La producción de energía es uno de los desafíos del mundo actual y del mañana. La industria de la energía tiene que responder al desafío de hacer frente al crecimiento constante de las necesidades energéticas mundiales limitando el impacto ambiental. El agua tiene un papel central en la producción de electricidad (térmica, nuclear, energías renovables, hidroelectricidad), la producción de gas y de petróleo, así como muchos otros servicios que dependen de la energía.
Asegurar la continuidad de la producción, considerar la necesidad de garantizar un nivel de seguridad optimizado, minimizar el impacto sobre el medio ambiente y las comunidades, son solo algunos de los retos de los productores y operadores de electricidad.
Por ejemplo, en el caso de los operadores de las centrales, estos deben conciliar dos objetivos: el mantenimiento o la mejora de la competitividad de las herramientas de producción, y al mismo tiempo cumplir con las obligaciones ambientales cada vez más exigentes.
Para que sus actividades sean sostenibles y eficientes, es crucial garantizar la seguridad y la salud de las poblaciones vecinas a sus plantas y de sus propios colaboradores, además de reducir su huella ambiental, optimizar los costos y asegurar la continuidad de la producción.
Pero este es una situación compleja, pues de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía, se tiene previsto un aumento del 100% en la producción mundial de electricidad para el 2050.
El incremento de la dependencia energética y de sus costos económicos y ambientales asociados, hacen imprescindible buscar soluciones alternativas a los modelos convencionales de generación y gestión de la energía.
Por lo anterior es necesario asegurar el desempeño operacional y ambiental, mediante soluciones de tratamiento de agua y de residuos específicas para los productores de electricidad, las cuales deberán cumplir con las normativas favoreciendo el crecimiento responsable.
Como ejemplo de las buenas prácticas que se han dado en el sector, hay dos ejemplos en especial, que podemos destacar:
- En una central de ciclo combinado en el norte de México, se tenía el reto de tomar el agua residual de la ciudad, convertirla en agua ultra pura y, además, no producir descarga de líquidos. Para resolverlo, primero se diseñó un proceso hídrico en el cual, mediante membranas de ultrafiltración, ósmosis inversa y electrodiálisis, se obtenía el agua con la calidad requerida. Después de ello, el agua de rechazo, resultante de esta primera parte del proceso, se trata con la tecnología ZLD (cero descargas líquidas) que genera un deshecho sólido, que es inocuo para el medioambiente.
- Otro ejemplo de eficiencia energética es el que se dio trabajando en conjunto con Sanofi, empresa líder en salud, que buscaba mejorar la eficiencia energética de sus plantas y aumentar el uso eficiente del agua para gestionar el impacto medioambiental de sus actividades industriales. Esto se consiguió a través de la modernización y aumento de la capacidad de la planta de tratamiento de aguas residuales en la fábrica bioquímica de Saint- Aubin-lès-Elbeuf (Seine-Maritime) y la construcción de una unidad de tratamiento de compuestos orgánicos volátiles y de recuperación energética en la fábrica de productos químicos de Sisteron (Alpes-de-Haute-Provence).
Estos dos proyectos clave, permitieron la optimización del funcionamiento de los sistemas de tratamiento del agua, los residuos y la eficiencia energética mientras se conservan los recursos hídricos.