¿Qué impacto social puede generar una fundación comunitaria respecto al generado por las fundaciones tradicionales?
Las fundaciones comunitarias son organizaciones no lucrativas cuyo fin es fortalecer y articular la comunidad en la que trabajan –pueblos, comarcas, pequeñas ciudades o barrios– canalizando recursos y competencias para la resolución de necesidades e iniciativas de interés común a dicha comunidad. Son fundaciones cuyo fin fundacional no es un tema o área concreta sino mejorar la vida de las personas en el territorio en el que se constituyen, algo que las hace diferentes de otras fundaciones cuyos fines suelen estar ligados a una única temática.
Por eso, con un enfoque de liderazgo comunitario, las fundaciones comunitarias procuran un incremento de la solidaridad y la filantropía local, con una clara vocación de servir y ayudar a los donantes a ser más estratégicos. Deben tener la capacidad de identificar con qué activos cuenta la comunidad: recursos, tiempo y talento, para empezar, y algunos otros que serán específicos del lugar.
Simultáneamente, las fundaciones comunitarias realizan una constante labor de escucha en la comunidad para, además de identificar recursos, entender qué preocupa a las personas que viven allí, qué necesidades detectan y cómo los recursos y las necesidades pueden cuadrarse para tener impacto en el medio y largo plazo. En este sentido, una diferencia importante con las fundaciones tradicionales es que enfocan su labor en un territorio determinado aprovechando sus oportunidades y necesidades, en cualquier tema que la comunidad estime necesario. Son, por tanto, multiámbito y trabajan en educación, cultura, integración, promoción de la economía, preservación del patrimonio cultural y medioambiental, entre otros temas.
Otra diferencia con la gran mayoría de las fundaciones, es que las fundaciones comunitarias deben constituirse como un soporte de las organizaciones no lucrativas que actúan en el terreno. Las comunitarias trabajan para fortalecer las entidades y grupos, formales o informales, que trabajan con las distintas causas y directamente con beneficiarios. En muchos casos, las fundaciones comunitarias trasladarán recursos a las organizaciones locales, quienes ejecutarán las actividades que respondan a los retos planteados, incrementando la coordinación y financiación de las mismas.
Las fundaciones comunitarias deben establecerse como una entidad con vocación no sólo de atender a las emergencias, sino de pensar estratégicamente cómo se puede transformar una comunidad a través del uso más eficiente de los recursos con los que cuenta.
Finalmente, señalaría otro aspecto fundamental que es la gobernanza. El patronato de una fundación comunitaria debe ser representativo de la comunidad en la que actúa, incorporando la diversidad que caracteriza a sociedades avanzadas como las nuestras. Debe ser representativo de diferentes sectores y personas y esto, junto con la diversidad de su financiación, debe conseguir que la fundación tenga garantizada su independencia.
¿Por qué es necesaria en España la figura de las fundaciones comunitarias?
La figura de las fundaciones comunitarias es necesaria, fundamentalmente, por tres razones. La primera es porque estamos viendo como en otros países de nuestro entorno las fundaciones comunitarias se establecen como actores confiables en los que las personas que aman un territorio tienen un espacio para participar en la mejora de ese territorio. Las fundaciones comunitarias, con su labor de liderazgo comunitario, dan lugar a la comunidad a identificar los recursos con los que cuenta, a aportar en la medida de sus posibilidades y a decidir cómo esos recursos deben emplearse para conseguir una transformación social como camino para la solución de los problemas que enfrentan las personas que allí habitan.
La segunda es porque este espacio es innovador, ágil, pero a la vez con vocación de permanencia. En España somos líderes en solidaridad pero con una peculiaridad que es que, en la mayoría de los casos, esa solidaridad va asociada a responder a un desastre o a una crisis. Sin embargo, todos sabemos que, para que se produzca transformación social, hace falta constancia y eso es una de las aportaciones de las fundaciones comunitarias.
La tercera razón es para asegurarnos que realmente todos podemos contribuir a la mejora de los lugares donde vivimos. La fundación comunitaria acoge a personas que poseen recursos como tiempo, conocimiento o dinero y también a empresas que buscan formas más estratégicas de canalizar su responsabilidad social y, por supuesto, también a administraciones públicas sensibles a las aportaciones que la sociedad civil organizada puede realizar.
¿Qué importancia tiene para la AEF impulsar el desarrollo de las fundaciones comunitarias?
Las fundaciones comunitarias surgen de la base de la sociedad. Son personas y entidades de un espacio con identidad propia (un barrio, una ciudad o un territorio concreto), que reconocen sus necesidades estratégicas y quieren ser dueños de su futuro. Es un instrumento de crear y consolidar a la sociedad civil.
La AEF considera que las fundaciones comunitarias son estratégicas para contribuir a la sostenibilidad del sector no lucrativo, algo que siempre es importante pero que, en la actual situación derivada de la pandemia, es fundamental. Tradicionalmente, las fundaciones tienen una misión muy determinada y ponen todos sus recursos y conocimiento en alcanzar dicha misión. Eso es muy bueno y, de hecho, España tiene un sector fundacional muy desarrollado con más de 9500 fundaciones activas pero nuestro país apenas tiene aún fundaciones comunitarias que, con su enfoque territorial, aúnen y coordinen recursos e iniciativas que, desde una variedad de enfoques y objetivos, se conjuguen para mejorar la vida de las personas en un lugar determinado.
La AEF tiene la oportunidad de construir una alianza de actores que impulsen este tipo de fundación que, en el fondo, supone un cambio cultural para nosotros ya que, en lugar de donar a una causa concreta, se hace a un lugar concreto. Esta oportunidad viene de la mano de una fundación estadounidense experta, la Fundación CS Mott, quien está apoyándonos en el Programa de apoyo a la creación de Fundaciones Comunitarias a la vez que a otros países como Austria, Serbia, México y Colombia. En España contamos también con el apoyo de la Fundación Daniel y Nina Carasso, en cuya misión fundacional está apoyar el desarrollo de la filantropía y quienes han entendido que este programa es una inversión que redundará en beneficio del sector no lucrativo existente, pero sobre todo de la vida de las personas.
¿Cuáles son los principales retos y desafíos a los que os enfrentáis con el impulso de las fundaciones comunitarias?
El primer reto es el cambio de mentalidad y empezar a poner el foco en aquello con lo que contamos en un determinado territorio, tanto activos, como recursos de todo tipo y, sobre todo, con la filantropía y solidaridad de los residentes, para ponerlos al servicio de la comunidad. Este cambio de mentalidad es un proceso lento. En España ya tenemos algunos ejemplos de fundaciones comunitarias que tienen décadas de experiencia y queremos que sus casos se conozcan y se imiten en otros lugares y, en este sentido, especiales como éste de Corresponsables son un apoyo de incalculable valor.
El segundo reto es construir una alianza de organizaciones, lucrativas o no lucrativas, que crean en la figura de fundación comunitaria y apoyen su difusión e impulso. La AEF es una casa con las puertas abiertas, que busca crear alianzas con otros actores, porque creemos firmemente en la colaboración y este programa es un ejemplo más.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Fundaciones Comunitarias