La crisis sanitaria ha dejado en evidencia las diversas carencias que muchas viviendas de nuestro país presentan, ¿desde las instituciones se está trabajando en algún plan de habitabilidad?
En 2030, se espera que dos tercios de la población mundial (5.000 millones de personas) vivan en las ciudades. La rápida urbanización ha traído enormes retos, como el creciente número de habitantes de barrios marginales, una mayor contaminación del aire, servicios e infraestructuras básicas inadecuadas y una expansión urbana inadecuada. El desarrollo de soluciones mediante una planificación estratégica urbana y del transporte, ofrecen oportunidades para una mejor salud, un medio ambiente más limpio y una acción climática positiva. Recientemente el Gobierno ha aprobado nueva normativa para regular los planes de ayuda en materia de rehabilitación y construcción de vivienda social, vinculadas al Plan Recuperación, Transformación y Resiliencia, con una gran inversión prevista. En el caso de la rehabilitación residencial, una de las medidas más destacas es la puesta en marcha de una línea de avales a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que servirán para que el Estado avale a las comunidades de propietarios con menos recursos y que necesiten rehabilitar las viviendas. También se contempla la creación de bonificaciones fiscales, que irán dirigidas tanto a la rehabilitación de viviendas como de edificios residenciales. Finalmente dos programas para actuaciones de rehabilitación a nivel de barrio y viviendas para reducir el consumo de energía primaria no renovable.
¿Qué políticas o medidas ve prioritarias para mejorar la salubridad de ciudades y viviendas?, ¿qué acciones se están llevando actualmente a cabo?
Aunque las ciudades son catalizadoras de crecimiento económico, innovación y progreso social, también son epicentros para exposiciones ambientales negativas y motores del cambio climático, de cambios en el uso del suelo y de agotamiento de los recursos naturales; que afecta significativamente a la salud de las personas y provoca cambios en las realidades sociales, ambientales y económicas. Desde el Instituto de salud Global de Barcelona (ISGlobal) hemos elaborado una investigación, liderada por Mark Nieuwenhuijsen, analizado más de 1.000 ciudades de 31 países europeos con un ranking sobre la mortalidad atribuible a falta de espacios verdes. Asunto determinantes para la salud como demuestran los resultados de la investigación: si en estas ciudades se cumpliesen con las recomendaciones básicas de la OMS en cuanto a espacios verdes, se podrían haber evitado casi 43.000 muertes prematuras cada año. Se trata de una iniciativa innovadora, pero queda aún mucho que avanzar. Tenemos la oportunidad movilizar la inteligencia colectiva y todo el talento y capacidades disponibles, para impulsar ciudades sostenibles que garanticen el acceso a viviendas seguras y asequibles, invirtiendo en transporte público, creando espacios públicos verdes, mejorando la planificación y gestión urbana participativa y con equidad.
Tras el confinamiento, muchas personas han optado por cambiar su lugar de residencia en favor de entornos rurales, ¿Cree que esta tendencia seguirá creciendo en el futuro?
La despoblación de las zonas rurales es un problema grave consecuencias de un desequilibrio territorial entre campo y ciudad preexistente antes de la pandemia. Sin embargo la pandemia de la Covid-19 y los efectos de un confinamiento ha provocado esta tendencia, promovida por el aumento del teletrabajo. Las zonas rurales ofrecen ventajas de mayor espacio al aire libre y contacto con la naturaleza, pero también un coste de vida reducido, por ejemplo a la hora de alquilar o adquirir una vivienda. Sin embargo, la pérdida continuada de población durante décadas ha supuesto un déficit a superar en transporte eficientes, servicios como la sanidad o educación, e incluso dificultades de conectividad a internet que generan desigualdades y limitan esta tendencia.
¿Qué medidas básicas cree que debería adoptar el sector de la edificación para mejorar la calidad de las viviendas?
En los últimos tiempos en el sector de la construcción, y más concretamente en el de la edificación, se están tomando medidas, promoviendo un urbanismo y una arquitectura sostenible, sin olvidar que la labor de los diversos actores que intervienen en el urbanismo debe estar dirigida a la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía. Construir de forma sostenible para preservar el medio natural, aprovechando y gestionando mejor los recursos naturales, promover una arquitectura más ecológica y respetuosa con el entorno, capaz de construir edificios bioclimáticos que propicien la eficiencia energética, la gestión sostenible de los residuos, el equilibrio medioambiental y, en definitiva, la adaptación de las intervenciones urbanísticas al medio en el que se realizan.
¿De qué manera la Agenda 2030 puede servir para interiorizar y difundir valores sostenibles?
A lo largo de este último año y medio en el que la pandemia ha alterado de forma tan sustancial nuestra cotidianidad y muchos de nuestros hábitos y costumbres sociales, familiares, laborales, de movilidad o de consumo, hemos aprendido cómo las conexiones entre salud, economía y medioambiente no son elementos estancos y pueden condicionar la seguridad humana global. Por ejemplo: la salud depende de las condiciones vitales, la educación, el género, las relaciones personales, las condiciones de trabajo y materiales, los ingresos, o el entorno de vida y también la vivienda. Cada una de estas variables repercuten en la salud presente y futura del individuo, y esta interdependencia muestra parte de la esencia de la Agenda 2030. Los ODS no deben concebirse como compartimentos estancos, sino que han de considerarse de manera conectada, multisectorial e interdisciplinaria.
