¿Cuál es en su opinión la situación actual de la Responsabilidad Social en México?
He estado comprometido con este asunto como representante del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y como uno de los responsables de lanzar el Pacto Mundial y desde la perspectiva, puedo ver cómo se han sumado muchas empresas, primero por una casi obligación de carácter moral o cosmética, aunque después lo han convertido en una política aspiracional que ha ido permeando en la empresa y, por fin, se han sometido a una reestructuración de la organización, creando áreas específicas, empezando a elaborar informes, estableciendo indicadores y aceptando la idea de una comparabilidad vía consultoras independientes y externas a la empresa. Creo que se ha avanzado, pero estamos muy lejos de haber llegado a un punto medio, a un punto de balance, en el desarrollo de la RSE.
¿Cómo está incidiendo la crisis en esta evolución?
Creo que la crisis está afectando un poco a la tendencia creciente que venía teniendo y, como pasa con los gobiernos, cuando hay que cortar, uno mira los sectores relativos a la cultura, educación, que parecen los más obvios cuando son los que generan potencial en el país.
Creo que en este momento de crisis las empresas que resistan el embate y fortalezcan los criterios de sostenibilidad, lucha contra la corrupción, buen gobierno, van a ganar un valor añadido, un valor adicional que los ciudadanos, cada vez más informados, van a empezar a mirar con lupa. A la larga, es todo ganar para las empresas.
¿Cómo ve la situación de la RSE en México respecto a España?
La ventaja para México es que el ciclo que se vive es de crecimiento. Cuando pensamos que en Chile, Argentina o Paraguay, que viven crecimientos anuales por encima del 5% y hasta el 15% en el caso del último, está claro que nos encontramos en un momento expansivo en el que la RSE puede crecer al haber beneficios en las empresas.
En España, los recortes han sido tan grandes internamente, en cuanto a personal, los EREs, la reducción de plantillas, de programas especiales… que este sector está más amenazado. No obstante, las empresas que han encontrado un nicho en trabajar en la RSE, no creo que lo dejen porque saben, precisamente, que les ha dado la diferencia que tenían con sus competidores.
Es posible que se busque ser más eficiente, que se reduzcan algunas partidas, pero sería un gran error echarse para atrás y abandonar este proyecto que es incremental porque una vez comenzado, volver atrás no tendría sentido y dejaría descolocadas a las empresas.
¿Qué aspectos destacan en México en la apuesta por la RSE?
Creo que el hecho de que el Pacto Global tenga un cierto predicamento es porque ha sido dinamizado, entre otros, por un empresario como ha sido Fernando Chico Pardo, que además pertenece al Comité Directivo del Pacto a nivel mundial; el hecho que la Bolsa Mexicana de Valores, que es una de las más potentes América Latina, hable de crear un índice de sustentabilidad y que haya una veintena de empresas, de las más potentes y comprometidas y las más cosmopolitas y globalizadas, creo que son buenas noticias para la región. Ojalá estas empresas no se cierren sobre sí mismas y propaguen su experiencia, y que se sumen las pymes que no están en el eje de Monterrey-Guadalajara-DF pero que están en Puebla, en Veracruz, la península de Yucatán, donde hay ciudades y empresas muy dinámicas pero que desconocen o no se han aproximado aún a la RSE. Los medios de comunicación y las universidades que se han metido en esto, pueden ayudar mucho. Hay que salir a predicar, en el sentido positivo del término, porque estamos
ante una buena causa que, además, tiene rentabilidad y un retorno importante.
¿Cómo influye la sensación de inseguridad que, al menos desde el exterior, se asocia con México en el ámbito de la Responsabilidad Social?
El sector empresarial, quitando algunos corredores económicos de algunas zonas específicas, sabe cómo trabajar en estos entornos y eso es algo que desde España y otros países europeos nos cuesta mucho entender, el saber cómo relacionarse en ambientes de conflictividad.
Las grandes empresas saben cómo moverse y es verdad que pueden haber sentido alguna restricción, pero las amenazas potenciales que sufren les aproximan a la sociedad civil, a los consumidores, a las ONG, a los ayuntamientos… y les da un valor social y ciudadano muy superior al que tenían antes.
¿Qué peculiaridades tiene la RSE interna en México? ¿Cuáles son los asuntos clave que hay que abordar en el ámbito laboral?
Creo que en México el sindicalismo y los derechos laborales tienen otros principios. Vienen de otras épocas y tienen otros antecedentes. Es muy deseable que haya debate dentro del movimiento sindical y de las normas laborales para agilizar y modernizar un poco los sistemas.
Los sindicatos tienen que entender que se tienen que adaptar, fortalecer la movilidad y la formación de sus trabajadores. Es verdad que tienen que defender derechos, pero ellos mismos tienen que trabajar en la línea de la productividad, de la eficiencia. Creo que este debate está entrando en México, porque sigue siendo un país muy atractivo para la inversión. Las cifras de estos últimos años en inversión externa son de entre 15.000-25.000 milones de dólares anuales ingresados en el país. Todavía, los países europeos y Estados Unidos siguen mirando a México como buen lugar para invertir, lo que quiere decir que hay margen para avanzar en estos temas. Ya hay una agenda de trabajo que apela a reformas sindicales, del mercado laboral… el debate internacional pero trasladado a las condiciones mexicanas, que son muy particulares.
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