En el mundo del agro, las mujeres que trabajan en el rubro son personas claves para la seguridad alimentaria, siendo responsables de la mitad de la producción de alimentos en el mundo. Corteva Agriscience, a lo largo de su haber, ha reconocido la labor que ellas han contribuido y emprendido con acciones para el avance del sector, como visibilizando sus necesidades, ideas e inquietudes.
Como integración de las iniciativas, Corteva ha dado voz a las mujeres de la producción agrícola en México, para contar sus historias y compartir sus reflexiones desde la vivencia como mujeres que están transformando con empuje su entorno, volviéndose un ejemplo que tienen todas las trabajadoras del sector para vencer obstáculos y resistencias, y mejorar su calidad de vida y la de quienes las rodean.
Como integración de las iniciativas, Corteva ha dado voz a las mujeres de la producción agrícola en México, para contar sus historias y compartir sus reflexiones desde la vivencia como mujeres que están transformando con empuje su entorno, volviéndose un ejemplo que tienen todas las trabajadoras del sector para vencer obstáculos y resistencias, y mejorar su calidad de vida y la de quienes las rodean.
El campo es perfectamente imperfecto: Adriana
Adriana vive en el estado de Querétaro. Es la única mujer en la empresa donde labora y también es quién la dirige. Aunque lleva 16 años en el rancho, hace cinco años se dedica de lleno a las actividades agrícolas, a las que llegó sin tener conocimiento previo de veterinaria o agronomía, puesto que su formación es como diseñadora gráfica.
“El campo y la naturaleza son perfectamente imperfectos. ¡Es tanto lo que una puede aprender aquí! Mi primera experiencia en el campo fue cuando me llevaron mis papás a los cinco o seis años y se me quedó muy grabada la sensación de libertad. Porque aquí en el campo, siento libertad”.
Con este impulso inició en el negocio de la ganadería y pronto pasó de 15 a 2 mil vacas lecheras: “planeé un programa y eso fue el resultado que sacamos. Yo creo que la clave fue que me involucré, decidí meter las manos en la tierra y ahí me di cuenta de que esto es apasionante. Saber que no tenemos limitantes, no tener estudios especializados y que todo vaya saliendo de una manera innata, para mí es un orgullo”.
Basada en su experiencia, Adriana recomienda a las jóvenes mujeres interesadas en el agro, que no se limiten: “mucho tiempo pensé que esto era de hombres, pero desde el momento en el que me involucré puedo decir que no hay límites”.
“El campo y la naturaleza son perfectamente imperfectos. ¡Es tanto lo que una puede aprender aquí! Mi primera experiencia en el campo fue cuando me llevaron mis papás a los cinco o seis años y se me quedó muy grabada la sensación de libertad. Porque aquí en el campo, siento libertad”.
Con este impulso inició en el negocio de la ganadería y pronto pasó de 15 a 2 mil vacas lecheras: “planeé un programa y eso fue el resultado que sacamos. Yo creo que la clave fue que me involucré, decidí meter las manos en la tierra y ahí me di cuenta de que esto es apasionante. Saber que no tenemos limitantes, no tener estudios especializados y que todo vaya saliendo de una manera innata, para mí es un orgullo”.
Basada en su experiencia, Adriana recomienda a las jóvenes mujeres interesadas en el agro, que no se limiten: “mucho tiempo pensé que esto era de hombres, pero desde el momento en el que me involucré puedo decir que no hay límites”.
Ser parte de todo el ecosistema: Leticia
Leticia es encargada de producción en una huerta dedicada al cultivo de frambuesa orgánica en el estado de Querétaro. Consciente de la importancia de su labor, comenta con orgullo: “definitivamente amo el campo, amo a mi país y estar en la raíz de la producción de frutos. Ver todo lo que tiene que suceder, todas las manos que tienen que trabajar la tierra y ser parte de todo el ecosistema”.
