Como seguramente recordarán, hace algunos años la presión (positiva, claro) de la comunidad de inversionistas internacionales hizo que la Bolsa Mexicana de Valores decidiera que era momento de ofrecer un producto para inversionistas ‘sustentables’: el IPC Sustentable. Éste se encargaría de reconocer a las empresas con mejores prácticas en gobierno corporativo, responsabilidad social y cuidado al medio ambiente.
Cinco años después de esa decisión, el índice no solo es una realidad sino que se ha posicionado como el índice de sustentabilidad con mejores rendimientos a nivel mundial (BMV, 2014).
Como es lógico, esto ha atraído la atención –no solo de empresarios sino también de inversionistas a nivel internacional. Pero la pregunta generalizada (independientemente de quién la haga es): “¿qué hace al IPC Sustentable diferente del resto de índices sustentables del mundo?”.
A continuación, lo que diferencia a este índice del resto:
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La metodología fue desarrollada por perfiles únicos: los evaluadores no copiaron metodologías de sustentabilidad sino que crearon una propia. Esto se logró de la mano de un equipo de individuos con amplias trayectorias profesionales (particularmente en el campo de gobierno corporativo) y que –además– se caracterizan por tener posgrados en áreas afines y en las tres mejores universidades del mundo en estos temas: la London School of Economics and Political Science, la Universidad de Columbia y la de Harvard.
Así, la suma de estos perfiles únicos, permitió que se conformara una herramienta robusta que une a la teoría con la práctica.
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Herramienta objetiva: La herramienta tiene como columna vertebral una ética objetiva (rama que, por sí misma, ya requiere de años para entenderse) que ha permitido a los expertos construir criterios siempre alineados a premisas correctas y verdaderas que hacen de este instrumento de medición uno que no se deja llevar por ‘modas’ o temas de agenda.
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Evaluación comprensiva: Como los evaluadores son académicos e investigadores pero, a la vez, profesionistas activos, esto permite que su acercamiento para evaluar sea único en el mercado ya que les permite comprender hasta dónde y cómo puede ser explorada la ética antes mencionada en la operación de una organización. En otras palabras, la herramienta no es un “checklist” porque los evaluadores saben lo que hacen.
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Sinergias: la evolución del IPC Sustentable se ha logrado consolidar gracias a la cercana relación que se ha formado entre los evaluadores, las empresas y la Bolsa Mexicana de Valores. Las tres partes se han comprometido a comunicarse y a darle la importancia debida al tema.
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Cambios de paradigmas: Los empresarios mexicanos han entendido que la sustentabilidad corporativa no es sinónimo de ‘palomear’ los criterios del Global Reporting Initiative (GRI), o con tener un departamento de Responsabilidad Social Empresarial, o impulsar programas de voluntariado de los empleados, o incluso la donación de (un montón de) mercancías a una comunidad. Y también, han reconocido que la palabra ‘sustentabilidad’ no sólo es sinónimo de implementación de políticas amigables con el medio ambiente.
En cambio, hoy entienden que si una empresa tiene como objetivo de trascender en el tiempo (sostenerse en el tiempo), es necesario adaptar el marco ético abordado en este documento. Y, para ello, necesitan de una herramienta sólida como la que se tiene en el IPC Sustentable –para evaluar las prácticas de sustentabilidad de la organización.
Así, entendemos que los factores esenciales que diferencian al índice de sustentabilidad de México son fruto de los grandes esfuerzos por parte de las empresas, los evaluadores, la Bolsa de Valores y… los inversionistas.