En 2014 Telefónica presentó un Manifiesto Digital centrado en la perspectiva del cliente y que promovía una experiencia en Internet abierta y segura. Desde entonces, el ecosistema digital ha cambiado por completo. Nos entrevistamos con Christoph Steck, director de Políticas Públicas de Telefónica, para conocer cómo la compañía abraza la tecnología como herramienta de desarrollo social.
Telefónica ha presentado recientemente la segunda edición de su Manifiesto Digital. ¿Qué diferencias o aspectos incorpora respecto a la primera edición de 2014?
En la sociedad de datos actual la digitalización es un factor transversal que involucra a todas las personas e industrias, y en la que las nuevas tecnologías como el Blockchain y la Inteligencia Artificial han podido desarrollarse a gran velocidad. En consecuencia, Internet y otras tecnologías ya no son solo asuntos de interés tecnológico, sino que son parte integral de la agenda pública y del debate político.
De la misma forma, los ciudadanos han tomado más conciencia sobre la complejidad del entorno digital y cómo impacta en el ejercicio de sus derechos, mientras las compañías están transformando su relación con los consumidores y las sociedades. Telefónica, 4 años más tarde, presenta este nuevo Manifiesto proponiendo un debate público para el establecimiento de un Nuevo Pacto Digital basado en las personas.
¿Cuáles son los objetivos de Telefónica con este Nuevo Pacto Digital?
Queremos empoderar a los ciudadanos y apostamos por un enfoque de la digitalización centrado en las personas. Esta idea surge de la necesidad de alcanzar soluciones colaborativas y fomentar el debate público para renegociar, redefinir y reafirmar los valores comunes de un futuro digital sostenible.
A grandes rasgos hacemos un llamamiento para:
- Asegurar que nadie se queda atrás en el proceso de digitalización.
- Promover un enfoque nuevo en la responsabilidad de las empresas basado en los valores y en la ética existentes, a la luz de los desafíos y oportunidades de la digitalización.
- Modernizar nuestras políticas e instituciones y encontrar soluciones colaborativas.
- Establecer las bases de una Carta de Derechos Digitales que proteja nuestros valores y derechos fundamentales.
- Alcanzar un compromiso que favorezca la innovación, el emprendimiento y la inversión.
- Promover una comprensión colectiva de cómo la digitalización puede hacerse sostenible mejorando la equidad y la no discriminación, la responsabilidad, la inclusión, la transparencia, la elección y la rendición de cuentas.
¿Cuáles son los principales beneficios de la disrupción tecnológica?
La disrupción tecnológica está modificando la forma en la que trabajamos, nos comunicamos y afrontamos las tareas diarias, desde la manera de comprar hasta la forma de disfrutar de la cultura. Está dando acceso a la educación y al conocimiento a una escala global sin precedentes, pero también está proporcionando nuevas oportunidades profesionales y capacitando a los trabajadores para ocupar nuevos puestos digitales. En este contexto, la conectividad se ha convertido en un elemento necesario para empoderar a las personas y en un aspecto clave para la inclusión social.
¿Y los riesgos?
Es evidente que la digitalización de la sociedad y la economía es un proceso que arroja luces y sombras. Entre los riegos que puede comportar esta transformación destacan la persistencia de la brecha digital que puede generar nuevas desigualdades. Por otra parte, la digitalización y la automatización suponen un reto para la sostenibilidad de las políticas sociales y el bienestar, así como su impacto en el empleo y en las contribuciones fiscales. En cuanto a los datos, que sin duda pueden enriquecer las experiencias de los usuarios y generar nuevas oportunidades en términos individuales y colectivos, se está produciendo una crisis de confianza por la sensación de pérdida de control de los datos personales que puede limitar el potencial de la digitalización. Además, un número reducido de plataformas globales se están convirtiendo en nuevos guardianes de la experiencia digital con una influencia desproporcionada sobre las vidas de los ciudadanos e incluso con capacidad para condicionar la opinión público.
Estas plataformas están desafiando a las leyes fiscales nacionales, la seguridad, la privacidad y la protección de los consumidores.
Y finalmente, la velocidad del progreso tecnológico y la disrupción propiciada por los nuevos servicios digitales han hecho que los marcos legales y de políticas públicas queden desactualizados. Ello está desafiando los derechos de las personas, la protección de los consumidores y una competencia justa. Se requiere una urgente modernización.
