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Josean Lavado habla de la Responsabilidad Social como quien habla de una vocación que atraviesa una vida. Hace más de veinte años decidió dar un giro radical a su trayectoria para crear Bidea y acompañar a las organizaciones en un cambio profundo: pasar de la lógica economicista a una cultura basada en la ética, la coherencia y el diálogo con los grupos de interés. “Lo creí entonces y lo sigo creyendo ahora: la Sostenibilidad es una alternativa real al modelo dominante”, afirma sin titubeos.
El también cofundador de beethik nos narra su camino de convicciones firmes, pero también decepciones, como cuando aquella empresa con la que colaboraba eliminó de golpe su área de Sostenibilidad tras una crisis interna y la crisis del 2008, pese a haber construido durante años relaciones de confianza y procesos ejemplares. “Las sombras aparecen cuando no hay estructuras ni compromisos reales que sostengan estos cambios”, reflexiona. Aun así, su compromiso no ha flaqueado: ha creado metodologías, impulsado espacios de reflexión ética y contribuido a formar a generaciones de profesionales con una idea clara en mente: solo con verdad y coherencia es posible generar confianza.
Años atrás, en una de esas jornadas que reunían a los pioneros de la Sostenibilidad, conoció a Marcos González. Desde entonces, ha seguido de cerca la trayectoria de Corresponsables, medio al que considera clave en la difusión de la RSE. Hoy, en nuestro 20 Aniversario de Corresponsables, con mirada crítica y voz pausada, Lavado nos invita a no conformarnos: “Innovad, cuestionad, y empujad siempre hacia adelante. Porque la coherencia, en Sostenibilidad, no es un lujo: es una necesidad”.
¿Qué te llevó a iniciarte en el ámbito de la Responsabilidad Social?
Pues como diría un médico, fue y sigue siendo algo vocacional. Creencia en estado puro de que la manera de hacer empresa se podía cambiar a mejor.
“La Sostenibilidad es una alternativa real al modelo economicista actual. Lo creí hace 20 años y lo sigo creyendo ahora”
Desde el inicio, el paradigma de la Sostenibilidad me pareció inmejorable: generar valor no solo económico, sino también ambiental, social, tanto interno como externo, y ético. A lo largo del tiempo se le ha llamado de muchas maneras, pero la esencia sigue siendo la misma.
¿Qué recuerdas de tus primeros pasos profesionales en este ámbito?
Fundé Bidea en 2003 con el objetivo de acompañar a las organizaciones a incorporar los criterios de la Sostenibilidad y la Responsabilidad Social en sus estrategias y en su gestión.
“Fundé Bidea convencido de que la manera de hacer empresa podía cambiar a mejor”
En aquel momento colaboraba en algunos proyectos con Mercè Sala, en el ámbito de la gestión de personas, y recuerdo que el día que le expliqué que había decidido cambiar de actividad, me miró con cara de incredulidad y me dijo: “Amic meu, que t’has begut l’enteniment?” (algo así como: “Amigo mío, ¿te has vuelto loco?”). No lo decía porque no creyera en los valores de la Sostenibilidad, sino porque pensaba que, en aquellos momentos, de eso no se podía vivir.
¿Cuál fue el primer proyecto o iniciativa de RSE en el que trabajaste?
Después de pasarme un año formándome y creando herramientas, comencé un proyecto con una empresa de Sabadell que operaba a nivel internacional y tenía la intención de salir a bolsa. Fue una experiencia preciosa en la que pudimos hacer un análisis de situación muy completo y ordenado, un diagnóstico para resaltar los puntos fuertes y las áreas de mejora, y cerrar con un plan de acción sólido.
“Lo difícil al principio fue justificar las bondades de la RSE. No bastaba con creer: había que demostrar”
Lo que más recuerdo es la calidad del proceso y del equipo interno. Fue una relación de aprendizaje mutuo, muy enriquecedora. Además, era un momento en el que te encontrabas con gente muy “creyente”, convencida de que este camino tenía sentido.
