¿Puede hablarnos de la estrategia responsable de Azucarera de cómo ha evolucionado estos años hasta la actualidad y cuáles son actualmente sus principales áreas estratégicas?
Nuestras prioridades históricas más importantes son la seguridad y la calidad de nuestros productos, así como la salud de nuestros trabajadores, prioridades que extendemos, en la medida de nuestras posibilidades, a toda la cadena de producción.
Siempre hemos considerado nuestra actividad como “un todo” en el que cada eslabón de la cadena era importante. Por eso nuestra responsabilidad alcanza principalmente a nuestros propios equipos de personas, fundamentales, pero también a los agricultores remolacheros que siembran para Azucarera y a nuestros clientes y consumidores.
Esta responsabilidad pasa por nuestros propios procesos de fábrica, en los que nos centramos en ser cada vez más eficientes en el uso de la energía y el agua y con ello reducir nuestras emisiones. En el campo, ayudamos a nuestros agricultores en áreas que van desde la optimización del uso de fertilizantes, pesticidas, herbicidas y, en general, los insumos agrarios hasta en ayudarles a gestionar el agua y la energía necesaria para su bombeo. Además, les proveemos con insumos y servicios específicos para el cultivo tales como el seguro agrario. Con ello les facilitamos tareas diarias y trámites engorrosos. Todo ello sin olvidar el transporte ya que somos una empresa con una presencia y una capilaridad en España muy importante y por tanto con un impacto considerable en el número y volumen de mercancía que movemos.
En el ámbito social, nuestra misión es la provisión de alimentos accesibles y seguros y nuestro compromiso el de contribuir con nuestra actividad al desarrollo social y económico de las comunidades en que operamos. Por cada puesto de trabajo en una fábrica de azúcar se mantienen otros 10 fuera de ella, por eso esto es tan importante. Un empleo que se da en el ámbito rural donde crece la remolacha y se ubican nuestras fábricas y que es vulnerable al éxodo rural y el abandono. Mantener este patrimonio y atraer y retener este nuevo talento joven en nuestros centros es una máxima en esta área de responsabilidad. Para ello, nuestro Area de Personas mantiene convenios con los centros educativos locales y universidades de cara a favorecer las prácticas de sus alumnos; en diez años se han incorporado a nuestra plantilla 188 jóvenes que hicieron sus prácticas como graduados o aprendices en nuestros centros de trabajo.
También merece la pena destacar la apuesta pionera por la diversidad, con políticas y acciones especialmente dirigidas a ello desde hace más de 10 años en que decidimos que esta debía ser también nuestra prioridad. En un mundo tradicionalmente masculino, en Azucarera las mujeres ya somos más del 23% y un 75% en puestos directivos, no existiendo brecha salarial de género.
¿Qué iniciativas responsables o buenas prácticas nos podría compartir, y cuáles son sus principales beneficios y beneficiarios?
Te doy algunos ejemplos en distintas esferas. En las fábricas, en Azucarera pusimos en marcha en 2014 una práctica consistente en el secado solar de la pulpa de remolacha, siendo pionera en la Unión Europea en introducir esta práctica que, a día de hoy, está reconocida como “mejor práctica” en la industria azucarera europea. Ello nos ha permitido reducir sustancialmente las emisiones de carbono en nuestras fábricas, alrededor de un 25% por este concepto.
En las fábricas llevamos años trabajando en la eficiencia en la producción y uso de energía y todas ellas cuentan con plantas de cogeneración de alta eficiencia que nos permiten, tras la inyección inicial de gas natural, autoproducir la energía que requerimos en forma de electricidad y calor, vendiéndose el excedente a la red eléctrica.
En el plano del uso del agua, en las fábricas reaprovechamos el agua que aporta la propia remolacha para su uso en el lavado de otras raíces y es devuelta, purificada, al caudal, dando como resultado una captación mínima de la red. En el campo, de la mano de AIMCRA (Asociación para la Investigación y Mejora del Cultivo de la Remolacha Azucarera) y, por supuesto, con nuestros remolacheros, hemos sido pioneros en el incentivo y puesta en marcha del “riego solar”, práctica que consiste en el bombeo del agua a partir de la energía del sol. Esto ha supuesto, además de la consecución de la independencia energética, que el remolachero pueda ahorrar en el volumen de agua utilizada y la eliminación del uso de diésel. Gracias a esto, a su vez, se han reducido las emisiones respecto al bombeo mediante riego tradicional. En 2021, 800 agricultores asistieron a los seminarios impartidos por AIMCRA y en esa fecha ya habían entrado en marcha 80 instalaciones en nuestro país.
