Pablo Claver, director del Museo de la Felicidad, concede una entrevista a Corresponsables por motivo del Blue Monday, el día más triste del año. En ella nos descubre todos los detalles de este nuevo proyecto y espacio inmersivo que ya se puede disfrutar en la ciudad de Madrid.
¿Cómo surge la idea de crear este museo? ¿Cuál es la idea detrás de este enfoque experiencial?
La idea surge tras la pandemia. Me formé como profesor de felicidad en Colombia hace 11 años. He escrito tres libros sobre de esta emoción y, al final, supimos acerca de la existencia de un museo dedicado a ello, el Museo de la Felicidad de Copenhague.
Este relata muy bien la geografía, la historia, la cultura, la literatura y la ciencia de la felicidad, pero creímos que le faltaba el enfoque experiencial, por eso, pensamos nosotros en hacer uno aportando este valor.
Tenemos un acuerdo para abrir museos de la felicidad por todo el mundo combinando la parte museística con la experiencia.
La idea es que nuestros visitantes vivan en primera persona algunas herramientas que les pueden ayudar a cambiar su estado de ánimo. Es un museo muy entretenido, pero a la vez muy educativo. Salir un poco más sabio de lo que se entra y poder seguir viviendo la experiencia fuera del museo.
¿Qué técnicas se utilizan para aumentar la conocida hormona de la felicidad y cómo estas se aplican en las experiencias interactivas del museo?
Para liberar ciertas hormonas que nos ayudan a experimentar felicidad, nos valemos de actividades que hacen que, a través del movimiento, la risa, los abrazos, la bondad, el agradecimiento, la diversión, la sorpresa, etc, se disparen nuestros niveles de endorfinas, oxitocina, dopamina y serotonina.
¿Qué experiencias interactivas son las que más destacarías del museo y por qué?
Al ser un museo inmersivo el que, en vez de poner carteles de prohibido, tocar es casi obligatorio, tocar y probar.
Disponemos de más de 20 experiencias entre las que podemos dar saltos de felicidad, practicar la risoterapia en nuestro risódromo, viajar a un país mágico a través de nuestras gafas virtuales, tirarse por un tobogán feliz para hacer cosas por primera vez, experimentar a qué sabe, qué sonido tiene, cómo huele, cómo tocamos y cómo vemos la felicidad en nuestro laboratorio con los 5 sentidos.
También descubrir sobre nuestra propia felicidad entrando en nuestro armario de la verdad, abrazarnos a un Abrazador que nos genera oxitocina a partir de los 8 segundos, llamar a un ser querido desde nuestras cabinas felices, bailar las 10 canciones más felices de la historia en nuestra discoteca, compartir escribiendo o dibujando las cosas que nos hacen felices e interactuar con un cajero que no da dinero pero si nos da cheques de cosas mucho más importantes para nuestra felicidad.
Se propone el uso de un “felizómetro” para evaluar el grado de felicidad de los visitantes, ¿cómo se utiliza esta herramienta y de qué manera el Museo de la Felicidad pretende impactar en este factor a los visitantes?
Antes de entrar en el museo pedimos a todos nuestros invitados que interactúen con un felizómetro para que, por medio de caritas con diferentes estados de ánimo, nos digan cómo se sienten y cuánto se han reído antes de entrar.
Ese mismo felizómetro, lo tenemos también a la salida. Después de la visita, que dura entre una hora y cuarto y una hora y media, pretendemos que los visitantes hayan disfrutado, se hayan reído y su estado de ánimo sea mejor o como mínimo igual que cuando entraron.
Y como queremos que se vayan un poco más sabios, muchas de las técnicas que se utilizan en las diferentes experiencias que componen el museo las pueden seguir utilizando fuera de él.
¿Cuáles son los retos que enfrenta este Museo de la Felicidad ante una sociedad de grandes cambios y desafíos emocionales como la nuestra?
Nuestro desafío es inmenso. Sabemos que no se puede ser feliz siempre todos los días y que no existe una receta mágica que nos haga felices a todos. Hay días que estamos tristes, enfadados, enfermos, nos salen las cosas mal, estamos de luto, etc y no podemos ser felices esos días.
Queremos transmitir que nos tenemos que dar el derecho a ser humanos y vivir todas las emociones. Y cuando toca estar triste o de luto, es bueno hacerlo.
Lo que si queremos es que aprendamos a analizar cómo va a ser nuestro día por la mañana y si hoy, por ejemplo, no tienes nada que te impida ser feliz, entonces sí que podemos hacer muchas cosas para que hoy sea un día memorable.
La ciencia de la felicidad se puede divulgar y acercar a muchas personas y que cada una compruebe qué técnicas y herramientas le funcionan y aquellos días donde no tengan nada que se lo impida, ese día sean felices.
Ya que se ofrecen visitas guiadas a colegios, desde el punto de vista educativo ¿cómo se plantean estas visitas para los más pequeños?
Ofrecemos visitas dinamizadas a colegios donde en función de las edades, les preparamos una visita inmersiva en la que van a conocer el poder de los abrazos, la risa, el movimiento, la gratitud, la bondad o el agradecimiento viviendo en primera persona experiencias que les permitan conocer cómo practicar la felicidad dentro y fuera del museo.
Colegios desde infantil, primaria, ESO, bachillerato, FP y Universidad son bienvenidos al museo. Nuestro equipo de educadores está esperándoles con los brazos abiertos.
Para terminar, ¿cómo creen que las organizaciones, especialmente las empresas, pueden impulsar la felicidad de sus empleados y lograr así sociedades con mejor salud mental?
Las organizaciones se tienen que quitar la venda que les impide ver que los equipos cuanto más felices se sientan mejores resultados darán.
Darle importancia a generar emociones positivas en los trabajos es según mi parecer y el de muchos emprendedores, la mejor inversión que se puede hacer. Creando una cultura enfocada al bienestar, tanto físico como mental, de nuestros equipos se consiguen mejores resultados.
Desde el Museo de la Felicidad, organizamos teambuildings para que las empresas comprueben in situ cómo, a través de técnicas y experiencias inmersivas prueben el poder de los abrazos, la risa, el agradecimiento, conocer el lado más humano de nuestros compañeros, celebrar, sorprendese, etc, el ambiente laboral de una organización puede cambiar.
La idea es que muchas de las herramientas que trabajamos en estas actividades, luego las sigan practicando fuera en sus organizaciones.
Nos gusta decir, que la fórmula para tener organizaciones felices esta poner el foco en lo humano. El secreto está en lo humano.
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