Ello implicó que el país no solo se comprometiera a impulsar las contribuciones positivas de las empresas al progreso económico, medioambiental y social a través de la promoción de los estándares de RSC que conforman las directrices, sino también a establecer un órgano creado ex profeso para ello, que además tendría la función de contribuir a resolver los problemas que pudieran surgir con motivo de la aplicación de dichos estándares.
Sin embargo, la construcción de los Puntos Nacionales de Contacto de todos los países adherentes a las directrices, incluido el de México, no estuvo libre de obstáculos. Por esta razón, en el año 2000 las directrices se revisaron en el interior de la OCDE, con la finalidad de incorporar una Guía de Procedimiento que detallara, entre otros aspectos, los criterios fundamentales bajo los cuáles deben operar los Puntos Nacionales de Contacto, las funciones que deben realizar, las modalidades institucionales bajo las cuáles se pueden organizar y las reglas generales de procedimiento a seguir para resolver las cuestiones que se presenten a su consideración. De este modo, el PNC debió reestructurarse para adecuarse a estas nuevas disposiciones.
Desde entonces, las mayores modificaciones estructurales que había afrontado el PNC habían estado relacionadas con qué área de la Secretaría de Economía se encargaría de su titularidad. Por ello, desde 2008 se asignó esta responsabilidad a la Dirección General de Inversión Extranjera.
Así, a un poco más de dos décadas de su creación, el PNC debería ser uno de los principales promotores de la RSC en México, desde el nivel gubernamental. Sin embargo, al día de hoy los esfuerzos para dar a conocer su existencia y la de las directrices han rendido pocos frutos.
Por este motivo, desde hace un par de años hemos concentrado nuestro trabajo en generar alianzas que nos permitan maximizar recursos y esfuerzos para profundizar la idea de que la RSC es una política consustancial de la actividad empresarial. Los actores con los que principalmente hemos buscado vincularnos son los siguientes:
- Los miembros del sector privado, que son los destinatarios de las recomendaciones contenidas en las directrices y, además, han sido los principales impulsores de estos estándares y prácticas. Este sector ha generado amplios paquetes de buenas prácticas que son susceptibles de ser adaptados y replicados entre otras empresas, de todos los tamaños.
- Las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal que han llevado a cabo acciones importantes en esta área, que vale la pena conocer y difundir, como el Programa Especial de Producción y Consumo Sustentable de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Programa Nacional de Auditoría Ambiental y el Programa de Liderazgo Ambiental para la Competitividad de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente o los Distintivos Empresa Familiarmente Responsable y Empresa Incluyente de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, entre otros.
- Los miembros de la sociedad civil, quienes no solo conocen las deficiencias del sistema, sino que también son impulsores del consumo responsable.
Los retos y desafíos del PNC son varios y de muy diversa índole. Sin embargo, estamos convencidos de que los vínculos con todos los sectores de la sociedad son el primer paso para conformar un órgano verdaderamente eficaz, porque solo trabajando juntos, podremos lograr más.