Acaban de ser premiados por Fundación Mapfre por su proyecto del Tren medicalizado en Ucrania. ¿En qué consiste este proyecto?
Médicos Sin Fronteras, en cooperación con el Ministerio de Salud ucraniano y los Ferrocarriles Nacionales ucranianos, ha medicalizado por completo dos trenes ucranianos para poder transportar pacientes y heridos por la guerra desde el este de Ucrania, la más castigada por la guerra, hacia diversos hospitales de Leópolis.
Este proyecto de innovación médica se ha llevado a cabo como respuesta a la saturación de muchos hospitales ubicados en la zona este del país. Gracias a la medicalización de estos dos trenes, conseguimos garantizar la atención médica a los heridos y afectados por el conflicto trasladándolos a zonas donde se les puede tratar y descongestionamos los principales hospitales de la zona para que puedan seguir atendiendo a las personas afectadas por la guerra.
Los equipos de Médicos Sin Fronteras operan los dos trenes que cuentan con capacidades diferentes y que responden a necesidades diversas. Hasta la fecha hemos conseguido trasladar a 1.678 pacientes y a 78 huérfanos y huérfanas de un orfanato en 55 viajes. A pesar de los enormes retos de seguridad, hemos podido evacuar a personas gravemente heridas desde Járkov, Lugansk, Donetsk y Mariúpol.
¿Qué ha supuesto para Médicos sin Fronteras recibir este galardón de Fundación Mapfre?
Recibimos el premio en la categoría de Mejor Proyecto o Iniciativa por su Impacto Social otorgado por la Fundación Mapfre con una gran ilusión. Este galardón va para todos y todas mis compañeras ucranianas que desde hace más de siete meses dan lo indecible para paliar el sufrimiento causado por esta guerra. Médicos Sin Fronteras cuenta con 600 trabajadores y trabajadoras en Ucrania y el 80% son de nacionalidad ucraniana. Estas personas que trabajan prestando ayuda humanitaria en su propio país como respuesta a la emergencia causada por la guerra están sometidas a una presión tremenda, porque trabajan en su propio país, allí donde reside su familia, sus amigos, donde habitan sus recuerdos, donde se levantan sus viviendas, su vida, en resumen. También, nos gustaría hacer extensivo a todos los trabajadores y trabajadoras del sistema de salud de Ucrania, que llevan dando lo mejor de sí mismos en estos meses de conflicto.
¿Cómo se puso en marcha una iniciativa así? ¿Cómo fue la cooperación con los hospitales y administraciones ucranianas en el contexto de guerra en el que se encuentran?
El proyecto del traslado de pacientes en los dos trenes medicalizados de Médicos Sin Fronteras se realiza en colaboración directa y estrecha con el Ministerio de Salud ucraniano, los hospitales, y la Autoridad Ferroviaria del país.
Médicos Sin Fronteras es quien gestiona el tren y el traslado de los pacientes. Toda la rehabilitación de los dos trenes ha sido llevada a cabo de forma íntegra por nuestra organización.
La coordinación de un traslado es una tarea compleja que debe realizarse de forma ágil y rápida para garantizar el máximo de traslados posible en el mínimo tiempo. El tren tarda unas 30 horas o más en cubrir el trayecto (ida y vuelta) entre el este del país y Leópolis, destino inicia y final de la mayoría de las evacuaciones.
Primero, los equipos médicos de Médicos Sin Fronteras contactan con el Ministerio de Salud y varios hospitales de las zonas más afectadas por el conflicto. Son ellos quienes identifican aquellas estructuras médicas más tensionadas y quienes establecen las prioridades. Una vez el Ministerio y los hospitales han decidido qué pacientes son los mejores candidatos para el traslado, el equipo médico de MSF se pone en contacto con ellos para discutir los expedientes médicos de todos ellos y establecer su plan de evacuación específico. Desde el primer contacto con el hospital hasta el cierre definitivo de la lista de pacientes para el traslado se demoran unas 48 horas de máximo. De esta forma, se garantiza que, una vez el tren ha regresado de Leópolis, todo está dispuesto para un nuevo traslado.
Cuando se cierra la lista de pacientes, se determina la estación de salida del tren. Al principio, cada hospital se responsabilizaba del traslado de los pacientes por carretera (en ambulancias) desde sus instalaciones hasta la estación de tren escogida. Sin embargo, nos dimos cuenta de que no todas las estructuras médicas disponen de ambulancias para realizar los traslados o disponen de muy pocas, o se encuentran muy lejos de las estaciones de tren. Por eso, hemos puesto en marcha un servicio de ambulancias que permita facilitar los traslados de pacientes y permita a más hospitales acceder al servicio de evacuación de pacientes.