¿Qué barreras encontraste al impulsar la Sostenibilidad en sus inicios? ¿Viviste situaciones que reflejaran también sus luces y sombras?
Uno de los principales retos fue tener que construir argumentos y justificar las bondades de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad. No bastaba con creer: había que demostrar, convencer y traducir esa convicción en valor para la organización.
Pero quizás las sombras más significativas las viví tras la crisis económica de 2008, una etapa que me marcó especialmente a nivel profesional. Llevábamos siete años trabajando con una empresa para integrar la RSE en su negocio, construyendo uno de los pilares más sólidos y transformadores: un diálogo abierto, estructurado y sincero con los grupos de interés. Habíamos generado un alto nivel de confianza, hasta el punto de que los equipos comerciales solicitaban copias de la memoria de RSE para entregarlas a sus clientes, como parte del valor que ofrecían.
“Una crisis interna puede echar por tierra años de trabajo si no hay compromiso real con la Sostenibilidad”
Ese compromiso había calado en la cultura corporativa.
Sin embargo, una pequeña crisis interna bastó para que todo aquello, que hasta entonces era considerado «la joya de la corona», desapareciera de un plumazo. El área de Sostenibilidad fue eliminada y con ella salieron también las personas que, a mi juicio, mejor representaban la esencia del proyecto. Fue un golpe muy duro, un recordatorio de la fragilidad que puede tener este tipo de procesos cuando no se sostienen sobre estructuras sólidas y compromisos reales.
En esa etapa tan intensa de aprendizajes y retrocesos, ¿hubo personas o iniciativas con las que conectaste especialmente?
Sí, sin duda. Todas las personas pioneras en aquel momento nos encontrábamos, siempre las mismas, en todas las jornadas y eventos que se organizaban sobre estos temas. Fue en ese contexto donde conocí a Marcos González. Rápidamente conectamos, porque él también formaba parte del grupo de los “creyentes” en la RSE. De hecho, Corresponsables fue una de las primeras organizaciones con las que testamos el Stakeholder Engagement & Trust (SE&T), nuestro modelo de diálogo con los grupos de interés. Todavía recuerdo aquella primera sesión de trabajo.
Desde entonces se forjó una amistad que dura hasta la fecha, cimentada en el respeto mutuo y en esa convicción compartida de que la Sostenibilidad se construye con rigor, compromiso y visión a largo plazo.
Y creo que Corresponsables ha sido, sin lugar a duda, el medio que más ha contribuido a difundir la Sostenibilidad y la Responsabilidad Social tanto en nuestro entorno como en América Latina. Ha sido altavoz, catalizador y acompañante constante para muchas organizaciones y profesionales que creímos desde el principio que otra forma de hacer empresa era posible.
“Corresponsables ha sido el medio que más ha difundido la RSE en nuestro entorno y en América Latina”
Después de tantos años de trayectoria, ¿qué aprendizajes consideras más valiosos en tu recorrido por la Sostenibilidad y la Responsabilidad Social?
Que el modelo de la Sostenibilidad es una alternativa real al modelo economicista actual. Lo creí hace 20 años y lo sigo creyendo hoy. He aprendido que es imprescindible integrar los principios de la Responsabilidad Social en el propósito de la organización y en los pilares de su cultura. Y que hay que buscar la máxima coherencia entre lo que decimos en nuestras declaraciones institucionales y lo que hacemos en el día a día.
“La coherencia es la expresión más tangible de la confianza, y sin confianza no hay Sostenibilidad posible”
Para conseguirlo hay que creérselo de verdad, hay que destinar recursos, y hay que desarrollar prácticas y palancas que permitan hacer crecer esa coherencia. Porque la coherencia es, al final, la expresión más tangible del principal mantra que representa la Sostenibilidad: confianza, confianza, confianza.
Si echas la vista atrás, ¿cómo resumirías tu evolución profesional y personal en este ámbito a lo largo de estos 20 años?
