Así, existen defensores de la globalización como el único camino viable mientras que otros la culpan de todos los males. Es común escuchar que tal negocio cerró (o creció) por la globalización. Sin embargo, no conozco a nadie que se queje de tener más opciones de compra en el mercado o de que su ropa sea de mejor calidad y menor precio, efectos ambos de la globalización, entre otros factores.
En buena medida, la crítica a la globalización es causada por la expectativa de lograr una mejoría en la calidad de vida de la mayoría, de revertir el deterioro ambiental y de dar mayor transparencia a los gobiernos y empresas.
Sin embargo, para muchos estas expectativas no han sido ni medianamente satisfechas. Aun más, en algunos temas las diferencias entre estratos incluso han aumentado. Así, segmentos de la población tienen la percepción de que hoy hay más automóviles de lujo, hoteles y restaurantes de alto precio y que es posible que una persona gaste en una comida el salario que una familia percibe para vivir un mes completo.
También algunos empresarios están desencantados: la globalización hace difícil competir, pierden clientes y sus posibilidades de crecer en ventas y empleo son remotas. Nuevamente la globalización como oportunidad de crecimiento no se ha hecho realidad.
Al menos en parte, el desencanto por la globalización se debe a la inadecuada solución que ciertas empresas le han dado a los dilemas éticos que enfrentan y que impactan directamente sobre la calidad de vida, el medio ambiente y la seguridad en el empleo. La causa de estas acciones está, entre otras en:
• Las fusiones o adquisiciones, que imponen cambios severos de formas de trabajo sin la atención debida a los choques culturales.
• Las nuevas tecnologías, que permiten trabajar a distancia, sin contacto personal, lo que induce a olvidar que detrás de la máquina hay también personas.
• Los mercados e inversionistas, que a veces aprecian más las utilidades a corto plazo que la integridad o Sustentabilidad de una empresa.
• Los recortes de gastos obligan a tomar decisiones como reducción de personal, eliminación de prestaciones, etc.
Para enfrentar esto, una de las respuestas ha sido la Responsabilidad Social. Esto es el compromiso voluntario de cumplir con principios éticos de gestión empresarial y contribuir a la solución de los retos sociales. Se trata de incorporar prácticas concretas y constantes en la planeación estratégica del negocio incluyendo integridad, transparencia, comercio ético, protección del consumidor y del medio ambiente, derechos humanos y laborales, etc. Se busca que una empresa sea un factor de mejora para sí y para su comunidad.
Con frecuencia cuando hablamos de Responsabilidad Social pensamos en las grandes organizaciones. Desde luego que en ellas es importante, pero no debemos olvidar que en México siete de cada 10 empleos trabajan en las micro, pequeñas y medianas empresas. Las pymes son el sector con el que la mayoría de la población se relaciona cotidianamente y en el que espera ver reflejada la mejoría que la globalización prometió.
Existen numerosos esfuerzos para apoyar a las organizaciones en esta tarea. Destacan las acciones de Aliarse a través del Distintivo Empresa Socialmente Responsable, la declaración de las Naciones Unidas (Pacto Mundial) o los trabajos en México para la formulación de una norma voluntaria sobre Responsabilidad Social e Integridad en las organizaciones.
Señor empresario, acérquese a las instituciones que, como COMPITE, le pueden ayudar a iniciarse y crecer en un marco de la RSE. Sus clientes, empleados y la comunidad se lo agradecerán, además de su propio bolsillo.