Tras el proceso de reorganización interna que han llevado a cabo, ¿en qué lugar queda la RSE?
La Responsabilidad Social cuelga de la Dirección de Relaciones Corporativas y Comunicación, junto a otras áreas como las relaciones institucionales, farmacoeconomía, el departamento de precio y reembolso y las funciones de comunicación. Hemos querido aglutinar bajo una única dirección todo el apoyo estratégico a la venta y las relaciones corporativas de la empresa con todos sus públicos: internos, como los empleados; y externos, como los pacientes, personal sanitario, autoridades públicas, medios de comunicación, etc.
La RSE cuenta entonces con un departamento propio…
Sí, y es la primera vez. Antes estaba dispersa en diferentes áreas y de esta manera hemos querido darle visibilidad e importancia. No obstante, se aborda de una manera muy transversal en la empresa y cuenta con el apoyo de otras áreas como por ejemplo, la de comunicación interna. Para nosotros es importante lo que hacemos fuera en materia de RSE pero más lo que hacemos de puertas hacia adentro. Es lo que llamamos el ‘efecto bio’, lo que se hace dentro se refleja luego fuera.
Este proceso de reordenación, ¿cómo se ha reflejado en la política de sostenibilidad del grupo?
Hemos dedicado 2010 a ver las actividades concretas que se hacían, agruparlas, darles una coherencia y a la vez, hacer un poco de reflexión interna sobre hacia dónde queremos ir en RSC.
Lo que hemos querido hacer es poner en un ‘paquete’ un inventario de lo que se viene haciendo en la casa, que ya es mucho, por dos motivos: para darle un valor y para el orgullo de las personas que están trabajando en ello día a día, para animarles a seguir trabajando esta línea.
Todo el trabajo ha girado en torno a dos ejes: nuestro compromiso con el entorno social, económico y medioambiental en el que actuamos, en este caso España y Portugal; y nuestra responsabilidad hacia todos los socios con los que trabajamos: empleados, profesionales sanitarios, autoridades públicas, proveedores.
Respecto a estos últimos, cada vez les pedimos más certificaciones y controlamos más sus prácticas.
Al tratarse de un grupo internacional, ¿siguen algunas directrices comunes?
A nivel internacional, el grupo ha organizado la RSC en cuatro patas: el paciente, las personas, el planeta y la ética. Todas ellas con el número 21 detrás en alusión a la Agenda 21 que se acordó tras la Cumbre de Río. Dentro de cada uno de estos cuatro paquetes hay varios proyectos y tenemos mucha libertad para aplicarlos a nivel local como nos parezca más conveniente.
Estoy convencido de que debemos devolver de alguna manera lo que nos aporta la comunidad donde trabajamos. De ahí que nos parezca importante incidir en la Responsabilidad Social a nivel local, no tanto en África y otros países. Para ello, la empresa ha creado una fundación que se centra más en apoyar a las zonas que son víctimas de grandes desastres o en preocupaciones sanitarias mundiales como la malaria, tuberculosis, etc.
A través de ella vehiculamos las donaciones y colaboraciones internacionales.
Desde España y Portugal, queremos insistir en que podemos dar mucho en las áreas en las que somos fuertes, como en oncología, diabetes y cardiovascular donde contamos con estudios, medicamentos, investigadores, etc. Aquí es donde podemos aportar un valor añadido, porque es lo que realmente conocemos. Vamos a incidir sobre todo en el diálogo con los pacientes en este sentido.
¿Qué objetivos buscan con toda esta nueva forma de abordarla RSE en la compañía?
Hay dos principios básicos que queremos conseguir. Uno es que la RSC pase a ser una parte implícita en la gestión, que no sea una política más, sino que sea parte integrada. Si no, cuando haya dinero la haremos y cuando no, quedará en nada.
Prefiero que hagamos menos, pero que sea integrado en el día a día y no nos lo pueda quitar nadie. De ahí nuestro interés en certificarnos con la SGE21 y en pasar cualquier auditoría que nos obligue a asegurarnos de que en todos los procesos nuestros ha un elemento responsable. Otro principio básico es el de contribuir a buscar la solución a la fórmula mágica que permita seguir trabajando para mejorar y alargar la vida de los ciudadanos, y a la vez, ayudar a las administraciones a tener sistemas de salud sostenibles, que puedan seguir siendo universales y accesibles. Pensemos que cada vez existen más pacientes crónicos, supervivientes de enfermedades como el cáncer. Esto es excelente desde el punto de vista del paciente pero también supone un coste creciente para las administraciones públicas.
La entrevista completa la encontrarás en la revista Corresponsables nº 24. ¡Suscríbete aquí!