Una vez los pacientes se encuentran en la estación de tren, procedemos a su ingreso . Desde ese momento, Médicos Sin Fronteras es el máximo responsable del bienestar de los pacientes. Todo el proceso se realiza en un máximo de 40 minutos. Todos los pacientes que trasladamos ya tienen una cama asignada en algún hospital de Leópolis, trabajo del que se encarga el Ministerio de Salud y los hospitales.
Una vez el tren llega a Leópolis, se procede a la evacuación de todos los pacientes y son trasladados a las ambulancias que están esperando en la estación. Tras la finalización del trayecto, el tren regresa hacia la zona este donde realizar un nuevo embarco de pacientes. Es en Leópolis cuando se aprovecha para realizar el cambio de personal si es necesario.
¿Qué promedio de personas han ayudado gracias a este proyecto? ¿Cuáles son los objetivos alcanzados?
Ahora mismo contamos con dos trenes medicalizados.
El primero que pusimos en marcha a finales de marzo tiene una gran capacidad que nos permite trasladar a un gran número de pacientes que requieran bajos niveles de atención (unos 50 pacientes por traslado) y a sus acompañantes. En este tren, todos los pacientes a bordo han de poder contar con un estado de salud lo suficientemente fuerte como para aguantar todo el trayecto sin necesidad de intervención médica. Por norma general, los pacientes que viajan en este tren suelen presentar heridas traumáticas en brazos o piernas, por ejemplo, u otras patologías no muy graves. Este tren lleva a bordo a un equipo de 8 o 9 personas, entre los que se incluye personal médico, de enfermería y psicológico capaz de atender a todos los pacientes durante todo el viaje.
En este tren, el nivel de atención médica es más básica, pero podemos hacer un buen nivel de atención de enfermería, incluyendo la administración de medicamentos, el alivio del dolor, los antibióticos y el cambio de vendajes si es necesario. Y como prestamos atención a un nivel técnico ligeramente inferior, podemos atender a más pacientes.
En abril rehabilitamos un segundo tren para trasladar a pacientes que requieran atención médica más especializada. Este tren puede trasladar hasta 26 pacientes, 5 de ellos que requieran cuidados intensivos, y podemos acoger a pacientes encamados que normalmente estarían ingresados en un hospital. Este tren lleva un equipo médico y psicológico más numeroso que se adapta por completo a las necesidades de los pacientes que traslada el tren.
Nuestro equipo logístico convirtió un tren de ocho vagones, más la locomotora, en un hospital ferroviario. Cuenta con un vagón para Cuidados Intensivos; dos vagones para hospitalización de personas en estados de salud menos graves; dos vagones para pacientes que no requieran estar encamados y los acompañantes de todos los pacientes a bordo; un vagón con el equipamiento para la producción de oxígeno; otro con el generador de electricidad de más de dos toneladas de peso, y un último vagón para el personal. En total, el hospital mide más de 200 metros de longitud. Hemos diseñado y preparado el tren medicalizado con todo lo necesario para garantizar una atención médica de calidad durante la total duración del traslado hacia Leópolis, que es de aproximadamente 24 horas.
El espacio destinado para los cuidados intensivos tiene capacidad de cinco camas. Dos de estas camas pueden transportar pacientes que requieran cuidados intensivos de nivel 3, o lo que es lo mismo, pacientes que requieran estar conectados a un ventilador con un caudal de oxígeno de 60 litros por minuto. Toda la UCI cuenta con monitores, desfibriladores, ventiladores y bombas de perfusión. Además, este vagón está conectado a un vagón con siete concentradores de oxígeno, que son los encargados de almacenar el oxígeno médico para suministrar a los pacientes que requieran oxigenoterapia.
Los dos vagones destinados a la hospitalización de pacientes dan cabida a 9 camas cada uno. Hemos modificado el ancho de las puertas del tren para que puedan entrar camillas con los pacientes desde los andenes. Todo el suelo de los dos vagones de hospitalización, así como el de la UCI, ha sido forrado con linóleo, material que nos permite hacer un buen control de las infecciones. También hemos revestido todas las ventanas con materiales protectores, para evitar daños a las personas que viajen en su interior en caso de que sucedan explosiones cerca del convoy.
