Joan Fontrodona ha asumido la presidencia del jurado de los Premios Corresponsables para los próximos años. Es una autoridad en el ámbito de la ética como profesor ordinario y director del Departamento de Ética Empresarial del IESE Center for Business in Society y director académico del centro.
¿Cómo afronta su nueva etapa en la presidencia del jurado de los Premios Corresponsables? ¿Qué objetivos se plantea como presidente del Jurado?
Con la responsabilidad de dar continuidad al trabajo de los que me han precedido en esta tarea, y que son nombres relevantes en el ámbito de la Responsabilidad Social de la empresa (Ramón Mullerat, Juan José Almagro y José Luis Fernández), y con la ilusión de contribuir al fomento de la RSE desde lo que implica la concesión de los Premios Corresponsables. Hasta ahora los Premios han ido ganando en extensión, tanto geográficamente como en categorías de entidades premiadas. Quizás deberíamos ahora poner el foco en que a través de los premios se pusiese de manifiesto la variedad de temáticas que cubre la RSE, así como saber combinar las acciones innovadoras con el compromiso continuado con la RSE.
¿Qué supone para una organización recibir uno de los Premios Corresponsables?
El reconocimiento de su trabajo a favor de la RSE. Es reconfortante ver la alegría con que los premiados –tanto grandes empresas, como especialmente pequeñas y medianas empresas- acuden a recoger sus premios y hacen partícipes de los mismos a toda su organización. Es una clara señal de que la RSE es un factor de unidad en las empresas.
¿Qué destacaría de los Premios Corresponsables? ¿Cuál es el principal valor de estos galardones?
Como he dicho la internacionalidad de los Premios. Junto con ello, la masiva respuesta que generan, lo cual dice mucho también del trabajo y el aprecio que en el ámbito de la RSE se ha ganado la Fundación Corresponsables durante todos estos años. También la calidad y compromiso de los miembros del Jurado, que ahora tendré el honor de presidir.
¿Qué destacaría de los procedimientos internos de valoración de las diferentes candidaturas primero por parte del comité técnico y después por parte del Jurado de los Premios Corresponsables? ¿Qué mejoras cree que son necesarias en este ámbito?
El trabajo del comité técnico es muy importante, debido a la cantidad de candidaturas que se reciben y que exige una primera labor de valoración y selección. Debemos asegurar la equidad en este trabajo, lo cual implica definir muy bien los criterios de valoración. En los años anteriores, en los que he formado parte del jurado, puedo asegurar la seriedad con que los miembros del Jurado han asumido su tarea, para intentar ser lo más justos posibles, siendo conscientes de que los premios son siempre insuficientes comparado con la cantidad de buenas acciones que se presentan a los mismos.
¿Cómo ve el momento actual de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad en España? ¿Cuál ha sido el impacto de dos grandes hitos internacionales como los ODS y el Acuerdo de París sobre Clima?
Yo diría que la RSE ha entrado en una etapa de madurez, en la que cada vez está más claro que es parte integrante de los modelos de negocio y de la cadena de valor de las empresas.
Iniciativas como el Acuerdo de París sobre el cambio climático nos ayudan a ver que la RSE empieza dentro de la empresa aunque sus efectos sean fuera: se trata de que las empresas revisen sus actividades diarias y su impacto en el medioambiente. En la misma línea, los ODS pueden servir para ayudar en la tarea de “mapear” los posibles ámbitos de acción de la RSE.
¿Cree que actualmente hay suficientes estímulos e incentivos para impulsar la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad en las organizaciones en España?
A ver qué entendemos por estímulos e incentivos. Si entendemos ayudas públicas, siempre son bienvenidas y siempre pueden ser más (no olvidemos, de todas formas, que las regulaciones y la amenaza de sanciones son también un buen estímulo e incentivo, aunque no hay que abusar de ellas, porque tienen efectos perversos no controlables).
A mí me parece –de todas formas- que hoy en día los estímulos e incentivos vienen más por la presión social y por el comportamiento que tenemos como consumidores y como ciudadanos ante las actuaciones de las empresas, diría que más como ciudadanos que como consumidores, donde todavía tenemos mucho que avanzar en términos de sensibilización. Y, sobre todo, el principal estimulo e incentivo es la propia conciencia social y ética de quienes dirigen las empresas, y de su sentido de compromiso con su gente y con las sociedades donde operan. Las empresas más comprometidas con la RSE y la Sostenibilidad acostumbran a tener primeros directivos muy comprometidos con estos temas.
¿Cuál es el momento actual que está viviendo la ética empresarial en España?
Estamos en un buen momento. El interés por el cumplimiento (compliance, según la terminología inglesa) ha puesto de nuevo en primer lugar a la ética. Al final se trata de asegurar que el comportamiento de las empresas –de sus empleados y directivos- es correcta. Evidentemente, no podemos quedarnos aquí y, por eso, el cumplimiento hay que completarlo con más cosas, pero ya es mucho que todo el mundo actúe como se supone que debe actuar. El mundo sería mejor si todos cumpliésemos con nuestros deberes. Por otra parte, hay también muchas iniciativas que ponen el impacto social de las empresas en primer lugar, o al menos a la par de la generación de valor económico.
¿Qué retos tiene la ética empresarial actualmente?
El principal reto sigue siendo pasar de las palabras a los hechos. El compromiso con la ética tiene que reflejarse también en los recursos que se destinan a estos temas. Si la ética aparece mucho en los discursos de los directivos pero poco en sus presupuestos, mala señal. No se trata de hablar, sino de hacer, y poco se puede hacer si no se destinan recursos, en dinero y en tiempo, a estas cuestiones.