¿Cómo surgieron las patronas?
Bueno, primeramente fue en el año de 1995 cuando dos de las hermanas escucharon el llamado. Yo sí creo que es un llamado porque no teníamos ni idea de lo que estaba sucediendo en los países de Centroamérica. Algo que nosotros desconocíamos, pues realmente no había mucho conocimiento de lo que sucedía en los países, ya que no nos involucrábamos.
Esa vez que ellas compartieron el pan y la leche con los hermanos migrantes, entre todas optamos por decir “bueno, es gente que necesita ayuda, apoyo y por lo tanto, vamos a solidarizarnos con ellos y vamos a hacer este apoyo voluntario”. Porque realmente es un apoyo voluntario de mujeres que volteamos la mirada hacia el tren, vimos a esas personas y nos llamó la atención muchísimo. El saber que ellos pedían comida y nunca los habíamos escuchado.
En ese momento, cuando nos llamaron y dijeron que querían comida, lo primero que nos llamó la atención fue su voz: no era el mismo acento y también decíamos “bueno y de dónde vendrán estas personas y por qué vienen en el tren”. Fueron muchas preguntas las cuales nos empezamos a hacer y a decir “hay que organizarnos y compartir lo que Dios nos dio a nosotras”. En ese tiempo, la canasta básica era barata, había más trabajo. Entonces nos organizamos y empezamos la primera porción, en la que se dieron 30 lonches. Después vimos que no nos alcanzó y teníamos que aumentar un poquito más, pues en ese tiempo el arroz, la tortilla y el frijol eran baratos, y podíamos compartir.
Empezamos a hacer esta labor y fue cuando en el 2007 unos chavos del Tec. de Monterrey fueron a hacer sus tesis a Centroamérica para conocer el flujo migratorio. Ellos venían grabando en La Bestia y ahí se percataron que nosotras estábamos ahí dando de comer. Les llamó la atención saber quiénes eran esas mujeres y por qué les daban de comer, se bajaron en Córdoba y vinieron a investigar por qué estábamos haciendo esto.
¿Hasta qué momento comenzaron a conocer la situación de los migrantes?
Nosotras, en este entonces, no teníamos idea de qué países eran. Solo dábamos de comer y hasta después, cuando hubo la manera de tener un acercamiento con ellos, fue cuando nos enteramos que venían de Centroamérica: eran de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua… Y ya sabíamos por qué viajaban así: porque no tenían trabajo, las oportunidades eran muy pocas y pues nosotros, en este tiempo, en nuestro estado, teníamos trabajo no solo para adultos sino también para nosotros los jóvenes y yo pensaba que la situación de Centroamérica no iba a suceder aquí en México.
Ignoraba que esto, así como venía arrastrando a Centroamérica, nos iba a tocar a nosotros como mexicanos. Hoy en día estamos subiendo a la frontera desde nuestras comunidades de origen. Nos está preocupando mucho la situación.
¿Cómo nació la idea de ayudar a los migrantes?
A veces nos cuesta mucho ayudar al otro porque siempre decimos “y yo cómo voy a ayudar al otro si no tengo”, pero cuando tú das lo poco que tienes la recompensa es mayor. Nosotros hasta ahorita tenemos 21 años dando de comer a los migrantes y nunca nos hemos quedado sin comida, gracias a Dios, ha habido mucho gente que se ha solidarizado, que ha visto a través de los documentales, a través de las notas, la televisión el trabajo que se realiza día a día, pero también el hecho de vayan a nuestra comunidad a compartir con los hermanos migrantes a que los conozcan. Porque muchas veces solamente somos buenos para criticar, pero no somos buenos para ayudar.
Yo creo que es lo que nos hace falta: voltear la mirada hacia la otra persona que muchas veces no está tan lejos, que está cerca de ti y que a veces nos cuesta decir “yo para qué voy a ayudar y a mí quién me va a ayudar” entonces ahí te das cuenta que el que ayuda siempre tiene una recompensa mayor, no solamente económica, también puede ser en salud.
Porque nosotros hemos tocado puertas y gracias a Dios se han abierto. Ha habido mucha gente que ha creído en nuestra labor y se ha solidarizado, pero, sobre todo, se ha vuelto más humana, que es lo que necesitamos: la gente ya no sea indiferente al dolor de los demás sino que se dé cuenta que no necesitamos tener dinero, tanto dinero, para hacer una ayuda. Solamente es disponibilidad. Es el decir “yo quiero ayudar”.
¿Pero cómo lo hago? Bueno, hay muchas maneras. No solamente con migrantes. Están los niños, los presos… yo creo que es importante que nos demos la tarea. Quizá hasta con tu vecino, con tu amigo. Creo que no necesitamos tener sino la disponibilidad de decir “yo quiero ayudar”.
¿Hay gente que no las apoya?
Muchas veces nos cuestionan y dicen “oye, pero también estás ayudando a los malos”, sí, pero esos malos (como muchos les dicen), yo digo bueno: tú tienes familia, te tocó estar en un seno donde te han dado lo que has querido y no lo has valorado. Peor cuántos no crecen en la calle y tienen que vivir a base de golpes, tienen que sufrir o ser hasta abusados.
Entonces yo no creo que debamos poner en quién es el bueno o quién es el malo. Si tú vas a ayudar, ayuda. Esa ayuda le puede hacer un cambio a una persona. Dice: “este no me conoce y no sabe si yo soy malo, pero me está ayudando”. Desde el momento en que se empieza a cuestionar, hay algo que ya se está moviendo, eso es lo más importante: que nos mueva algo. Porque si no, definitivamente no nos interesará lo que le pase a él, lo que le pase al otro.
¿Considera que hay indiferencia por parte de los mexicanos ante este fenómeno?
Yo creo que sí y nos debe interesar. Cuando tuvimos el problema de los 72 migrantes en San Fernando [asesinato, realizado en 2010, cometido por Los Zetas en contra de 58 hombres y 14 mujeres, los cuales en su mayoría eran migrantes de Centro y Sudamérica. Este acto fue conocido como La Primera Masacre en San Fernando], la mayoría de los defensores, que estamos en redes, alzamos, mandamos cartas y estuvimos unidos. La gente no nos hizo caso. No nos tomó en cuenta, pues eran migrantes, pero también había mexicanos ahí. No solamente eran migrantes, eran mexicanos.
De repente nos pasa lo de los 43 normalistas y todo el mundo voltea a ver la mirada así, pero por qué esperamos a que nos pasara esto cuando pudimos haberlo evitado, cuando pudimos habernos unido y haber dicho “bueno, es que esto no debe suceder”.
Ahora, también tenemos el problema de los desparecidos que es mucho el tema de migrantes centroamericanos, pero también tenemos muchos mexicanos y yo creo que eso es algo que todos debemos compartir. Porque el dolor de una madre es el dolor de nosotras también porque somos madres y tenemos hijos.
Creo que eso es algo que nosotros lo hemos estado viendo como grupo y como mujeres, como madres. Hemos tratado de ser conscientes, pero sobre todo ser más humanas. Que nos importe lo que le suceda a aquel o aquella. No seamos “no pues esto no me interesa a mí, no es mi problema”. Es tu problema también porque estás aquí y lo conoces porque está en tu entorno.
Es importante sumarnos y no esperar a que te digan hazlo sino que nazca de ti porque algún día formarás familia. O también un hermano migra y muchos de ellos mueren en el intento, muchas veces desaparecen. Creo que esto es algo de lo que uno debe ser consciente de la situación que estamos viviendo. Somos indiferentes al dolor de los demás. Hay que sumarnos y hacer equipos con los demás.