Según el ciclo de la vida todos nacemos, crecemos, nos reproducimos…y morimos. Aunque la muerte es algo que todos conocemos, también sigue siendo un tema tabú del que cuesta hablar. Por eso uno de los objetivos de la Fundación Mémoria, creada recientemente por Grupo Mémora, es sensibilizar sobre la etapa final de la vida y ofrecer soporte en este momento tan delicado y sumamente importante para los familiares. Nos lo cuenta Joan Berenguer, director general de Fundación Mémora.
¿En qué momento y cómo nace la Fundación Mémora?
Oficialmente, la Fundación Mémora se registró en febrero de 2017, pero la decisión de ponerla en marcha se tomó en 2016. Lo decidió el Consejo de Administración teniendo en cuenta toda la labor que llevábamos años desarrollando en Mémora y en base a dos cuestiones.
En primer lugar, en base a la voluntad que tiene Mémora de poner en valor nuestra actividad. La RSE es un elemento clave de nuestra organización y consideramos que la sociedad nos aporta mucho como empresa y tenemos que buscar alguna forma de devolverle todo ese aporta. Esta es una visión que nos ha llevado a crear la Fundación Mémora.
Por otra parte, la Fundación nos ayuda a poner en valor nuestra marca y diferenciarnos de la competencia gracias a nuestra labor a favor de los ciudadanos.
¿Cuáles son los ejes de actuación de la Fundación?
Hemos trabajado bajo la idea de que, como empresa funeraria, no solo estamos presentes en el momento de la defunción sino que queremos trabajar en el proceso final de la vida, es decir, trabajar con las familias antes y después. Esto significa ofrecer el soporte de nuestros profesionales médicos, enfermería, psicólogos e integradores sociales a familias y personas que están viviendo una etapa final de vida. Hace cinco o seis años que se ha ido gestando esta idea y que a día de hoy se ha traducido en la creación de la Fundación Mémora.
También nos hemos marcado otro reto importante, que es el de sensibilizar la sociedad sobre la muerte. A nivel social existe cierto tabú en torno a la muerte, se tiene miedo a hablar de ello. Sin embargo, constantemente la muerte es noticia en la televisión y los medios. Por eso, suelo decir que nuestros hijos son insensibles a la muerte. Además, es un proceso que en este país se “amortiza” muy rápido. Es decir, fallece una persona, se solicita el servicio funerario y en 36/48 horas el paciente ya está enterrado. No es tiempo suficiente para digerir una pérdida. Por eso, creemos que es necesario un trabajo de sensibilización para poder hablar con tranquilidad y sin miedo de la muerte.
En este sentido, me gustaría destacar el epígrafe de la Fundación, que reza “Comprometidos con la vida”. Este lema nos hace plantear la muerte como la parte final de la vida. Hay que dignificar este momento y hay que, sobretodo, romper un tabú y a empezar a hablar de que no somos inmortales.
¿Qué buenas prácticas de la Fundación destacaría?
Uno de los ejes fundamentales que estamos desplegando desde Fundación Mémora para trabajar con las familias son las ‘Aulas Mémora’, en las que que se hacen charlas al público en general que intentan sensibilizar sobre la muerte. Pero también se tratan otros temas también de relevancia y que la gente suele desconocer como las voluntades anticipadas.
Se trata de una iniciativa que estamos realizando por toda España, a veces en colaboración con universidades y hospitales. Las Aulas Mémora es un proyecto que nació en Cataluña pero se ha ido extiendo y ya hemos llevado este ciclo de charlas a Zaragoza, Valencia, San Sebastián, Sevilla…
En Barcelona también llevamos a cabo lo que llamamos ‘Espacios de Soporte’. Estos espacios están a pie de calle y las familias pueden acudir libremente y de forma gratuita a recibir información sobre servicios funerarios y otro tipo de servicios relacionados con el final de la vida. En este sentido, creo que hay que hacer un cambio importante en este sector y nosotros estamos claramente en esta fase de cambio. Por ello, Mémora ha hecho una apuesta muy importante para poner nuestra política de RSE encima de la mesa.
Comentaba que uno de los ejes de la Fundación es la cultura. ¿Dónde ponen el foco en este sentido?
Hemos tenido varios proyectos aunque quizás destacaría una guía plurireligiosa. Es decir, en las celebraciones funerarias lo tradicional era realizar una ceremonia religiosa. Sin embargo, entendiendo la diversidad de creencias que pueden tener las personas, ofrecemos diferentes ritos funerarios en función de la creencia del fallecido. Esta iniciativa la hemos llevado a cabo con el apoyo de la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso y la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Cataluña.
También, además de los ciclos de conferencias, en las bibliotecas de Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia y otras ciudades ha ido circulando una exposición itinerante llamada ‘La otra cara de la vida’. La muestra incluye más de un centenar de piezas arqueológicas originales utilizadas en la Península ibérica a lo largo de la historia y realiza un recorrido sobre la cultura funeraria desde el Paleolítico hasta la época actual.
También cuentan con una plataforma de formación online…
Sí, la formación es otro de nuestros ejes de actuación a parte de la sensibilización y la cultura. Tenemos tres cursos de formación online abiertos para los profesionales del sector salud. Además, hacemos 15 o 16 jornadas al año con diferentes entidades y hospitales de España. También trabajamos para tener una línea de investigación propia.
Por otra parte, a nivel interno, trabajamos cada vez más con la idea de sumarnos, aglutinar e intentar participar en un problema social como es la soledad. Hay muchísima gente que se muere sola y por lo tanto el tema del acompañamiento a través de una red de voluntarios al final de la vida está encima de la mesa en la Fundación Mémora.
¿En qué retos o proyectos de trabajará la Fundación a largo plazo?
Trabajaremos en extender lo que hicimos estos años en Barcelona y en Hospitalet de Llobregat para dar soporte a las familias durante su duelo. Probablemente, este soporte lo ampliaremos a los profesionales que también sufren problemas de duelo.