El 2020 demostró de manera contundente que la era del riesgo climático y ambiental acaba de comenzar. Por primera vez en sus 15 años de historia, el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial reveló que los 4 de los 5 principales riesgos por probabilidad, y 3 de los 5 principales riesgos por la gravedad de su impacto, están relacionados con el clima y el medio ambiente. Los riesgos climáticos están en primera línea de la agenda empresarial a nivel global, siendo los consumidores y los clientes los más impactados por los mismos. Sin embargo, existe una gran brecha entre la percepción de la gravedad del riesgo y la preparación para gestionarlo.
El fracaso en la acción contra el cambio climático está a punto de convertirse en la próxima gran “pandemia” de nuestra sociedad. “Nuestro futuro pasa necesariamente por una resiliencia climática, y todos, individuos, gobiernos y empresas somos parte de la solución. La colaboración entre sector público y privado es clave para minimizar este riego, de alta probabilidad e impacto catastrófico”. Comenta Gerardo Herrera, Líder Regional de Consultoría de Riesgos de Marsh Latinoamérica.
Aumento del riesgo y la presión socioeconómica, pero también de oportunidades
El cambio climático está rediseñando el panorama de riesgos, y los retos para empresas, gobiernos e instituciones financieras, son enormes. Además, la presión de inversores, accionistas, activistas sociales y consumidores con respecto a las estrategias de sostenibilidad de las compañías sigue creciendo a un ritmo exponencial. “De ahí que los informes ESG (reporte de los aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno de una compañía) están ganando cada vez más peso frente a los puramente financieros. La gente quiere saber si las empresas están siendo, o quieren ser, parte del problema o de la solución”, añade Gerardo Herrera.
Pero al mismo tiempo, este gran reto global está creando nuevas oportunidades para las empresas, desde motivar y atraer talento, a aumentar la eficiencia de los recursos, desarrollar nuevos bienes y servicios bajos en carbono, y aportar mayor valor a los grupos de interés y las comunidades.
Ante este nuevo panorama, las empresas deben poner en el centro de su estrategia la construcción de una verdadera resiliencia climática con un liderazgo corporativo fuerte, capaz de gestionar el riesgo de forma integral. “Anticipar el riesgo, cuantificar su impacto en las distintas áreas del negocio, así como las posibles pérdidas asociadas, es la clave para ese futuro sostenible que todos buscamos”.
Una empresa resiliente se construye, de acuerdo a Marsh, con un liderazgo responsable de impulsar las estrategias de gestión de riesgos; compromiso y coordinación entre todas las áreas de la compañía para alinear los riesgos de forma integral; la Formación de comités de riesgo, con representación de las unidades de negocio y los equipos adyacentes al riesgo, como los de seguridad y cumplimiento, para garantizar que se tienen en cuenta todos los riesgos operativos. Finalmente, se necesita una alineación de la evaluación de riesgos con la estrategia corporativa en una visión a medio y largo plazo, es decir, integración de la resiliencia y el riesgo en la planificación y estrategia empresarial.
Si bien el cambio climático requiere de acciones inmediatas, es cierto que muchos gobiernos darán prioridad a la recuperación económica de la pandemia, o a la transición tecnológica. Al igual que con COVID-19, los impactos del cambio climático serán diferentes según el país, pero es importante considerar que un cambio hacia una producción y un consumo más ecológico no se puede retrasar hasta que revivan las economías. “Una vez más, la colaboración público-privada se convierte en la clave para gestionar de forma eficiente el riesgo climático”.