¿Qué ha aportado la Oficina Regional de la OIT en América Latina y el Caribe desde su creación?
En América Latina y el Caribe, la OIT ha desempeñado un papel político relevante en respaldo a los procesos de democratización en una época en la cual en la región predominaron las dictaduras, así como en los procesos de pacificación que se realizaron en países como Guatemala y El Salvador. Ha sido defensora de los derechos de los trabajadores y de los empleadores a la libertad de asociación y ha participado del nacimiento y fortalecimiento de organizaciones fundamentales para avanzar en el diálogo social. También ha apoyado a los países en la promulgación de sus leyes laborales y ha acompañado el surgimiento de una institucionalidad encabezada por los Ministerios del Trabajo y que incluye instituciones de seguridad social, de formación profesional, de lucha contra el trabajo infantil y de promoción de la equidad de género, entre otras.
¿Cuándo decidió la OIT que era importante tener una representación en la región?
La presencia de la OIT en la región tiene larga data. La primera reunión regional realizada por la Organización, en 1936, tuvo lugar en Chile, en una época en que sentían las repercusiones de una gran depresión económica, mientras en esta región había en marcha importantes transformaciones laborales. La decisión de realizar esa primera reunión también tuvo que ver con el interés por acercar más la OIT a la región de las Américas. El objetivo del encuentro fue estudiar principalmente la aplicación de los instrumentos internacionales relativos a los seguros sociales y a las condiciones de trabajo de las mujeres.
La segunda conferencia regional de la OIT, en 1939, se realizó en La Habana, Cuba. La Oficina Regional que dirijo tiene su sede en Lima, y fue establecida en 1968. Aunque el mundo ha progresado mucho en los últimos 100 años, es evidente que aún hay un camino importante por recorrer, y que la propia evolución de nuestras sociedades plantea nuevos desafíos. Es el caso de la persistencia de la pobreza, junto a retos como la necesidad de lograr una globalización más equitativa y un desarrollo sostenible.
La crisis financiera internacional está teniendo grandes repercusiones a nivel laboral, ¿cómo está actuando la OIT a nivel global?
La OIT ha sido muy activa en su respuesta a la situación de crisis financiera internacional que ha golpeado severamente el mundo del trabajo. La Organización ha insistido en la necesidad de colocar el empleo en el centro de las políticas macroeconómicas y ha desplegado un abanico de actividades. Como participante activa de las reuniones del G20, la OIT ha contribuido a colocar el tema del trabajo en este foro, que en su última Cumbre en México declaró su compromiso para promover el crecimiento y el empleo, y afirmó que el empleo de calidad forma parte medular de las políticas macroeconómicas, pues contribuye a un crecimiento más estable, mejora la inclusión social y reduce la pobreza.
¿Y cuáles son las actuaciones en el ámbito de América Latina y el Caribe?
Desde la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, en particular, hemos definido algunos temas prioritarios para nuestro trabajo durante los próximos meses. Por ejemplo, el de la libertad sindical y la negociación colectiva, que está relacionado con la libertad de asociación de trabajadores y empleadores; el de la promoción de las empresas sostenibles, que son un pilar para la generación de empleo y esenciales para avanzar hacia un desarrollo más armónico e inclusivo; el de la administración del trabajo y la legislación laboral que es clave para medir la calidad del empleo y las condiciones laborales; el del empleo para la juventud, un desafío que implica ofrecer más y mejores oportunidades para una generación que comienza a transitar el camino de su vida laboral; el aumento de la cobertura de protección social, en especial a través de la iniciativa del piso de protección social que tiene como objetivo una cobertura universal; la promoción de medidas para mejorar la salud y seguridad en el trabajo, un tema de permanente atención para la OIT y que plantea importantes retos para la región, en especial en sectores en auge en algunos países como la construcción y la minería; y las estrategias que apunten directamente a avanzar frente a los temas de pobreza, desigualdad, género e informalidad.
Creemos que América Latina y el Caribe están pasando por un momento de oportunidades. Ha habido un crecimiento económico sostenido que, si bien se ha moderado, continuará en 2013, según previsiones de organismos especializados. La tasa de desempleo urbano regional, del 6,7 %, es la más baja registrada desde comienzos de los 90. Sin embargo hay desafíos persistentes, como la informalidad, el aumento en la cobertura de
la seguridad social o las oportunidades para los jóvenes, que requieren de políticas específicas para abordarlos.
En general, ¿cómo ha avanzado la región en materia de RSE y sostenibilidad en los últimos años y cómo valoran su situación actual?
La región ha experimentado avances. Al margen de la mayor o menor ambición de los programas de RSE en curso, de su diferente naturaleza, orientación o metodología, es evidente que hay una creciente conciencia por parte de los empresarios sobre la importancia de contribuir a enfrentar desafíos sociales de una región que tiene problemas persistentes de pobreza y desigualdad.
La RSE es sin duda un aporte en este ámbito. No obstante, la RSE se desarrolla con mayor intensidad en empresas de tamaño medio y grande, y normalmente no alcanza a las empresas de menor tamaño ni a las informales. La RSE también se complementa con esfuerzos para tener un desarrollo más sostenible a través de acciones para contribuir a la conservación del medio ambiente y la generación de empleos verdes, sobre los cuales ha desarrollado un amplio programa.