El generador de gasolina instalado en el convoy, de más de dos toneladas de peso, nos permite asegurar el flujo de electricidad constante durante la totalidad del trayecto. Hemos colocado una batería como refuerzo para asegurar el constante flujo eléctrico en el supuesto que el generador dejase de funcionar y hemos reforzado el suelo debido al peso del equipamiento. En total, hay más de 1.800 metros de cable instalados por todo el tren.
¿Qué otros proyectos sociales de Médicos Sin Fronteras destacaría?
Es complicado destacar proyectos concretos de la organización. Somos una organización internacional de acción médico-humanitaria con proyectos en más de 70 países en todo el mundo en los que asistimos a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidadas, desastres naturales y exclusión de la atención médica.
No sabría (y seguramente no sería justo) destacar proyectos específicos. Destacaría, eso sí, el esfuerzo que la organización realiza para llegar a proporcionar atención médico-humanitaria en zonas de muy difícil acceso, fundamentalmente debido a la violencia y los conflictos, o a poblaciones excluidas de la atención sanitaria, como migrantes y refugiados. En contextos así, se dan enormes necesidades humanitarias, y suele coincidir con una escasa presencia de otras organizaciones.
Por poner nuestra actividad en forma de cifras, citaré solo algunas.
Solo el año pasado realizamos más de 12,5 millones de consultas médicas, tratamos 2,6 millones de casos de malaria o administramos 1,6 millones de vacunas contra el sarampión en respuesta a brotes. Nuestros equipos en todo el mundo realizaron 383.000 consultas individuales de salud mental, asistieron más de 317.000 partos, trataron a 82.000 niños y niñas con desnutrición severa en nuestros centros de alimentación terapéutica, atendieron a 34.800 personas por violencia sexual y gestionaron el tratamiento antirretroviral contra el VIH de más de 37.000 pacientes, por destacar solo algunos.
¿Qué mensaje les gustaría dar a las organizaciones y empresas españolas en cuanto a la cooperación y ayuda en Ucrania?
Es indiscutible el rol que tienen las empresas en nuestra sociedad. Son actores sociales con una capacidad creciente para ejercer cambios, incluso fuera de su ámbito formal. Por otro lado, la sociedad (trabajadores, consumidores, clientes, accionistas, patronatos etc.) es hoy más sensible a las necesidades del entorno, y espera que las empresas den respuesta a estas nuevas inquietudes. En el caso de Ucrania, pero también de otros conflictos que muchas veces quedan fuera de la agenda mediática, las empresas tienen una gran capacidad para sensibilizar en cuestiones que en MSF nos preocupan especialmente, como el sufrimiento de las poblaciones civiles en los conflictos o de los problemas de protección de las personas que huyen de la violencia por citar dos ejemplos.
Mirando al futuro, ¿cuáles son los próximos desafíos de MSF?
El año pasado cumplimos 50 años. Hay desafíos que se mantienen y otros retos que hemos visto surgir o agravarse medio siglo después de que naciéramos fruto de la unión de un grupo de médicos y periodistas.
Hoy, las razones que llevaron al surgimiento de Médicos Sin Fronteras siguen vigentes: una comunidad internacional incapaz de dar respuesta a las crisis humanitarias que más sufrimiento provocan y una ayuda humanitaria que es más necesaria que nunca en lugares como Siria, Yemen o Afganistán, por poner solo algunos ejemplos.
Nuestros compañeros fundadores de la organización tampoco imaginaron que, medio siglo después de su creación, nuestra organización tendría que responder a crisis enquistadas en el seno de la vieja Europa, como los campos de refugiados de las islas griegas o el rescate de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo en el Mediterráneo central, donde los buques de Médicos Sin Fronteras han tenido que rescatar a más de 80.000 personas desde 2015.
En estas cinco décadas, los conflictos han cambiado, los contextos han evolucionado y los retos para las organizaciones humanitarias se han multiplicado. Aunque los escenarios varíen, permanecen y se agravan situaciones como los ataques a misiones médicas, la falta de acceso a las poblaciones necesitadas y la erosión del espacio humanitario por parte de agentes políticos y militares que controlan la asistencia y la ponen al servicio de sus intereses. También nos preocupan los problemas de acceso a medicamentos esenciales. La crisis de acceso a medicamentos e innovación es ya global. Muchos de los nuevos fármacos, vacunas y diagnósticos tienen precios desorbitados y amenazan la sostenibilidad de los sistemas de salud, incluso en los países desarrollados. Los monopolios están más arraigados y la I + D sigue enfocada hacia los beneficios comerciales frente a los beneficios para la salud.
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