Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: el INconFORME, junto a Futuro en Común.
Una economía al servicio de las personas y del planeta. ¿Por qué proponen este cambio de paradigma?
Como explicamos en el INconForme, el consumo humano actual necesita cada año de media 1,7 planetas para cubrir las demandas actuales de recursos naturales que nos suministra tierras de pasto, alimentos, productos forestales o pesqueros y absorben nuestro exceso de emisiones y lo hace a un ritmo que no permite que la Tierra se recupere o regenere.
Esta huella ecológica está impactando en la naturaleza, mediante la transformación y destrucción de los hábitats, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de suelos, acuíferos o aire, la presencia de tóxicos en todos los rincones del planeta y una emergencia climática que pone en jaque al planeta y la vida humana.
Basta recordar que según la Organización Meteorológica Mundial en los últimos 50 años los desastres climáticos se han multiplicado por cinco y los peores impactos se producen en el sur global.
Se constata así que los países y personas con menos responsabilidad histórica en la destrucción ambiental son quienes más sufren las consecuencias climáticas, la expulsión de sus territorios y las migraciones forzadas, la escasez de agua y enfermedades. Y son quienes menos medios tienen para adaptarse a la nueva situación.
Todo esto ya lo planteaba la Agenda 2030 en su diagnóstico del mundo actual en 2015 y desde entonces las cosas no solo no han mejorado, sino que han empeorado en muchos aspectos.
Es urgente y necesario un cambio en nuestras formas de hacer las cosas, de avanzar hacia una economía del bienestar que, de verdad, esté al servicio de las personas y del planeta, con el cuidado en el centro.
¿Su propuesta está considerada a largo plazo o la situación requiere una actuación inmediata en base a su planteamiento?
Hay que trabajar en los dos planos. Hay que atender las urgencias planteando políticas que prefiguren los escenarios a largo plazo. Por eso planteamos activar 3 palancas estratégicas de transformación de la economía:
Trabajar por una transición ecológica realmente justa. Hay que apostar por nuevos sectores económicos menos contaminantes y socialmente responsables, orientados a las necesidades reales de las personas. Y ello implica una transformación profunda de nuestro modelo de producir y consumir – no sólo mirando al impacto que generamos en España, sino internacionalmente -. Proponemos medidas de ahorro y democratización de la energía, instalaciones de energía renovable justas y sostenibles para el territorio y la naturaleza; protección y gestión del agua; transición justa hacia la agroecología para promover una alimentación sana, sostenible y accesible; reconducir la movilidad y el transporte; frenar la contaminación y residuo cero; no exportar los problemas más allá de las fronteras y apostar por la economía social y solidaria.
Estas medidas son imprescindibles para que en 2030 hayamos reducido las emisiones de gases de efecto invernadero, al menos, un 55 % respecto a 1990, en línea con el compromiso europeo para frenar un cambio climático que sufren fundamentalmente las personas en mayor situación de vulnerabilidad, especialmente en el Sur Global. Y estas transiciones hacia una economía y modo de vida con menor huella de carbono e impacto en el medio ambiente se deben planificar con participación de todos los actores y los territorios afectados, para asegurar que se hace de manera justa social y territorialmente.
Sentar las bases de un cambio real en el mercado laboral para acompañar la transición ecológica y la puesta en marcha del sistema de cuidado, con alternativas para las personas trabajadoras y los territorios de sectores en transformación, y poniendo especial prioridad a que las rentas medias y bajas recuperen su poder adquisitivo. Debemos asegurar que esta transformación, que puede conseguir generar nuevos empleos, verdes y orientados al cuidado, no deja nadie atrás, teniendo especial atención a los grupos de población en situación de mayor vulnerabilidad en el mercado laboral, como la gente joven, las personas que habitan en el medio rural, la población migrante o las minorías étnicas, como la población gitana en el caso de nuestro país. Y en estos grupos y en todos los demás, se debe atajar la discriminación adicional que sufren las mujeres, que perciben menos ingresos, tienen más precariedad y más temporalidad, fruto del techo de cristal y los suelos pegajosos que siguen padeciendo.
Y necesitamos con urgencia recuperar la naturaleza y conservar la biodiversidad, que nos permita reducir el impacto de la huella ecológica y adaptarnos al impacto ya visible del cambio climático. Y para ello hay que incrementar las medidas en marcha para preservar la biodiversidad eliminando sus principales amenazas y para restaurar la naturaleza dañada; hay que proteger, conservar y gestionar el 30 % del territorio terrestre y marino para el año 2030, como nos hemos comprometido con el acuerdo de Kunming – Montreal; y medidas para conservar nuestra riqueza natural (especies en peligro, bosques, etc.). En definitiva, tomar las medidas que sabemos son necesarias para que en 2030 se haya revertido la curva de pérdida de la biodiversidad respecto a 2010 y el Índice Planeta Vivo muestre un cambio claro de tendencia.
¿Qué sinergias se han generado al trabajar diversas organizaciones en el desarrollo de este eje de actuación?
Es evidente que necesitamos un cambio de modelo, porque los desafíos que enfrentamos son de tal magnitud que no admiten más parches ni tiritas. Los problemas interconectados requieren ser abordados de manera simultánea, No es posible seguir trabajando por separado y de manera sectorializada. Necesitamos respuestas simultáneas y multidimensionales, intersectoriales e interterritoriales.
Y esto supone todo un reto, cuando hablamos de más de 60 organizaciones de diferentes sectores. Aunque no es la primera vez que lo hacemos. Ya en 2018 se realizó otro informe similar y nos dio tablas para abordar El Inconforme. Llevamos casi un año elaborando todas estas medidas, pensando la mejor manera de establecer esta hoja de ruta, de una manera ordenada, clara y sencilla para que pueda ser tenida en cuenta por nuestros representantes políticos y para que la ciudadanía pueda apropiarse de ella. Es más necesario que nunca crear las bases para un futuro mejor para todas las personas y el planeta.
¿Cuáles son los siguientes pasos que piensan seguir en el marco de este proyecto?
En esta Legislatura es vital sentar las bases de ese futuro que queremos. En el anterior ciclo político se han dado pasos en la buena dirección, pero ahora hay que dar zancadas con las luces largas puestas y el cambio de modelo como horizonte. Es el momento de dotar de presupuesto y ejecutar las políticas aprobadas.
En lo que respecta a lograr una economía al servicio de las personas y el planeta, necesitamos dar pasos en las 3 líneas propuestas anteriormente: transición ecológica justa, cambio real en el mercado laboral para acompañar la transición ecológica y la puesta en marcha del sistema de cuidado, y recuperar la naturaleza y tomar las medidas necesarias para revertir la curva de pérdida de la biodiversidad.
Y como Futuro en Común los siguientes pasos son incorporar más entidades y sectores al INconFORME e influir en la revisión de la Estrategia de Desarrollo Sostenible que se va a revisar en 2024.
¿Qué respuesta han obtenido a su propuesta por parte de las partes implicadas?
El INconFORME se lanzó en abril y nos consta que ha tenido buena acogida por parte del Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Estamos dándole difusión entre los diferentes partidos políticos, en la Comisión Mixta Congreso – Senado para la Agenda 2030 y en las diferentes comunidades autónomas.
Por otra parte, estamos llegando a otros sectores que no están incluidos en los apoyos al documento, como entidades de consumo, del mundo de la cultura, del medio agrario, etc.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables