Según el Programa de la Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat), hay un déficit de 2,520,298 viviendas en Colombia, especificado en su publicación Déficit habitacional en América Latina y el Caribe: Una herramienta para el diagnóstico y el desarrollo de políticas efectivas en vivienda y hábitat. A pesar de que hay un avance con respecto a la mejora de la calidad de vida de las personas, se estima que el mercado de nuevas viviendas no llega a una gran parte de la población que requiere estándares mínimos para una vivienda digna, la cual debe tener una configuración física y estar provista de los elementos que permitan la satisfacción de las necesidades básicas que se cumplen en ella.
Es por ello que Build Change está no solo en Colombia, sino en América Latina y El Caribe para poder reducir esta problemática y mejorar, de esa forma, la calidad de vida de los más necesitados y generaciones futuras.
¿Puede hablarnos de su organización, cómo ha evolucionado estos años hasta la actualidad y cuál es la necesidad que atiende?
Build Change fue fundada en 2004 en San Francisco, CA, por Elizabeth Hausler, luego del Tsunami de Banda Aceh en Indonesia. Trabajamos para reducir muertes, daños y pérdidas económicas causadas por el colapso de viviendas durante eventos naturales como tormentas, huracanes y terremotos. Movilizamos personas, dinero y tecnología para transformar los sistemas de regulación, financiamiento y construcción para la resiliencia en vivienda a nivel global.
¿Qué iniciativas/proyectos o casos de éxito nos podría destacar?
Nuestro proyecto en Colombia es un caso de éxito en el que llegamos a un contexto de alto nivel de riesgo edificado, sobre todo a nivel de vivienda auto construida existente en un contexto donde el mercado de la edificación comercial de vivienda nueva funciona bastante bien, pero no suple la necesidad de la mayor parte de la población: Hay mucha vivienda vulnerable, en especial en los sectores que no cuentan con asistencia técnica o que tienen baja regulación de obras.
Cuando llegamos a Colombia hace casi 10 años poco se hablaba del tema, y actualmente hay incluso un programa de mejoramiento de vivienda a nivel nacional con más de 600 millones de dólares de inversión y un préstamo del Banco Mundial por 130 millones de dólares para el tema específico de vivienda resiliente.
Hemos incidido en política pública y animado cambios, rompiendo barreras para habilitar intervenciones con fondos públicos en viviendas informales, con una clara orientación a mejorar su seguridad estructural y sus condiciones de habitabilidad. Dentro del programa nacional de mejoramiento de vivienda conseguimos que tuviera como columna vertebral la categorización de viviendas según su condición estructural, de frente a su exposición a desastres naturales como terremotos. Por primera vez en Colombia -que supera el 60% de existencia en vivienda informal- todas las categorías de vivienda tendrán de manera progresiva mejoras estructurales para reducir su exposición a riesgo.
¿Qué importancia tiene para su entidad la comunicación de la Responsabilidad Social y cómo lo trabajan?
Nosotros atendemos un tema que es de justicia social, de inequidad, principalmente. La gente que tiene mayor exposición a riesgo en su vivienda desgraciadamente es también la gente más expuesta económica y socialmente en las comunidades con las que trabajamos, que, además, es la mayoría de la gente en países en vías de desarrollo. En ese sentido, lo que hacemos en un 100% en Build Change es responsabilidad social, por eso somos una empresa Sin Ánimo de Lucro y por eso trabajamos donde trabajamos. Movilizamos mucho apoyo de empresas que tienen una orientación de justicia y responsabilidad social y tenemos alianzas importantes con corporaciones privadas de orden comercial que son las que nos dan la mayor parte de financiación de Build Change de manera filantrópica.
También trabajamos como proveedores de servicios de asistencia técnica especializada, tanto a Gobiernos como a agencias multilaterales y de cooperación internacional, pero la mayor parte de nuestro financiamiento, viene de la responsabilidad social empresarial de compañías o corporaciones internacionales, que se ven reflejadas en sus principios en nuestro trabajo y nuestro enfoque de cambio de sistema, pero con trabajo tangible y cercano a la población interesada.
¿Cuál considera que es la situación actual de la RSE en nuestro país y sus principales barreras y desafíos de futuro?
El problema en general en América Latina y el Caribe es que la responsabilidad social viene generalmente de afuera. En nuestro caso la mayor parte de los fondos que desplegamos, vienen de Estados Unidos o de Europa. Las corporaciones y empresas locales en América Latina todavía necesitan entender la responsabilidad social como lo que verdaderamente es y no una manera más de hacerse promoción, o incrementar su base clientelar.
La mayor parte de empresas que he visto en América Latina que se interesan por este tema, tienen ese problema, cuando hacen responsabilidad social es a través de una fundación que pertenece a ellos mismos y generalmente está enfocada en promocionar su sector comercial con un enfoque social, se sirve a sí misma, y ahí es donde yo veo la falla. En mercados más desarrollados la regulación de la actividad en la responsabilidad social exige que se haga de una manera un poco más desinteresada si se puede decir así, a nosotros nos falta más desarrollo en eso.
¿Y cuáles son los próximos retos y desafíos de su organización en esta materia y cómo los piensan llevar a cabo?
Uno de los retos y desafíos es lograr que los actores locales, tanto los de responsabilidad social, como los que deberían estar involucrados, se hagan cargo cada día más de la vulnerabilidad edificada y de la vivienda que no cumple con los requisitos mínimos tanto de seguridad estructural como de habitabilidad y dignidad para la gente.
Tampoco deberíamos tener que esperar a la cooperación internacional después de un evento catastrófico ni esperar el préstamo de la multilateral internacional que nos viene a contar que nuestras casas no sirven y que lo que debemos hacer es tomar su dinero para poder arreglarlas, si no que podamos hacerlo nosotros mismos. No necesariamente apalancándonos en un 100% con fondos públicos, pero si hasta cierto punto, mientras el sector privado lo desarrolla por sí mismo. El sector privado y la gente deberían de tener sus propios medios para poder atender esta problemática de manera local, ese es el gran reto, cómo hacemos para bajar esto a una acción local y espontanea.