¿Cuál es la situación de la digitalización en España? ¿Empresas y sociedad están preparadas, son líderes o van rezagadas?
España ya es una sociedad digital avanzada y con un futuro prometedor, gracias al gran despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones de los que dispone. Un caso paradigmático es el desarrollo de fibra óptica hasta el hogar (FTTH), una tecnología con la que superamos en número de clientes a Alemania, Reino Unido, Francia e Italia juntos, lo que nos convierte en líderes europeos en sector, al igual en lo somos en América Latina. Además, disponemos de la tercera red de acceso de fibra más extensa de los países de la OCDE y de una cobertura 4G (LTE) que llega al 94% de los hogares españoles.
En lo relativo al calado social de este proceso de digitalización, llama la atención la adaptación de los españoles a la transformación que estamos experimentando. Tal y como revela el Informe de la Sociedad Digital en España de la Fundación Telefónica, un total de 24 millones de españoles de entre 16 y 74 se conecta a diario a internet. No obstante, el número de personas de entre 65 y 74 años que utilizan internet, pese a constituir una cifra menor que la anterior, creció cerca de un 26% en el año 2017. Para contribuir a cerrar esta brecha digital aún existente, es necesario que la sociedad apueste por la formación en competencias digitales.
¿Cómo debe ser la digitalización para que esta sea sostenible?
Para que la digitalización sea sostenible, se necesita que este proceso se rija sobre a una serie de principios fundamentales. En primer lugar, se debe apostar por un modelo inclusivo en el que el sector público y privado colaboren estrechamente, fomentando la conectividad y el uso de Internet, e innovar en políticas sociales y fiscales para afrontar los riesgos enunciados anteriormente. En segundo lugar, se debe ofrecer una mayor transparencia y otorgar a los usuarios capacidad de elección, es decir, cada uno de nuestros ha de tener el control de sus datos y aprovechar todo el potencial inherente a ellos.
Con respecto a las empresas, ha llegado el momento de que las empresas actúen de forma responsable tomando decisiones basadas en valores y contribuir adecuadamente a las sociedades para que la digitalización sea sostenible. Por último, todos debemos poder disfrutar de unos servicios digitales equitativos, competitivos y no discriminatorios.
¿Qué papel juega la tecnología a la hora de alcanzar retos globales como los ODS o el Acuerdo de París?
El reto de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por Naciones Unidas para el año 2030 o las resoluciones del Acuerdo de París parecen más abarcables si se contemplan las infinitas posibilidades que ofrece la tecnología para contribuir al progreso de la sociedad. Pensemos un caso concreto, como puede ser el uso del big data. El gran potencial de los datos radica en que permite tomar mejores decisiones para obtener respuestas más eficaces y generar planes de acción más eficientes. Un ejemplo de ello es cómo Telefónica y GSMA están ayudando a combatir la contaminación atmosférica en Brasil, gracias a la utilización de datos abiertos de estaciones meteorológicas, sensores de calidad del aire y de tráfico. El big data también puede emplearse en iniciativas de innovación, digitalización y análisis en el sector agrícola para potenciar el desarrollo de la agricultura, la seguridad alimentaria y nutrición, como demuestra el acuerdo de Telefónica y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Cultura).
¿Cómo ve la digitalización en 2030 teniendo en cuenta lo rápido que evoluciona la tecnología?
Vemos un mundo conectado totalmente, donde esta conectividad ya no es un desafío inabarcable sino ya una parte más de la ecuación. Esto potenciará una digitalización que es ya imparable y que además se acelera por la propia evolución de la tecnología. Creemos que en 2030 la inteligencia Artificial, los algoritmos, el Big Data y el Machine Learning, la descentralización a través del Blockchain, todo ello, formaran parte de nuestro día a día, nos habremos digitalizado, tanto la personas como los negocios y la administración.
Esta digitalización ayudará a mejorar la eficiencia con que se utilizan los recursos y solucionará problemas que ahora vemos irresolubles o de imposible acometida, porque seremos capaces de ir más allá de donde la mente humana es capaz de ir por si sola.
En definitiva, creemos que la digitalización será parte integrante de la sociedad y en algunos casos hasta del propio ser humano.