Como parte de los nuevos pilares donde se asientan las metas para el futuro desarrollo sostenible del mundo, el ODS número 12 de Producción y Consumo Responsable, está definiendo una nueva forma de hacer llegar desde las empresas los productos y servicios a sus clientes, pero también desde los clientes, ejercer el poder ciudadano para la toma de decisiones.
Y es que el consumo y cada una de las decisiones que tomamos como clientes en este sentido, son uno de los ejercicios más democráticos que existen, donde ejercemos nuestro papel ciudadano en las pequeñas cosas, que luego son las más valiosas. Decidimos a qué empresa entregar nuestro dinero, en quién invertir, el tipo de relación que queremos y la magnitud de la misma. Y esto es mucho más de lo que podemos decidir en otros ámbitos.
Podríamos definir el consumo responsable como el conjunto de prácticas y estrategias que permiten satisfacer las necesidades del ser humano de forma más consciente, crítica y sostenible, de manera que pueda llevar a cabo sus actividades normales y cotidianas pero con una diferente perspectiva sobre el uso que hace de los recursos naturales y de los desechos que genera.
El consumo responsable premia lo local, lo natural, la temporalidad y castiga las importaciones (los traslados de bienes), el empaquetado, los abusos en la cadena de valor y la falta de respeto a los derechos humanos.
El estudio de Tendencias de Consumo de Euromonitor identifica esta nueva tendencia de consumo sostenible desde la perspectiva de ciudadanos que buscan adoptar “estilos de vida limpios y minimalistas donde la moderación y la integridad son clave”.
Cada una de las decisiones de consumo impactan en la percepción del consumidor sobre sí mismo, sintiendo que puede hacer una diferencia a través de estas decisiones, lo que influye en sus decisiones de compra.
Como parte de las nuevas modalidades de consumo responsable, cada vez en nuestra realidad se multiplican las alternativas:
Tiendas de productores locales: casi en comunidad los productores locales se están asociando para ofrecer de manera directa sus productos a los consumidores. Bajo lemas como “del campo a la mesa” se busca reducir el espacio, las manos y el tiempo a través de los cuales el producto llega al consumidor, garantizando así su frescura y el no uso de químicos para su conservación.
Consumo colectivo: Representa tanto un cambio cultural, como un cambio económico, ya que penaliza el consumo individual en pro de plataformas en donde varias personas interactúan, opinan sobre los beneficios de algún producto o servicio, su costo y recomiendan dónde encontrarlo más barato. El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) le calcula un potencial de 110.000 millones de dólares (actualmente estamos al 40% de esta cifra).
Comercio Justo: Ya no solamente se define por ofrecer un salario digno y unas buenas condiciones de trabajo, sino que también lucha contra el cambio climático, por la igualdad de género y protege la infancia de los niños. Se habla de un comercio que reconoce y protege los Derechos Humanos.
Libre de empaques: En los últimos meses han sido tendencia en redes y supermercados del mundo campañas ciudadanas en contra de los plásticos y empaques que los supermercados utilizan para vender los productos. #desnudalafruta de Greenpeace, Global Hack, Kenysham Plastic Reaction y “Plastic Attack!”, son buenos ejemplos del poder del consumidor multiplicado ahora por las redes sociales.
• Una vida limpia: Los consumidores que quieren una vida limpia prefieren quedarse en casa y relajarse en lugar de ir a un club nocturno. No consumen drogas recreativas, se abstienen de beber o han reducido su ingesta de alcohol, se han vuelto más minimalistas y responsables.
En definitiva, los ciudadanos hemos entendido que, a través de pequeñas acciones y decisiones en nuestro día a día, nos podemos involucrar para contribuir en el tipo de mundo sostenible que queremos.
Y ahora las empresas necesariamente tienen que adecuarse. El marketing tendrá que evolucionar para convertir su propuesta a una más responsable que implique, necesariamente cambios trascendentales desde la identificación de necesidades hasta el diseño de productos.
Las empresas deberán preocuparse por tener consumidores más y mejor informados, por ofrecer transparencia, información justa, objetiva e imparcial. Proporcionar información sobre los impactos sociales, económicos y ambientales a través de todo el ciclo de vida y la cadena de valor de cada uno de los productos, será un requisito indispensable para mantener o crecer las cuotas de mercado.
Aún no existe mucha documentación sobre el tema, pero si como empresa buscas transformar tu estrategia de mercadotecnia a una más responsable, la Guía de Marketing Responsable te ofrecerá algunos pasos y consejos para lograrlo.