¿Qué importancia tiene para vuestra organización formar parte de la Alianza País Pobreza Infantil Cero y qué objetivos concretos esperáis conseguir con ella?
Existe un antiguo proverbio etíope que dice que “cuando las arañas tejen juntas, pueden atar a un león”. Para FAD, entrar a formar parte de la Alianza País Pobreza Infantil Cero significa entrar a formar parte de esa telaraña, aportar su hilo, para frenar uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos como sociedad: la pobreza o el riesgo de pobreza de muchos niños y niñas en España. La pandemia del COVID19 ha agravado el contexto social y económico y ha aumentado las probabilidades de que entren en situación de pobreza y puedan ver condicionadas sus expectativas de proyecto vital.
Entrar a formar parte de la Alianza supone crear o estrechar lazos con entidades que persiguen este mismo fin, y de esta forma multiplicar las posibilidades de acción y compartir aprendizajes que nos harán ser más eficientes. Supone, en definitiva, poner foco, de forma colectiva, a una situación que no deberíamos permitir como sociedad.
¿De qué forma está vuestra organización trabajando para erradicar la pobreza infantil en España? ¿Nos puedes explicar brevemente vuestra evolución hasta la actualidad?
Uno de los principios básicos que fundamenta la labor de FAD es la defensa de los derechos humanos y contribuir al desarrollo integral de los menores y jóvenes mediante proyectos e iniciativas educativas que palíen la brecha digital, que ofrezcan igualdad de oportunidades educativas a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, tanto en España como en Latinoamérica donde llevamos 20 años trabajando en proyectos de Cooperación al Desarrollo.
Somos firmes defensores de que la educación es la mejor arma para luchar contra las desigualdades sociales y de la escuela como espacio para ofrecer esa igualdad de oportunidades donde la diversidad sea un valor enriquecedor y positivo para toda la comunidad.
Por eso desde FAD apoyamos la labor de los centros educativos y de los docentes cada día, facilitandoles formación y herramientas para abordar temas fundamentales en el aula, como prevenir el discurso del odio; prevenir conductas de riesgo como el consumo de drogas; o fomentar el pensamiento crítico o la diversidad, entre muchas otras.
Esta forma de trabajar -analizando, sensibilizando y actuando sobre diferentes aspectos que afectan a los más jóvenes- tiene el objetivo final de promover el desarrollo personal y social, global e igualitario, de adolescentes y jóvenes. Y llegar a este punto ha sido fruto de una larga evolución de FAD.
Durante sus primeras décadas de vida, FAD -que nació en 1986 como Fundación de Ayuda contra la Drogadicción- se centró en la prevención de los riesgos asociados a los consumos de drogas. Pero poco a poco nos dimos cuenta de que las estrategias educativas empleadas para prevenir los consumos de drogas eran válidas para la prevención de cualquier conducta de riesgo social (violencia, xenofobia, bullying, etc).
En 2011 se amplió la misión para trabajar desde el prisma educativo, no solo sobre la prevención de los riesgos que les amenazan, sino también en programas e iniciativas que les ayuden a desarrollar plenamente su potencial, que les ayuden a llegar a ser ciudadanos y ciudadanas más comprometidos, críticas, responsables y saludables.
¿Puedes especificarnos algunos proyectos desarrollados de forma conjunta con empresas que estáis llevando a cabo en esta materia y qué objetivos persiguen?
En el año 2020, tras analizar lo ocurrido en el sector educativo durante el confinamiento y la pandemia, nos dimos cuenta de que la transformación digital de la educación debía ser una prioridad y pusimos en marcha junto a BBVA el proyecto Educación Conectada. Un proyecto de respuesta a la emergencia educativa que entre sus objetivos tiene paliar la brecha de uso digital.
Lo hacemos mediante diferentes acciones: formando y acompañando a los centros escolares en su proceso de transformación digital; formando a docentes, familias y alumnado en competencias digitales clave para hacer frente a una educación blended; ofreciendo soluciones imaginativas -aportadas por jóvenes universitarios- sobre cómo adaptar los centros a la nueva realidad pos-COVID; o investigando sobre las necesidades reales de la comunidad educativa.
También contribuimos a una educación inclusiva y de calidad con el programa “Diversidad en serie” apoyado por Netflix para trabajar la inclusión y la aceptación de la diversidad, y con Facebook en el proyecto “Desactiva tus prejuicios”. Aparte de varias iniciativas desarrolladas con Google para trabajar el uso adecuado de las tecnologías y el apoyo a que los más pequeños sean buenos ciudadanos digitales, así como el desarrollo del pensamiento crítico y alfabetización mediática, tan necesaria hoy en día para combatir la desinformación y la polarización. Estos son algunos ejemplos de los doce proyectos que tenemos en marcha para apoyar la labor docente en la educación del siglo XXI.
¿Cuál es la situación actual de la lucha contra la pobreza infantil en el tercer sector español en su globalidad?
En nuestra opinión, la lucha contra la pobreza infantil se ha convertido en un tema vertebral para muchas entidades del Tercer Sector que están haciendo un trabajo fantástico. Lamentablemente la realidad se ha impuesto una vez más y nos ha demostrado que en las crisis los más vulnerables sufren más, son más vulnerados por el contexto, y los menores son uno de esos colectivos que no podemos desatender bajo ninguna circunstancia.
Los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida (INE) referentes a las tasas de riesgo de pobreza indican, una vez desagregados por grupos de edad, que los colectivos más vulnerables siguen siendo la infancia y la juventud. El 27,1% de los menores de 16 años se encuentran en situación de riesgo de pobreza, una cifra por encima del 20,7% que se registra para el total de la población.
Es un precio demasiado alto que no nos podemos permitir. Los derechos y necesidades actuales de niños y niñas deben ser asegurados y cubiertos. Además, suponen el futuro, nuestro futuro como sociedad, y asegurarnos de que todos y todas puedan acceder a las mismas oportunidades de futuro es nuestra responsabilidad. Y la pobreza cercena esas posibilidades de futuro y desarrollo.
Es un gran reto pero el tejido social en España está comprometido y cada vez más unido -gracias a iniciativas como la Alianza País Pobreza Infantil Cero– para encontrar sinergias y soluciones más eficaces.
¿Cuáles son los otros grandes retos y desafíos de tu organización en esta materia para los próximos años?
Como ya he señalado, uno de los mayores retos en Fad es contribuir a la eficaz transformación digital del sector educativo y a la eliminación de la brecha digital, en su vertiente de uso.
Imaginamos un futuro en el que todos los niños y niñas puedan desenvolverse digitalmente de manera segura, responsable y eficaz para acceder al conocimiento, a las oportunidades formativas que brinda el ámbito digital, de una manera igualitaria.
Que sus profesores y profesoras puedan ser figuras de referencia en este terreno sintiéndose seguros y sin carencias formativas para serlo. Que las familias, cualquier familia, se sienta acompañada en su formación digital, con acceso a herramientas que les faciliten el día a día. Que la educación, apoyada en las posibilidades que ofrecen los entornos digitales, pueda llegar a cualquier rincón o colectivo vulnerable y nadie sea excluido. Supone un desafío tremendo, un sueño hoy en día, pero al fin y al cabo, los sueños son la gasolina que nos empuja a la acción, como individuos y colectivamente.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Una alianza de país para combatir la pobreza infantil.