Según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, en América Latina y el Caribe, las mujeres representan menos del 30% del total de los investigadores en ciencias. Además, en términos de matriculación en cursos de STEM en la educación superior, las mujeres representan solo el 34% en Argentina, el 25% en Chile, el 30% en Brasil y el 38% en México.
Hoy y siempre, tenemos la responsabilidad como líderes de construir un lugar de trabajo inclusivo, equitativo y libre de prejuicios. Hay que empoderar a las mujeres, hacerles ver que las limitaciones pueden ser ellas mismas, porque independientemente del género, todos somos capaces de alcanzar nuestros sueños. Y, si me lo permiten, a las nuevas generaciones de profesionales les aconsejo no se pongan barreras a ustedes mismas. El primer paso es saber lidiar con sus propias frustraciones y no tener prejuicios que les impidan ser mejores, desarrollarse, ser independientes y crecer.
Nuestra misión es inspirar a las niñas y mujeres jóvenes para que no piensen en limitaciones por género, y sean libres de optar por cualquier carrera profesional o trabajo simplemente porque son una fuente indiscutible de capacidad y potencial para lograrlo. Las mujeres somos capaces de crear el camino que queremos seguir, fijando nuestra dirección y el espacio que queremos ocupar.
Vale la pena recordar que cada paso marca la diferencia para todo(a)s y cada uno(a) de nosotros(a)s, lo que me recuerda una notable cita de Marie Curie: “Con ese fin cada uno de nosotros debe trabajar para su propio mejoramiento y, al mismo tiempo, compartir una responsabilidad general con toda la humanidad”.
En el marco del mes de la Mujer y todos los días del año, merece la pena recordar que hubo un tiempo en que las mujeres tuvieron que romper paradigmas para crear un nuevo futuro. Hacía falta osadía para ser pionera. Hoy damos las gracias a las primeras ingenieras, científicas, profesoras, médicas, juezas y entre otras tantas profesiones. Ellas demostraron que para una mujer todo es posible, todas podemos ser lo que queremos ser.
En mi vida personal, tengo a mi madre como uno de los mayores ejemplos de superación femenina. Estudió medicina en una generación donde los hombres eran aún la gran mayoría, y sus compañeros la llamaban “El Tipo” porque la admiraban y la reconocían como una igual. Criada por mi abuela, mi madre siempre estuvo motivada para seguir con su educación profesional, lo que la incentivó a ser autosuficiente e independiente. Naturalmente, yo recibí el impacto de los pasos de mi madre y crecí preparada para emprender una carrera profesional y cuidar de mí misma.
A lo largo de mi carrera, he conocido la historia de muchas mujeres inspiradoras. Admiro especialmente el espíritu pionero de la navegante francesa #IsabelleAutissier, la primera mujer que dio la vuelta al mundo a vela en 1991, y la determinación de la científica de datos Frances Haugen. La estadounidense tuvo el valor de denunciar fallos en la seguridad de los datos de los usuarios de Facebook, y se convirtió en activista por la regulación de las redes sociales.
En el mundo científico, la polaca, francesa #MarieCurie (1867-1934) demostró que la capacidad intelectual no depende del género. Junto con su marido, Pierre Curie, descubrió y aisló los elementos químicos polonio y radio. Fue la primera mujer en recibir un Premio Nobel, el de Física, en 1903; y la única en ganarlo dos veces, al recibir el de Química en 1911. Marie fue también la primera mujer que enseñó en la @SorbonneUniversité (https://www.linkedin.com/school/sorbonne-universite/).
Hoy, gracias a estas pioneras, tenemos referencias exitosas en todas las áreas del conocimiento y también en carreras profesionales de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Y ese es precisamente el lema de Thales para celebrar el mes de la mujer: Las mujeres inspiran a las mujeres. Trabajamos todos los días por la igualdad de las mujeres, especialmente en el ámbito científico. Sabemos que la igualdad de género no es solo un derecho humano fundamental, sino una piedra angular para fortalecer las ciencias y, en consecuencia, para lograr una sociedad más representativa y próspera.