En su opinión, ¿cuál debe ser el rol de los arquitectos y del sector de la construcción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?
La Agenda 2030 permite una lectura transversal para establecer “misiones” innovadoras que sólo pueden activarse desde un modelo de colaboración capaz de forjar alianzas basadas en el conocimiento compartido y aunar capacidades técnicas y recursos múltiples. Hemos aprendido que no solo es importante el qué hacer, sino el cómo hacerlo, mediante colaboración e intercambio para alianzas innovadoras contando con las capacidades de todos los actores y a todos los niveles. Vivimos un tiempo excepcional que requiere de corresponsabilidad y compromiso para aunar esfuerzos movilizando todo el talento público, social científico, académico y empresarial; para acelerar la regeneración del tejido económico, social y ambiental. La suma de las capacidades técnicas e innovadoras de los y las arquitectas, contribuirá a generar soluciones eficaces, adaptadas a cada contexto y singularidad territorial, y al mismo tiempo replicables y escalables, catalizando las expectativas de actores interesados en asumir riesgos e invertir a largo plazo en Misiones ODS sostenibles medibles y cuantificables. Las actuales ventanas de oportunidad que ofrecen los programas europeos como el Pacto Verde o los fondos Next-Generation y el Plan de Recuperación y Resiliencia, suponen incentivos e inversión para el sector, forjando alianzas para acelerar las transformaciones necesarias.
En octubre de 2018, el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos (CSCAE) constituyó el Observatorio 2030 para alinear al sector de la construcción y la edificación y trabajar juntos con el fin de mejorar la planificación y la gestión de nuestros pueblos y ciudades en sintonía con los ODS. ¿Qué opina del papel del Observatorio 2030 del CSCAE para avanzar hacia ciudades más sostenibles y saludables?
A pesar de que la Agenda 2030 sale reforzada, la pandemia ha limitado muchos de los progresos en materia de ODS. Según el Informe de Desarrollo Sostenible 2021, impulsado por SDSN, por primera vez desde 2015, todos los países y regiones del mundo han sufrido retrocesos importantes en el logro de los ODS. Ante estos resultados negativos, sostener los compromisos con los ODS es esencial, pero también impulsar la visión holística en transformaciones claves para la salud, los servicios de protección social, la educación, la digitalización, la igualdad de género o el cambio climático. La recuperación de la crisis del COVID-19 puede acelerar un cambio de paradigma hacia un crecimiento económico verde e inclusivo, con movilidad y patrones de consumo local responsable. El Observatorio 2030 del CSCAE, representa un espacio valioso de trabajo y compromiso del sector con la Agenda 2030. Su labor en la implementación de los ODS en nuestro país desde ese espíritu holístico y con objetivos concretos para el intercambio de información y búsqueda de sinergias, va a contribuir de forma decidida a avanzar hacia ciudades más sostenibles y saludables.
Según algunos estudios, compartidos en el seno del Observatorio 2030, el 80% de los determinantes sociales que influyen en nuestra salud están fuera del sistema sanitario. Es decir, dependen de aspectos relacionados con la ciudad y el desarrollo urbano. ¿Cuáles son los grandes retos para conseguir entornos más saludables?
Para caracterizar este enfoque amplio sobre la salud y su conexión con el resto de ODS, desde ISGlobal hemos acuñado el concepto ODS3+ que nos sirve para ilustrar la visión global y holística de la Agenda 2030. Se trata de considerar la permeabilidad de la salud y el bienestar como medio y fin; y con desafíos específicos en lo local.
La pandemia de COVID-19 también ha puesto de relieve el papel crítico que juegan las ciudades y el espacio público en la preparación y respuesta a futuras emergencias sanitarias que como hemos aprendido pueden derivar en crisis económicas y sociales de alcance global. Muchas ciudades se enfrentan a retos crecientes debido a enfermedades no transmisibles, como enfermedades del corazón, ictus, asma y otras enfermedades respiratorias, cánceres, diabetes y depresión, entre otros.
El resultado es que las personas pueden vivir muchos años pero a menudo con múltiples enfermedades crónicas que reducen la calidad de vida y su autonomía. Por eso el desarrollo de soluciones desde lo local, mediante una planificación estratégica urbana y del transporte, ofrecen oportunidades para una mejor salud, un medio ambiente más limpio y una acción climática en las ciudades. La investigación científica que permite a los responsables políticos y las empresas del sector de la vivienda, tener en cuenta la salud a la hora del diseño y desarrollo de un urbanismo sostenible que tenga en cuenta la vulnerabilidad socioeconómica, son claves.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Espacios Urbanos Sostenibles