Entrevista con Pilar Blaya, Directora de Responsabilidad Social Corporativa de Fundación Valenciaport, que nos habla sobre RSC y los retos de futuro a los que se enfrenta su organización en esta materia.
¿Puedes explicarnos cómo llegaste al mundo de la responsabilidad social y qué recuerdas de esos inicios?, ¿cómo estaba la RSE en nuestro país y en tu organización en esta materia?
Cuando llegué a finales de 1996 al Puerto de Valencia ya se emprendían proyectos que mejoraban las relaciones con el entorno desde distintos ámbitos; cuando se publicó el Libro Verde de la Comisión Europea empezamos a pensar en la forma de articular todas esas iniciativas en torno a una estrategia común.
Fue en 2004, a partir del cambio en la Presidencia de la Autoridad Portuaria, cuando se integró la responsabilidad social como un eje clave en el Plan Estratégico. En aquel momento en Valencia era un tema prácticamente desconocido; fuimos pioneros, el primer puerto en integrar la RSC, y había mucho escepticismo en las organizaciones. Como compañeros de camino en ese momento estaba Forética, había solo un curso que impartía la UNED y poco más; aun así, era muy ilusionante.
¿Cómo ha evolucionado la estrategia de la responsabilidad social de Valenciaport en estos últimos años hasta la actualidad y cuáles son vuestras principales líneas de actuación?
En quince años ha habido una lógica evolución en cuanto a los enfoques. Empezamos poniendo el foco en los grupos de interés y luego nos dimos cuenta de que para integrarlo mejor había que trabajarlo desde la estrategia, es decir, centrando su organización en las líneas en que debíamos mejorar: en gestión interna, en el desarrollo de alianzas y cómo llevar adelante un diálogo que fuera más interactivo con el entorno.
Actualmente las prioridades están más centradas en reforzar las alianzas, hacer de elemento tractor en el clúster portuario y sumar a más. También vamos “hilando fino” en ámbitos como el gobierno corporativo. Hemos apreciado que vale la pena incentivar la autonomía en la gestión, es decir, cada responsable, en los diferentes asuntos, en laboral, medio ambiente, etcétera, tiene autonomía en esa gestión de los proyectos. Lo que se hace desde RSC es proponer y articular todo el esfuerzo común, pero cada cual desde su área de actividad, porque es más efectivo.
¿Puedes citar algunas buenas prácticas de tu organización?
Al tratarse de un puerto lo fundamental es identificar el impacto ambiental; por el puerto de Valencia pasan actualmente más de cinco millones contenedores al año. Estamos participando en muchos proyectos de I+D+i en una colaboración público privada, a nivel nacional, europeo e internacional; proyectos de eficiencia energética, de utilización de energías renovables, testando combustibles alternativos, y desde luego integrando las nuevas tecnologías en el día a día de la actividad portuaria.
Estas actuaciones se complementan con proyectos de carácter social donde todo el clúster portuario también trabaja conjuntamente en beneficio de los colectivos más vulnerables y necesitados en la ciudad.
¿Qué papel tiene la comunicación de la responsabilidad social para tu organización?
Es un tema delicado porque en nuestra opinión tienen que hablar los hechos. Tratamos de que se identifique el Puerto con una actividad que pretende dinamizar la economía y la sociedad.
En comunicación se mantiene un perfil bajo, porque pese a haber una información transparente, existe cierto recelo en el entorno asociando la comunicación a un escenario de marketing; no hacemos “grandes alardes”.
¿Cuáles son en tu opinión los principales errores que se cometen en torno a la responsabilidad social y cómo podríamos subsanarlos?
A mi juicio un error muy importante es el mimetismo, es decir, copiar lo que hacen otros y muchas veces sin que se corresponda con nuestra identidad y necesidades. Intentar sujetarse sistemáticamente a estándares que no responden al perfil de las organizaciones que tenemos creo que es una pérdida de oportunidad y no resulta lo efectivo que debería de ser.
Otro elemento que también podríamos mejorar es que la gestión de la responsabilidad social deje de ser marginal en la organización; tiene que estar muy integrada en la gestión, puesto que tiene que afectar al core del negocio.
Aún se oye en algunos foros personas que las empresas hacen RSE por lavado de imagen, ¿qué opinas de ello?, ¿cómo se puede revertir?
En mi opinión lo importante es qué es lo que se hace y cómo se hace. Al final nadie es capaz de saber qué hay detrás de cada movimiento, de cada organización. Lo realmente importante para mí es actuar.
¿Cómo estáis fomentando la comunicación y el diálogo con los grupos de interés?, ¿cómo lo lleváis a cabo?, y, ¿cuáles son las principales buenas prácticas?
Tenemos una interlocución distribuida internamente para cada colectivo, buscando el interlocutor más efectivo para cada stakeholder. Lo que hemos hecho es diversificar más y generar relaciones estables en el tiempo; que sea un colectivo representativo dentro de la misma organización y diverso, que atienda a esos grupos de interés en función de sus conocimientos y de su capacidad para tomar decisiones.
¿Cuáles son los retos y desafíos de la responsabilidad social en nuestro país?
Por un lado, tener una estrategia en materia de responsabilidad social a nivel nacional que no se ha desarrollado; dar el paso entre el “papel” que desarrolló el CERSE al día a día sería una de las claves. Por otro lado, una coordinación real a nivel autonómico de las normativas y de las iniciativas que se impulsan.
En el ámbito de la empresa en mi opinión es el trabajo en conjunto; dado que en estos casos no somos competencia podemos sumar esfuerzos para llegar a mejores resultados. En nuestra experiencia con el clúster portuario ha funcionado muy bien y hemos conseguido lo que por separado nunca habríamos logrado.
¿Cuáles son los retos de tu organización de futuro?, y ¿cómo pensáis llevarlos a cabo?
Para nosotros reforzar la lucha contra el cambio climático es fundamental, dado que se trata de un puerto. La descarbonización, es clave en estos próximos años. También la integración de las nuevas tecnologías siempre en armonía con el desarrollo social.