El Panel Intergubernamental para la Lucha Contra el Cambio Climático afirma que las emisiones de gases invernadero producidas por los humanos han aumentado desde 2010 en todos los sectores. ¿Qué se recomienda desde South Pole para evitar que el planeta se dirija a una catástrofe climática?
Es impresionante la velocidad en la cual estamos acelerando el aumento de la temperatura global y tenemos que ser igual de impresionantes y rápidos en nuestra respuesta frente a esta crisis climática. Lo que las empresas y los gobiernos están haciendo hoy en día no está ni cerca a lo que necesitamos para no superar el aumento de 1.5°C de la temperatura media global.
Necesitamos acción climática real y concreta, empezando por las grandes industrias que emiten CO2, que deben cambiar la forma en que producen. Pero también se requieren cambios en nuestros hábitos de consumo y presión política para que la energía que utilizamos provenga cada día más de fuentes renovables. Es el momento de poner un precio al carbono, no se puede esperar más.
¿Cómo acelerar la transición hacia una sociedad climáticamente inteligente?
Para que logremos un cambio sistémico en las industrias más contaminantes necesitamos votar a los políticos que estén dispuestos a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y redirigirlos hacia fuentes de energía limpia. Y las instituciones financieras deben dejar de financiar nuevos proyectos fósiles y mirar en detalle qué clase de mundo está generando su portafolio de inversiones.
Si los gobiernos no logran dilucidar una estrategia superadora de desarrollo más allá de la economía fósil estarán poniendo en riesgo los compromisos del Acuerdo de París y nuestro futuro como humanidad. Los conflictos geopolíticos que experimentamos debido a nuestra sobredependencia fósil, no sólo causan enorme sufrimiento hoy sino que ponen en riesgo nuestros esfuerzos colectivos de resolver la crisis climática.
Uno de los principales retos es el de reducir las emisiones de carbono. Teniendo en cuenta que suele requerir de fuertes inversiones ¿ser sostenible sale rentable?
Una empresa que no considere en detalle los riesgos que el cambio climático significa para sus operaciones, al mismo tiempo que se adelanta a los cambios regulatorios y de mercado que la transición energética supondrá para la economía, es una empresa que tarde o temprano estará en desventaja frente a sus competidores.
Las empresas deben medir su huella de carbono, comprender sus externalidades y poner un precio interno al carbono para que funcione como incentivo para una rápida descarbonización. Ese proceso no sólo abrirá la puerta de nuevos modelos de negocio sino que permitirá atraer el mejor talento y tener una organización con un propósito que enamore a sus usuarios o clientes.
Además, los mercados de carbono pueden funcionar como catalizadores de la inversión necesaria para evitar, reducir y capturar CO2 de la atmósfera y cerrar la brecha de inversión verde que padecemos hoy. Cuando las y los líderes empresariales se den cuenta de que pueden ser parte de la solución surgirán todavía más oportunidades y negocios que encontrarán su rentabilidad en esta transición.
¿Es fundamental las alianzas con el sector privado y público para poner en marcha planes de reducción y compensación de huella de carbono?
Claro, siempre es clave la colaboración público-privada para el éxito de una estrategia de descarbonización corporativa o desarrollo de un proyecto de compensación. Los equipos regionales de South Pole trabajan mano a mano con las comunidades locales para implementar proyectos que generen créditos de carbono pero también aporten beneficios socioeconómicos medibles, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La participación de todas las partes es el aspecto clave para que un proyecto de acción climática sea bien ejecutado y pueda mantenerse en el largo plazo. Las comunidades deben ser las protagonistas en el desarrollo de las soluciones en terreno, desde proteger bosques a establecer nuevas prácticas de agricultura regenerativa en suelos degradados.
Habitualmente se escucha que la sostenibilidad es un pilar fundamental en las empresas. ¿Esta afirmación es real? ¿Cuánto hay de compromiso y cuánto de greenwashing?
Es cierto que hemos visto una explosión de compromisos climáticos por parte de las empresas en los últimos años. En la actualidad, el 21% de las dos mil empresas más grandes del mundo (Apple, Amazon, Microsoft, Nestlé o Unilever entre otras) tienen un objetivo NetZero, o de llegar a cero emisiones netas en las próximas décadas. Esto es extremadamente positivo porque marca la tendencia y pone el tema más alto en las prioridades internas de las empresas.
Pero es el momento de ejecutar esos compromisos y pasar de la ambición a la acción. Todavía eso no se ha comprobado. Entre las más de 13 mil empresas que divulgaron información climática a través del reporte especializado CDP en 2021, sólo un tercio desarrollaron un plan creíble de transición climática. Y si bien casi todas las organizaciones dentro de ese análisis divulgaron objetivos de reducción de emisiones, menos del 35% son creíbles o están validados por la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (SBT). Si esta situación no cambia rápido podríamos hablar claramente de greenwashing y cada vez es mayor el escrutinio para que las empresas cumplan lo que prometieron.
¿Qué proyectos o iniciativas estáis llevando a cabo que impulsen una transición hacía las energías renovables?
El equipo de renovables de South Pole, se encarga de asesorar a las compañías en cómo debe ser su estrategia para llegar a 100% energía limpia lo antes posible así como apoyar a toda la cadena de suministro de una gran corporación en el mismo sentido. También apoyamos a nuestros clientes en adquirir garantías de origen o certificados de renovables (iRECs) a nivel internacional o firmar un contrato PPA.
Una iniciativa nueva muy interesante que estamos liderando es la D-REC Initiative que tiene como objetivo crear un nuevo mecanismo global de certificación de energía renovable distribuida que permita acelerar la transición energética en mercados emergentes. Ese mecanismo permitirá conectar a los inversores de empresas grandes con pequeños desarrolladores de proyectos de renovables fuera de la red que pueden darle, por ejemplo, electricidad a escuelas o comunidades remotas en África, Asia o América Latina. Esto es clave porque no hay que olvidar que los países que menos generan el cambio climático son los que más sufren las consecuencias y los que más financiación necesitan para no quedarse afuera de la transición y poder lograr una mejora en su calidad de vida que esté basada en fuentes de energía limpia.
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