En este análisis, se evaluaron las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de México y los progresos de la Ley para la Reducción de la Inflación (IRA) en Estados Unidos. El objetivo principal de esta nota es proporcionar un contexto sobre la posición de México y otros países en diversas variables que miden la contribución al cambio climático desde perspectivas diversas.
México destaca a nivel global en términos económicos y demográficos. Hasta el año 2022, ocupa la posición 14 en la economía mundial según el PIB nominal y la posición 13 considerando la paridad de poder adquisitivo (Banco Mundial, 2024b, 2024c). Con una población de 126 millones de habitantes, es el onceavo país más poblado según el Censo de Población y Vivienda 2020 (INEGI, 2021), o el décimo según la estimación más reciente del Fondo de Población de las Naciones Unidas (2024). Estas cifras son cruciales, ya que desempeñan un papel fundamental en los niveles de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
México se posiciona en 2022 en el noveno lugar a nivel global en emisiones brutas de GEI; China se ubica en primer lugar
La distribución de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) varía significativamente por región y país. En el año 2022, Asia lidera a nivel mundial con el 58.7% de las emisiones globales, seguida por Europa con el 13.7%, el Norte de América con el 12.9%, América Latina y el Caribe con el 7%, África con el 6.4%, y finalmente, Oceanía con el 1.3%. Estas cifras resaltan la marcada desigualdad en la contribución a las emisiones a nivel global.
En 2022, las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) muestran una distribución desigual por países. China lidera con el 29.2%, seguida por Estados Unidos con el 11.2%. En América Latina y el Caribe, Brasil es el principal emisor regional y ocupa el quinto lugar mundial, mientras que México es el segundo mayor emisor latinoamericano y el noveno a nivel global. La desigualdad es evidente, ya que los 10 principales países emisores concentran casi dos tercios de las emisiones de GEI, mientras que el resto del mundo comparte la tercera parte restante.
Posición Global en emisiones de GEI per cápita: México en el lugar 79 con 6 toneladas de CO2e anuales por persona
Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) per cápita, obtenidas dividiendo las emisiones totales entre la población, revelan en la Gráfica 3 una correlación entre niveles de ingreso y emisiones. Los cinco países con mayores emisiones per cápita, liderados por Catar y Baréin, son clasificados como de altos ingresos, centrados en la explotación de hidrocarburos o siendo pequeños países insulares. En contraste, Rwanda, República Democrática del Congo y Burundi, clasificados como países de bajos ingresos, ocupan las últimas posiciones. Esto sugiere una relación positiva entre ingresos y emisiones de GEI per cápita.
Entre los países seleccionados, las posiciones globales por emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) per cápita son: Canadá (#12), Rusia (#16), Estados Unidos (#17), Corea del Sur (#21), Uruguay (#29), China (#33), Brasil (#77), México (#79), Colombia (#109) e India (#136). En América Latina y el Caribe, Uruguay lidera las emisiones per cápita, mientras que Brasil y México ocupan los lugares quinto y sexto en la región, respectivamente.
En México, las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) per cápita son de 6 tCO2e, 0.8 tCO2e por debajo del promedio mundial (6.8 tCO2e). Según el Servicio Forestal de EE. UU., para compensar estas emisiones anuales por persona en México se necesitaría plantar 5 árboles anualmente durante 50 años. En comparación, para EE. UU. con emisiones de 17.9 tCO2e per cápita, se requerirían 16 nuevos árboles por persona anualmente durante el mismo periodo.
Desafíos en la intensidad de emisiones: México experimenta retrocesos desde 2019, a un ritmo inferior al promedio mundial
Se observa una inversión de roles en la clasificación de intensidad de emisiones, destacando que, excluyendo a Palaos, ahora son países de menores ingresos los que lideran, mientras que naciones de ingresos altos como Suecia, Malta, Suiza y Liechtenstein ocupan las posiciones finales. Este cambio puede indicar tanto los esfuerzos de las naciones desarrolladas para reducir la intensidad de emisiones como un posible desplazamiento de emisiones hacia países en desarrollo con regulaciones menos estrictas, compitiendo en la producción global de materias primas y manufacturas.
A nivel global, ha habido una tendencia a la reducción de la intensidad de emisiones asociadas a la actividad económica desde 1990, a la que México se unió en 2009. Hasta 2018, el país se alineó con esta dirección mundial. Sin embargo, a partir de 2019 y hasta el corte de 2022, México experimenta un aumento en su intensidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Este cambio puede atribuirse a la política energética de la presente administración, que ha favorecido la producción mediante combustibles fósiles y desincentivado la inversión en proyectos de energías limpias.
Los procesos industriales son el sector que más GEI aporta en México. En el mundo, la industria eléctrica destaca en primer lugar
El Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JCR) (2023) organiza las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en los siguientes sectores:
- Industria energética: plantas de generación de electricidad y calor (públicas y de autoproductores).
- Combustión industrial: incluye la combustión para la manufactura a nivel industrial. Procesos industriales: por ejemplo, emisiones de minerales no metálicos, metales no ferrosos, disolventes y otros productos, productos químicos, etc.
- Transporte: transporte por carretera, transporte ferroviario, aviación nacional, transporte marítimo nacional y transporte por vías navegables interiores para cada país. El transporte marítimo y la aviación internacionales se contabilizan en el total de emisiones a nivel mundial.
- Edificaciones: incluye combustión estacionaria no industrial a pequeña escala.
- Agricultura: incluye agricultura, ganadería (fermentación entérica, gestión de estiércol), suelos agrícolas (fertilizantes, aplicación de cal, cultivos de arroz, emisiones directas al suelo, emisiones indirectas de óxido nitroso [N2O] procedentes de la agricultura), así como la quema de residuos agrícolas en campo.
- Residuos: incluye desechos sólidos dispuestos en la tierra, desechos sólidos convertidos en abono y procesamiento/almacenamiento de desechos sólidos peligrosos, manejo de aguas residuales e incineración de residuos.
- Explotación de combustibles: actividades de extracción, transformación y refinerías de combustibles, incluido el venteo y la quema en antorcha.
En México en 2022, los principales contribuyentes a las emisiones de GEI fueron procesos industriales (18.5%), transporte (17.9%) e industria energética (15.8%), totalizando el 52.2%. A nivel global, los sectores líderes fueron industria energética (27.5%), transporte (15.1%) y combustión industrial (12.2%), sumando el 54.8%. Aunque en México los procesos industriales encabezaron las emisiones, globalmente ocuparon el sexto lugar, mientras que la industria energética fue el tercer mayor contribuyente a nivel nacional y el primero a nivel mundial. Transporte, agricultura y explotación de combustibles mantuvieron posiciones similares en ambas escalas.
Globalmente, los sectores de edificaciones (7.1%) y residuos (5.1%) tienen las menores contribuciones a las emisiones de GEI. En México, edificaciones representan el 4.5% y residuos contribuyen con el 10.5%, siendo el sexto mayor sector emisor a nivel nacional y más del doble de su proporción global de 5.1%.
En la composición sectorial de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en México, destaca el sector de residuos, siendo el sexto mayor contribuyente nacional. Sin embargo, su participación es el doble con respecto al total global. Dado que el metano (CH4) generado en la descomposición de residuos orgánicos tiene un potencial de calentamiento 28 veces mayor que el CO2, existen oportunidades para reducir las emisiones de metano en este sector. La tecnología actual permite transformar el metano en biogás para su utilización en la generación de energía eléctrica, generando así un doble beneficio en la reducción de emisiones.
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