Siempre con una visión de equipo en la empresa que dirige, otra de sus satisfacciones es compartir con sus colaboradores la emoción de ser parte del proceso para producir alimentos.
“Todo el esfuerzo, el tiempo, la dedicación, el ver la cosecha hecha realidad y que la gente lleva un trabajo digno a su casa, es la mayor satisfacción que el campo me ha podido dar”, señala.
Siempre con una visión de equipo en la empresa que dirige, otra de sus satisfacciones es compartir con sus colaboradores la emoción de ser parte del proceso para producir alimentos.
“Todo el esfuerzo, el tiempo, la dedicación, el ver la cosecha hecha realidad y que la gente lleva un trabajo digno a su casa, es la mayor satisfacción que el campo me ha podido dar”, señala.
Todos los días veo algo diferente: Darvelia
De iniciar haciendo prácticas de la carrera de Ingeniería en Agronomía, Darvelia pasó a ser auxiliar de producción y luego coordinadora de campo en una huerta productora de aguacate en el estado de Jalisco.
Este camino, recorrido en apenas tres años es, a decir de ella misma, resultado de la persistencia y de no estancarse, ni darse por vencida, un consejo que comparte a las mujeres que quieren seguir una carrera en el agro.
“En el campo todos los días veo algo diferente, eso es lo que más disfruto de mi labor, además del orgullo que me da ver cada cosecha y frutos de calidad”, afirma.
Este camino, recorrido en apenas tres años es, a decir de ella misma, resultado de la persistencia y de no estancarse, ni darse por vencida, un consejo que comparte a las mujeres que quieren seguir una carrera en el agro.
“En el campo todos los días veo algo diferente, eso es lo que más disfruto de mi labor, además del orgullo que me da ver cada cosecha y frutos de calidad”, afirma.
El campo es muy agradecido: Guadalupe
Tras la muerte de su marido y de manera imprevista, hace 11 años, Guadalupe inició en la agricultura sin ningún conocimiento previo sobre la labor en el campo. Por estas razones se dice muy orgullosa de haber aprendido todo lo relativo a su labor, además de vivir grandes experiencias y haber podido criar y educar a sus hijos.
“El campo es muy agradecido, me ha dado para seguir adelante y sacar dos doctoras, un chef y un licenciado en agronegocios”, comenta.
En vista de las circunstancias de su historia y viendo a su yo pequeña, se diría: “prepárate un poco más, porque el futuro nadie lo conoce. Vivimos en una región donde los hombres creen que por ser mujeres no podemos. Y sí podemos, somos muy tenaces. Yo les aconsejo a todas las jovencitas y niñas: hay que prepararse, no hay que tener miedo”.
Para la compañía agrícola Corteva Agriscience, el futuro inicia desde las historias de quienes trabajan en el sector, y en este caso, desde ellas. Por ello, se han comprometido en ayudar a construir un mejor futuro para las mujeres rurales y para quienes ejercen un rol dentro de la cadena agroalimentaria.
Si deseas revisar el “Proyecto Mujer Rural Corteva”, dale clic aquí.
“El campo es muy agradecido, me ha dado para seguir adelante y sacar dos doctoras, un chef y un licenciado en agronegocios”, comenta.
En vista de las circunstancias de su historia y viendo a su yo pequeña, se diría: “prepárate un poco más, porque el futuro nadie lo conoce. Vivimos en una región donde los hombres creen que por ser mujeres no podemos. Y sí podemos, somos muy tenaces. Yo les aconsejo a todas las jovencitas y niñas: hay que prepararse, no hay que tener miedo”.
Para la compañía agrícola Corteva Agriscience, el futuro inicia desde las historias de quienes trabajan en el sector, y en este caso, desde ellas. Por ello, se han comprometido en ayudar a construir un mejor futuro para las mujeres rurales y para quienes ejercen un rol dentro de la cadena agroalimentaria.
Si deseas revisar el “Proyecto Mujer Rural Corteva”, dale clic aquí.