Me siento orgulloso de haber intentado conectar siempre con los retos que la Sostenibilidad planteaba en cada momento. Retos relacionados, sobre todo, con el mantenimiento de las raíces. Y también de haber sabido desarrollar productos y servicios pensados para darles respuesta.
“Me siento orgulloso de haber conectado con los retos de la Sostenibilidad en cada etapa y haber diseñado herramientas útiles”
He buscado siempre un equilibrio entre la reflexión y la acción, entre la solidez del pensamiento y la utilidad práctica de las herramientas. Ese equilibrio ha guiado mi evolución profesional y personal en este camino.
¿Qué figuras te han inspirado más en estos años? ¿Quiénes consideras que han sido los grandes referentes y pioneros en este ámbito?
En la primera década del siglo XXI hubo muchas personas que acogieron con ilusión el nuevo paradigma de la Sostenibilidad. Si tuviera que mencionar algunos nombres que han sido pioneros y referentes para mí en aquella época, me vienen a la cabeza personas como Ramón Jáuregui, Carles Campuzano, Miguel Ángel Rodríguez Badal, Germán Granda, Ignasi Carreras, Alberto Andreu, Antoni Ballabriga, Isabel Roser, Carlos San Félix, Alberto Rosado, Begoña Román, Adela Cortina, Victoria Camps, Antonio Argandoña, Joan Fontrodona, Anna Bolaños, Anna Fornés… y, cómo no, Marcos González.
“Marcos González fue uno de los primeros con quienes testamos el modelo SE&T. Compartíamos la misma convicción”
Seguramente me dejo a muchas otras personas que quizás desde la retaguardia impulsaron este movimiento. Pero sin duda fue la década más bonita de la RSE, hasta la llegada de la crisis de 2008.
¿Qué consejo transmitirías a quienes están empezando su carrera en este ámbito?
Que no se apoltronen. Que no se instalen en el “así se han hecho las cosas hasta ahora”. Que innoven. Que mantengan siempre una actitud crítica, pero constructiva, para lograr en sus organizaciones la máxima «verdad» posible y la mayor coherencia en el día a día con los principios y valores de la Sostenibilidad.
“El gran reto sigue siendo sustituir el paradigma de los shareholder por uno centrado en los stakeholders”
Ese espíritu inconformista, comprometido y creativo es lo que realmente hace falta para avanzar en este camino.
¿Qué mirada tienes sobre el futuro de la RSE y la Sostenibilidad?
Creo que la Sostenibilidad tiene por delante un reto esencial que sigue siendo tan difícil como necesario, el mismo con el que fue bautizada en 1987. Me refiero a la necesidad de sustituir el paradigma economicista dominante, centrado en los shareholder, por un modelo mucho más integrador, orientado a los stakeholders y a la generación de impacto positivo tanto en la sociedad como en el medioambiente.
“A las nuevas generaciones les digo: no os apoltronéis, innovad, sed críticos y buscad siempre la máxima verdad posible”
Ese modelo economicista está, en mi opinión, obsoleto, aunque sigue ejerciendo un poder de resistencia y de fagocitación muy fuerte. Para cambiarlo, habrá que seguir empujando como en Fuenteovejuna: “todos a una”.
Si tuvieras que señalar tu mayor contribución al campo de la Responsabilidad Social, ¿cuál sería?
Creo que una de mis principales aportaciones ha sido desarrollar, junto con Cristophe Launay, el SE&T, un método para facilitar el diálogo con los grupos de interés. También he trabajado en una metodología para incorporar la ética y los valores en la toma de decisiones, algo que considero absolutamente central en cualquier estrategia sostenible.
Y si me permites añadir algo más: haber intentado, a lo largo de todos estos años, transmitir siempre rigor profesional, consistencia y coherencia.
¿Cómo te gustaría que se te recordara en el ámbito de la RSE?
Como un buen profesional de la Sostenibilidad, la RSE y la ética empresarial. Con eso me basta.
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