A estas actuaciones, hay que sumar el uso, también pionero, de técnicas de agricultura de precisión que cada año cuentan con más nivel de sofisticación. Estas técnicas -que incluyen la siembra y fertilización variable y la detección del mejor momento de cosechado de la raíz- permiten al agricultor minimizar el uso de nitrógeno y agua, así como sembrar y fertilizar de manera variable y precisa, para hacerlo solo y exclusivamente en la cantidad necesaria, con el consiguiente ahorro económico y mejora medioambiental.
¿Qué importancia tiene para su entidad la comunicación de sus valores e iniciativas responsables, y cómo lo trabajan?
Esta parte es importante para la sociedad y en especial porque nuestros clientes y nuestros consumidores finales necesitan saber qué hace su proveedor de azúcar (o del resto de insumos que les vendemos) en materia de responsabilidad.
En Azucarera compartimos los valores y las políticas de nuestro grupo matriz, ABF en los que la honestidad y la colaboración son exigencias de base para todos los que trabajamos en sus empresas. Y desde esa asunción, más allá de la rendición legal de cuentas y el reporte técnico, es necesario también comunicar en un tono más divulgativo para el consumidor medio cómo intentamos “hacer las cosas bien”.
En este sentido, considero que, a falta de una legislación sobre “alegaciones en sostenibilidad”, los operadores económicos tenemos que ser muy rigurosas en nuestra comunicación y capaces de probar hasta lo último que declaremos. Esto, junto con una estrategia 360 grados, coherente y consistente, me parece fundamental para que la comunicación sea creíble y con ello contribuyamos a poner en valor todos los esfuerzos que realizamos. Es mucho mejor ser “humildes” y comunicar menos, pero sobre la base de acciones realizadas y éxitos conseguidos, pero siempre con datos que lo soporten.
¿Cuál considera que es la situación actual de la RSE en nuestro país y sus principales barreras y desafíos de futuro?
Se trata de un ámbito imparable desde la perspectiva de la demanda social y regulatoria y las industrias estamos cada vez más involucradas y comprometidas con ello. Y no solo esto. La atracción y decisión de las inversiones ligadas al “propósito” de la compañía y su comportamiento en materia de responsabilidad es, desde hace años, una realidad. No sé si será cierto, pero hace poco escuché que las inversiones en esta materia no son cubiertas por el mercado, lo que da que pensar en cuanto al auge que viven.
Entre los desafíos, yo diría que el principal es el de acelerar la descarbonización en ausencia, en muchos ámbitos, de marcos regulatorios claros y con prioridades políticas cambiantes dependientes de la agenda del Gobierno de turno. Por otro lado, la inflación y la situación geopolítica que hace que cualquier proyecto de inversión que hoy es rentable no lo sea en dos meses debido a la subida de los precios o la falta de materiales en un plazo determinado. Y por último, y siempre pensando en descarbonización, lo más complejo es lograr el equilibrio entre el corto y el largo plazo, entre el “sobrevivir al hoy” con la tremenda competencia existente al menos en nuestro sector (no olvidemos que en azúcar jugamos a nivel europeo y mundial) y tener una visión suficientemente largoplacista como abordar proyectos que tardarán en amortizarse pero que serán beneficioso para la sociedad.
¿Y cuáles son los próximos retos y desafíos de Azucarera en esta materia y cómo los piensan llevar a cabo?
En Azucarera hace años nos comprometimos en reducir el consumo de energía y agua en un 30% respecto a nuestro ejercicio 2017/2018 y en conseguir que todo el plástico que utilizamos en nuestros envasados sea reciclable, reutilizable o compostable. Este compromiso ya lo hemos conseguido, no ha sido necesario llegar a 2030. Además, nuestra matriz ha firmado la adhesión a la iniciativa SBTI, algo que muchos de nuestros clientes nos pedían históricamente.
¿Cómo pensamos llevarlos a cabo? Pues seguiremos trabajando como hasta ahora lo hemos venido haciendo – la sostenibilidad no es algo nuevo en Azucarera– aunque tratando de acelerar, más si cabe, el proceso de descarbonización, en especial a través de la mejora en la eficiencia energética, la digitalización y robótica de los procesos, la agricultura de precisión y de otros proyectos más confidenciales en estudio en el ámbito de las energías renovables.
Además, tenemos la suerte de ser una empresa en la que los residuos son prácticamente cero porque los aprovechamos en un 99% y que además tenemos un modelo de economía circular que es todo un referente por la cantidad y variedad de coproductos generados. En este sentido, seguiremos también trabajando a través de nuestro equipo de innovación, Anova, en la identificación de nuevos productos a partir de nuestras materias primas y procesos.
Los retos y desafíos tienen mucho que ver con lo ya contestado en la pregunta anterior y quizá añadiría algo más: seguir trabajando con ilusión, no conformarse con lo logrado y pensar que siempre todo se puede mejorar.
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