¿Cuál es el principal mensaje que le gustaría haber dejado a los alumnos acerca de la discapacidad, con la actividad que ha hecho con ellos?
Que no hay que tenerle miedo, que es algo absolutamente normal y que con discapacidad se puede practicar deporte y llevar una vida perfectamente normal. Ellos han hecho pruebas, han intentado nadar con las piernas juntas para no moverlas, y una serie de ejercicios que a ellos les han permitido en un momento comprobar cómo sería practicar deporte sin algún miembro de su cuerpo.
¿Y cree que les queda el mensaje para luego comunicarlo a su entorno y “hacer la cadena” e ir comunicando al resto de la sociedad el mensaje de la discapacidad?
Creo que sí, porque lo han vivido en propia carne y lo han visto también en nosotras. Mireia y yo nos hemos metido al agua, yo sentada y ella de pie, pero luego dentro hemos estado a la misma altura y las dos hemos sido capaces de desplazarnos por la piscina. Sí, además ya con la edad que tenían, creo que ya son capaces de trasladar ese mensaje.
¿Cree que, al ver que todos somos iguales en el agua, quizás eso les sirva para, no sólo atender a sus compañeros con discapacidad, sino también para no molestar al diferente?
Yo creo que les hace tratar sin ningún problema la diferencia, e incluso admirarla. Una de las mejores cosas que yo vivo es que, en lugar de tratarme diferente por mi discapacidad quizá con un tono un poco negativo, es al contrario: en mi caso es algo estupendo. ¡Es que hay niños que casi han querido ser como yo! Y eso es un mensaje que vamos fraguando todos los días, que los que estamos muy cercanos a la discapacidad vamos consiguiendo quizás al hablar menos de la discapacidad y demostrando más que somos exactamente iguales. Para mí decir que soy igual que otra persona es una obviedad, no me siento diferente a otra persona, igual que no me siento sentada y veo que otro está de pie. Es más una cuestión de perspectiva física que mental.
¿Y por qué cree que el deporte es una buena manera de concienciar, no sólo a los jóvenes, sino también a los adultos, sobre la discapacidad?
El deporte paralímpico provoca que, cuando alguien con discapacidad es capaz de ponerse en el agua y la gente ve unos niveles de autoexigencia, de amor propio, de orgullo, de superación, que hacen ver que son personas completamente válidas y que tienen muchas capacidades. Luchamos todos los días para sacar nuestras máximas potencialidades a flote y olvidar todo lo que no podemos hacer.
A mí lo que me importa es lo que sé que puedo hacer. Y el deporte me permite trasladarlo a la sociedad, me permite ir a empresas a hablar de empleo y discapacidad, me permite ir a los colegios y que los chavales admiren a los deportistas paralímpicos. Eso me lo ofrece el deporte y a lo mejor de otra manera no podría. El deporte genera orgullo de presumir de algo bonito que termina uniendo el país.
Sobre lo que habla de potencializar las habilidades de cada uno, ¿de todo lo que ha aprendido hasta ahora, que aplicaría para que cada uno, dentro de la situación actual, afronte sus dificultades?
Pues que no nos podemos enfocar en los problemas, sino en las soluciones. Si a mí no me sale una marca, pero entreno todos los días e intento cambiar, mejorar y ser más perfecta en la técnica, al final terminaré consiguiendo la marca. El espíritu deportivo y el aprendizaje de todo lo que conlleva el deporte son buenos para todas las facetas de la vida. El respeto, la humildad, también la competitividad, incluso la puntualidad… una serie de cosas que te hacen tener una integridad contigo mismo para luego también poder seguir haciendo más.
En Corresponsables abordamos la Responsabilidad Social en las empresas, ¿qué cree que sería necesario para que haya en ellas una mayor conciencia de la discapacidad, más allá de que les pueda proporcionar desgravaciones fiscales, para que sea una política integral en la empresa?
Sensibilizar. Probablemente los niños que hoy conviven con la discapacidad el día de mañana no se van a plantear contratar a alguien con discapacidad o sin discapacidad, porque no la van a ver. Van a ver si la persona puede hacer algo o no, si le interesa lo que hace o no.
Yo colaboro con la Fundación Adecco precisamente en la sensibilización sobre empleo y discapacidad. Voy por empresas, les doy charlas y me gusta lo que se va generando, me gusta la percepción que tienen hacia la discapacidad, también porque yo ya voy “a terreno hecho” y sé que me van a recibir bien. Es como que voy yo, les hablo del esfuerzo y se lo creen.
Entienden que es que no soy yo, sino que hay muchas personas que hemos pasado por unas historias personales a veces muy complicadas. Les suelo poner un ejemplo: la primera vez que me apunté al paro no me preguntaron cuál era mi currículum, sino qué no podía hacer, porque era lo que más les interesaba decirle a la empresa. Y a mi eso siempre me ha parecido muy injusto. Por eso intento mentalizar a las empresas que lo importante no es lo que no puedes hacer: lo que no puedo hacer ya lo sé, que es ponerme en pie, porque no me da la gana, porque cojo unos aparatos y me pongo de pie. Lo que necesito es adaptaciones lo más sencillas posible, como unas gafas.
Algunas empresas ponen excusas y te dicen que no tienen un puesto accesible. Pero no hay que hacer grandes cosas, sino ir a lo simple, que facilita mucho la vida para todas las personas. Y las personas con discapacidad somos muy conciliadoras. Yo, a lo largo de los años, he observado un sentimiento de pertenencia de grupo: cuando estamos en una empresa o en un entorno hacemos mucho grupo, y creo que eso es bueno para una empresa. Si has tenido que superar tantas cosas para llegar hasta allí, lógicamente quieres mucho estar allí.