las instituciones, han caído en cualquier caso por debajo del 50%. Tenemos deberes, por tanto.
¿Cómo puede promoverse un diálogo abierto y constructivo sobre desafíos globales, como el cambio climático y la reducción de la pobreza, a nivel internacional?
Cualquier diálogo constructivo debe partir de una base cooperativa, colaborativa y transparente. Además, resulta muy importante contemplar a todos los stakeholders implicados y que se les escuche. A partir de ahí, elaborar una guía con el máximo de acuerdo posible y que genere una línea de actuación de mínimos respetables. Para ello, la comunicación resulta esencial en todos los niveles, en el de los acuerdos iniciales, pero también en cómo estos se van a trasladar a la sociedad.
¿Qué medidas concretas pueden tomarse para garantizar la libertad de opinión y prensa en un mundo cada vez más conectado digitalmente?
Escuchaba a Daniel Innerarity hablar de las diferencias entre inteligencia artificial y la inteligencia de los humanos y empezar por algo que nunca va a tener una IA, el sentido común. Ese espacio que nos hace diferenciales, como humanidad, es el que debe estar en la base de cualquier medida. El sentido común, que integra en sí mismo el respeto y la convivencia de sentimientos diferentes o pensamientos no afines. La libertad de opinar y comunicar es un valor esencial irrenunciable, siempre y cuando aquellos datos que se utilicen sean veraces, puedan certificarse por un tercero y tengan un fin no lesivo.
¿Cuál es la estrategia más efectiva para combatir la difusión de noticias falsas (fake news) y la propaganda en línea?
Pregunta harto complicada. Vivimos rodeados de clickbait, propaganda e influencia. La estrategia debería ser la de informar de la desinformación. La de incluir ya en una base académica desde muy temprano la capacidad de discernir, reflexionar y discriminar lo “fake” de lo veraz. Debería ser un elemento competencial más del currículo de nuestro alumnado. Quizás un elemento de corresponsabilidad entre los profesionales de la comunicación y de la docencia nos lleve a una línea de sentido común aplicado y apropiado en este sentido.
¿Cómo podemos ayudar a las personas a que utilicen de manera responsable y ética los “poderes de comunicación” a través de las redes sociales?
En línea con lo anteriormente expuesto: educando. Si trabajamos las esferas de los profesionales de la comunicación (manifiesto o decálogo, apoyados por un posible ODS18 que ejerza de guía), los profesionales de la docencia (incluyendo la competencia de la comunicación corresponsable) y la individualidad ejerciendo presión sobre los creadores de fake news (exponiéndolas y demostrando su falsedad o poca veracidad), quizás resulte en una ecuación constructiva de una sociedad mejor preparada para ser juez y parte en las redes sociales.
¿Cuál es el papel de la colaboración entre el sector público y privado en el apoyo al periodismo riguroso y de calidad?
La colaboración en sí misma, ya es un eje clave de avance y progreso. Las esferas públicas y privadas deben hablarse y sentar bases de buenas prácticas en cualquier ámbito. En el de la comunicación y el periodismo es aún más crítico, porque se trata de entornos claramente influyentes y pedagógicos. Aprovechemos esas plataformas para tratar con el ejemplo, por favor. Soy un fiel defensor del incentivo en positivo. El marco regulatorio es clave para sentar base de desarrollo, y a veces muy férreo (lo vemos con las directivas europeas que están a punto de empezar a tener vigencia, en el apartado de comunicación responsable). Pero no sólo de prohibiciones vive una sociedad, también hay que saber resaltar e incluso premiar la buena labor. Quizás exista la opción de generar un “buen hacer” destacado e incorporar también esa competencia en el desarrollo curricular por parte de la administración pública.
¿Cómo se puede avanzar en la promoción de la diversidad y la igualdad de género en la industria de la comunicación y las relaciones públicas?
Con el movimiento. Sólo se avanza desplazando aquello que queremos que se mueva hacia adelante. Claramente con un marco que lo incentive, una vez más. Partiendo del ejemplo en las “grandes casas”, incluidos los gobiernos, se genera el efecto espejo necesario para que esto suceda a todos los niveles. Con respeto y sin prohibiciones, con motivación y con un buen uso de la comunicación. Además, es preciso también atender a cómo comunicamos, no sólo quiénes lo hacen. Por tanto, ya desde el lenguaje, ser capaces de integrar la equidad, diversidad e inclusión como guías ineludibles.
¿De qué manera podemos fomentar, a través de la comunicación, la empatía hacia aquellos que sufren hambre, pobreza, falta de oportunidades, guerra, migraciones forzadas y discriminación?
Dándoles voz. A menudo son los grandes olvidados. Ayudarles, darles voz y atender su realidad no sólo cuando las crisis explotan, sino también antes de ese momento.