El 17 de mayo se conmemora el Día Mundial del Reciclaje. Esta jornada fue establecida en 2007 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con un propósito esencial: aumentar la conciencia sobre la importancia del reciclaje.
Desde la ciudadanía, educación ambiental para transformar el reciclaje en un hábito; en el ámbito empresarial, de qué manera se potencian procesos productivos más limpios y eficientes. Y, ante todo, cómo desarrollamos conductas individuales y organizaciones que eviten la generación de residuos bajo las ya conocidas premisas de las “3R”: reducir, reciclar y reutilizar.
El reciclaje es una práctica indispensable para alentar las iniciativas de economía circular, ya que permite convertir los residuos en recursos para nuevas actividades. Así se fomenta la reutilización y el reciclaje de materiales para evitar, por ejemplo, su eliminación en vertederos o su incineración. O peor aún, la afectación de tierras y océanos con basura.
¿Hasta cuándo seguiremos aceptando la presencia de basura (plásticos, textiles, electrónicos, de cualquier material y tamaño) en cualquier rincón del mundo?
Reciclar es esencial para reducir la necesidad de minería y tala, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, conservar la energía y los recursos naturales. Pero, además, hay un impacto social relevante: la creación de puestos de trabajo, aunque aún sea con un nivel de formalización y supervivencia muy precario, bajo una dinámica de cooperación, inclusión e impulso en las economías locales.
¿De qué manera cooperamos para alimentar esas dinámicas de inclusión y desarrollo local? ¿Cuánto reconocemos la labor de recicladores urbanos? ¿Cómo podemos potenciar emprendimientos de triple impacto, cuya bandera es la economía circular?
Necesitamos vivir en entornos más limpios y saludables para el mayor bienestar de las personas. Precisamos la reingeniería de procesos productivos más circulares con el mejor aprovechamiento de materiales y menores costos. Debemos adoptar enfoques más preventivos que eviten, ante todo, la generación de residuos, a la vez que se consuma de manera más efectiva y se diseñen procesos productivos menos lineales.
Tenemos que empezar a mirar de manera circular: de dónde viene esto y a dónde va. Una mirada más amplia y disruptiva que se involucre con esos eslabones finales del posconsumo que siguen sin resolverse.
Es mi deseo, para este Día del Reciclaje, que la gestión de residuos no resuelta y el consumo desmedido empiecen a incomodarnos. Porque solo así, desde esa falta de comodidad, estaremos en condiciones de aunar los esfuerzos, desde los más mínimos hasta los más ambiciosos, para lograr los ansiados cambios transformacionales que nos lleven a vivir en un planeta menos contaminado.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Reciclaje en Latinoamérica.