UNICEF tiene presencia permanente en México desde hace más de 60 años y ha respondido a esta catástrofe desde el primer momento, para analizar la situación de la niñez, identificar necesidades y priorizar en consecuencia. Este trabajo ha permitido brindar atención eficiente e inmediata en los estados con mayores afectaciones: Chiapas, Ciudad de México, Oaxaca, Puebla y Morelos.
Según estadísticas oficiales, 7 millones de niños, niñas y adolescentes viven en los estados más afectados por la emergencia. Los principales desafíos para salvaguardar su integridad física y emocional, identificados por las misiones de evaluación de UNICEF, indicaron que existe una necesidad apremiante de medidas de higiene, aceleración del regreso al entorno escolar y protección.
Desafortunadamente, las situaciones de emergencia ponen a los niños, niñas y adolescentes en mayores riesgos de separación accidental de sus padres, madres o familiares; a casos de violencia, abuso o explotación; desnutrición o enfermedad; interrupción de su escolaridad; etc.
La protección y la recuperación física y emocional de niños afectados por la tragedia a corto, mediano y largo plazo depende, en gran medida, del compromiso multisectorial y de los esfuerzos coordinados entre actores, y en este proceso el sector empresarial tiene un rol central.
Desde la creación de los Principios Rectores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2011 y, a partir de ellos, los Principios Empresariales y Derechos del Niño, las empresas cuentan con herramientas para involucrarse en los esfuerzos de garantía y protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, incluso antes, durante y después de una emergencia.
Esta es también una oportunidad para que las empresas demuestren su liderazgo en los esfuerzos de reconstrucción de las comunidades en donde operan, pero también para influir de manera positiva en las vidas de aquellos colaboradores y familiares que han sido afectados por los terremotos.
Por poner algunos ejemplos, el sector empresarial tiene la capacidad de acelerar la recuperación económica, expandiendo la fuente local de productos y servicios. Puede promover e implementar prácticas para combatir cualquier tipo de abuso, violencia o explotación infantil tanto en sus operaciones, como en sus cadenas de valor. Las empresas pueden también generar empleos en las comunidades afectadas y brindar apoyos económicos y psicoemocionales a las madres, a los padres y a sus hijos e hijas, que perdieron escuelas, casas y trabajos a consecuencia de la tragedia.
Para UNICEF es fundamental que las necesidades de la infancia estén al centro de la respuesta nacional. Estuvimos presentes desde el primer momento y seguiremos trabajando por la recuperación de los niños afectados y sus familias.
Como lo he mencionado anteriormente, el proceso de recuperación y rehabilitación apenas comienza y tomará tiempo. Para lograr la recuperación social y económica del país es prioritario no sólo ajustar, sino también acelerar la inversión dirigida a la infancia, para que el país alcance sus objetivos de desarrollo y bienestar social a largo plazo.
No podemos olvidar que, en situaciones de emergencia, son los niños y las niñas quienes se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad, y que tienen necesidades especiales que, de no ser atendidas de manera oportuna, pueden tener consecuencias muy graves en sus vidas presentes y futuras.
UNICEF ha preparado un plan de respuesta que busca proteger su salud, seguridad, educación y bienestar emocional, y es gracias al apoyo de empresas nacionales e internacionales que hemos podido implementar las primeras medidas. Sin embargo, es urgente el apoyo del sector privado para asegurar la continuidad de estas acciones.
UNICEF hace un llamado a empresas, sin importar su tamaño, ni el sector, para que se sumen a la respuesta y devolvamos a los niños y a las niñas la oportunidad de recuperar su seguridad y regresar a las condiciones de normalidad lo antes posible. Es su derecho y es nuestra responsabilidad.