Su vida no ha sido fácil, ha vivido una experiencia que le ha marcado de por vida. ¿De dónde ha sacado las fuerzas para seguir adelante?
Quedé paralizado por la experiencia, pero pensé que podría superarla dándole la vuelta y pensando que podría aprender de ella.
Decía en una entrevista que hablar de este tema ayuda a que no vuelva a repetirse, pero ¿no le resulta muy duro recordar constantemente?
Es duro. Hay mucha gente que me ha dicho “¿cómo puedes hablar en el mismo sitio de los mismos errores? Yo no sería capaz”. Puedo hacerlo y además considero que es bueno para mí. Quien se siente incapaz es porque opta por no hacerlo. Yo decidí que podía hacerlo y que sería bueno para mí. Fui mi propio doctor. Y sí, es cierto que cuesta, que es duro, pero a la vez es bueno, me ayuda a curarme. Yo soy el disco duro, lo que voy a hacer es descargarlo y dárselo a otras personas.
¿En qué momento decidió irse de Estados Unidos a Cracovia?
Mis dos hermanos mayores y yo decidimos hace muchos años abrir una cuenta de ahorros para poder volver a Polonia. Pero cuando estaba listo para irme, mis hermanos no lo estaban psicológicamente. Me di cuenta de que si no iba, si no me enfrentaba a ese lugar tan doloroso donde todo había ocurrido, enfermaría, ya que lo mantendría guardado en mi cuerpo. Así que me enfrenté a mi dolor; y sigo haciéndolo. A veces, cuando estoy contando lo que ocurrió, les pido a mis acompañantes que me hagan preguntas. Y a veces alguna de ellas me hace llorar. Entonces, tengo que parar por un instante y llorar; pero después les cuento exactamente la razón por la que lloré, qué es lo que ocurrió que me ha hecho llorar. Eso es lo que yo considero el momento sanador. Justo ese instante te permite descargar el disco duro y sacar lo que tienes dentro.
¿Ha logrado completar el proceso de curación?
No es una cosa puntual que se haga una vez. Yo perdoné y seguí con mi vida. Y de repente ocurre algo que te toca el corazón. Y entonces tengo que volver a perdonar. Es como el amor: amamos a alguien; de repente ocurre algo, y tenemos que volver a enamorarnos… Volver a amar a esa persona o a ese sistema y no dejar de hacerlo, porque cuanto más amor tengamos, más amor podemos dar.
Estuvo en cinco campos de concentración. En total, ¿cuánto tiempo fue?
Cinco años, cerca de seis.
¿Cuál es el peor y el mejor momento?
Nunca había pensado en el mejor momento. ¡Uf! El mejor… Como siempre había estado con hombres y yo era el más pequeño, me ayudaban dándome pan, mantas para taparme… Me cuidaban mucho. Yo les llamaba ‘mis ángeles’. No recuerdo sus nombres, pero sus rostros los tengo grabados. Eso era lo mejor en un lugar horrible.
Lo peor… no quiero hablar de ello…
¿Qué es lo que realmente importa?
Las personas, la humanidad, lo que les está ocurriendo a los seres humanos en el mundo actual… En el sistema económico actual las personas no cuentan, no tienen ningún valor, primero son los negocios. Y a menos que suceda algo que cambie eso, vamos a acabar destruyéndonos; de hecho, ya lo estamos haciendo. Cada vez hay más pobres, pero también más ricos. Es decir, nada ha cambiado desde hace siglos, cuando los romanos enviaban a sus ejércitos a conquistar para hacer negocios.
En los tiempos que corren y en gran parte debido a la crisis económica actual, nos regimos por el miedo. ¿Cree que ese sentimiento es una de las peores cosas por las que pasa una persona?
Sí, y lo peor son las personas que crean miedo. Me refiero a un miedo político, religioso, etc. El hecho de no reconocer a los demás porque son diferentes y pensar que podemos hacer lo que nos plazca con esas personas precisamente por su condición dispar. Eso está ocurriendo en los sistemas actuales. No estoy en contra de los negocios ni de las empresas, pero si no tienen corazón ni tienen en cuenta a las personas, si el dinero es lo más importante, eso es lo que va a destruirnos a todos. Va a destruir incluso al negocio en sí.
¿Qué podemos hacer para evitarlo?
El dinero no es lo más importante; lo son las personas. Y precisamente es en ellas en quienes tenemos que invertir.
Precisamente, ésa es la visión y el objetivo de la RSE. ¿Es entonces una solución indiscutible?
Es la solución, sí, pero no es la única. Las religiones tienen también que replanteárselo y tomárselo en serio. Y la política es una locura, por su relación con el mundo empresarial, las creencias religiosas, etc. Si no se cambia eso, si no se trabaja para cambiarlo, todos nos convertiremos en parte del problema. Sin embargo, de nosotros depende ser parte de la solución.