Aunque es muy conocida por su trabajo como periodista, muchos no conocen su faceta solidaria. ¿En qué momento se dio cuenta de que precisaba ayudar a los más desfavorecidos?
Mi hermano mayor viajó por primera vez a África cuando yo tenía unos diez años. Cuando regresó de aquel viaje, y también de los que vinieron después, siempre me quedaba impresionada por cómo estaba esa parte del mundo. Posteriormente, tuve la oportunidad de verlo yo misma. Creo además que los periodistas deberíamos pisar aquellas tierra al menos una vez. Te cambia la perspectiva. Cuando sales en televisión te advierten para que no pierdas el norte… siempre digo que es mejor no perder el Sur, donde están pasando cientos de cosas y donde la crisis se lleva la vida de varios de tus hijos.
Además, como personaje público, puede llegar y concienciar a más gente.
Desde luego. Para mí es una obligación ética. Pero voy más allá. Te diría que es una obligación profesional. En Los Desayunos de TVE nos hemos comprometido con los espectadores a contar cada día, todos los días, noticias referidas a la hambruna. En este tipo de informaciones no quiero ser imparcial. Quiero denunciar cómo están sufriendo y muriendo millones de personas.
Lo mismo ocurre con los medios de comunicación, que tienen la capacidad de ser un altavoz. ¿Qué podrían hacer para concienciar a las personas de la necesidad de ayudar?
No quiero pasar por alto o de puntillas sobre informaciones tan sensibles. Eso también hace que el periodismo sea más digno, al menos en mi opinión. No olvidar esos temas es un compromiso profesional al que no quiero renunciar.
Ha estado en Haití, Afganistán, Sudán, es madrina de los premios solidarios de El Naturalista, etc. ¿En qué otras causas humanitarias ha colaborado?
En realidad, tiene que ver con el mundo que quiero que tenga mi hijo y por eso intento colaborar con organizaciones como UNICEF o Médicos sin Fronteras. Además, participo y superviso de alguna manera uno de los proyectos de la ONG ‘Acoger y compartir’ en Níger, un lugar al que acudo siempre que puedo. Ese país es para mí una referencia vital.
De todas las causas humanitarias en las que ha colaborado, ¿cuál ha sido la que más le ha marcado?
Elegiría probablemente dos: Niger y Darfur. Recuerdo la gran hambruna de Níger de hace unos años, pude vivirla en primera persona. Ver cómo algunas madres tienen que elegir a cuál de sus hijos deja de alimentar es algo terrible. Y eso está ocurriendo aún hoy en varios países. Recuerdo también el viaje a Darfur, a los campamentos de refugiados de Sudán. Miles de personas en mitad de la nada, olvidadas a su suerte y con un único propósito: llegar vivos al día siguiente. Aterrador.
¿Qué enseñanzas se lleva de esas colaboraciones?
Es duro, pero también gratificante… Para mí es básico no perder de vista estas situaciones. No sólo porque me recuerda lo privilegiada que soy habiendo nacido en España, sino porque me reafirma en mis ganas de ser periodista para hablar de estos temas y cambiar en la medida de lo posible alguna realidad por pequeña que sea. No me gusta rendirme, tampoco en estos asuntos. Y además eres testigo de situaciones extraordinarias. En Níger, en épocas de grandes hambrunas, ves muchas más mujeres embarazadas de gemelos. Y no hay una razón médica o científica, es porque la naturaleza de alguna manera sabe que muchos bebés van a morir y multiplica sus opciones… Increíble pero cierto.
También fue complicada y tensa la entrevista con Ahmadineyad, ¿qué sintió en el momento en que se le cayó el velo?¿Qué pensó del revuelo que esto provocó?
Allí no fui consciente. Sólo estaba concentrada en hacer la entrevista tal y como me la había planteado. Sólo buscaba respuestas, como en el resto de entrevistas. Lo importante no fue la periodista, el velo, ni casi las preguntas. Lo más destacado fueron sus respuestas, sus evasivas, sus acusaciones a Occidente. Me quedo con eso. Sí es cierto que allí con la tensión pensé en mi hijo y pensé que quería que, de mayor, cuando alguien se lo cuente, se sienta orgulloso porque su madre no sintió miedo, no se arrugó.
¿Cree que los cambios políticos que se han producido con la Primavera Árabe mejorarán la situación de estos países y la de sus ciudadanos?
Desde luego, la salida de los dictadores es una buena noticia. Pero las revoluciones no habrán servido para nada si la vida de los ciudadanos no mejora, si las mujeres siguen sin tener los mismos derechos que los hombres, si no pueden votar libremente unos y otras, etc. Y eso aún no es una realidad. Esperemos que se consolide, pero aún no ha llegado.
¿Quién debe abanderar el cambio en la lucha contra la desigualdad,
el sector público o el privado?
Ambos. Y más en un momento de crisis donde el sector público vive un momento de recortes. La unión de los dos puede hacer que sea más efectiva.
¿Cómo valora el papel de las principales organizaciones multilaterales como la ONU, el Banco Mundial, el FMI?
Muchos ciudadanos pueden tener la sensación de que se quedan sólo en declaraciones y que no son muy resolutivos. Muchas veces ellos tienen en la mano soluciones y no terminan de llegar.
¿Cree que la RSE es un buen método para lograr una sociedad más justa? ¿Cuál es el papel de las empresas en la lucha por el desarrollo?
Que parte de los beneficios de las empresas se destinen a esos temas es un gran avance, pero también que mantengan esa mirada cuando el dinero escasea.
¿Qué proyectos tiene a corto y medio plazo?
Volver a Níger y dedicarle más horas de calidad a mi hijo. Con eso me conformo.