Hay problemas que parecieran no verse ni olerse, como es la calidad del aire que respiramos. Y todos participamos de una forma u otra contaminándolo. Incluso con el sólo hecho de llegar en automóvil a la oficina ya estamos aportando a la mala calidad del aire. La pregunta es: ¿qué tan complejo y crítico es el tema de la calidad del aire? En México, según los datos reportados por la Organización Mundial de la Salud, en el año 2010 murieron 14,700 personas por enfermedades asociadas a la mala calidad del aire, siendo la población infantil una de las más afectadas.
Datos oficiales del Sistema Nacional de Indicadores en Salud manifiestan que el 90% de las muertes ocurridas en 2010 por infección respiratoria aguda ocurren en la población de 0 a 4 años. Esto sólo por mencionar algunas cifras que dan sustento al argumento de que es importante tomar medidas urgentes para revertir esta situación, de la que todos somos partícipes.
La contaminación del aire en México es producida en un 70% por fuentes móviles, que en un 81% provienen de autos particulares. Por lo tanto, la población y, entre ella, las empresas que se consideran socialmente responsables tienen mucho por hacer para reducir el uso del automóvil, por ejemplo buscando al momento de adquirir flotillas de automóviles que rindan más kilómetros por litros de gasolina, así como utilizar gasolina de ultra bajo azufre, además de ofrecer alternativas de movilidad que permitan llegar a sus empleados en diferentes medios de transporte, como puede ser el transporte público, la bicicleta o el transporte empresarial con la finalidad de que los empleados dejen el automóvil en casa.
Con ello también se evitarían problemas de congestionamiento vial, que originan más contaminación. Incluso en los momentos en los que se decreta alguna pre-contingencia ambiental, podría aceptar que un cierto número de empleados laboren desde sus domicilios y con eso evitar se desplacen en algún transporte motorizado.
De tal forma se abonará a garantizar el derecho de la salud de niñas y niños, como lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño y la Niña, que fue firmada y ratificada por México hace ya más de 20 años, y que es un instrumento jurídicamente vinculante que tiene la obligación de hacer cumplir.
El que niñas y niños no tengan garantizado su derecho a la salud impacta en otros derechos como lo es el derecho al juego y a la educación, pues al estar enfermos aumentan su ausentismo, así como cuando se decretan las pre-contingencias ambientales por la mala calidad del aire y tienen que dejar de jugar al aire libre.
Por tal motivo, las empresas que realizan este tipo de acciones a favor de la calidad del aire tendrían que estar exentas del pago de ciertos impuestos. Al garantizar la salud de la población también se impacta en la productividad, la contaminación del aire le cuesta al Estado mexicano el 4.4% del Producto Interno Bruto. Al ser un problema integral amerita soluciones del mismo tipo. Por lo tanto es importante que sociedad, empresas y Estado tomen cartas en el asunto de manera articulada y comprometida.