¿Cuál es su plan de RSE?
La empresa se funda para probar que es posible hacer negocios de una manera sustentable, nacimos con este ADN y este objetivo. Con esto en mente, la empresa, así como todos sus programas, está sumamente alineada a la filosofía de ser una empresa sustentable. Metafóricamente hablando, nosotros entendemos la sustentabilidad como una cuenta corriente en un banco, la estructura superficial del planeta básicamente es eso, una cuenta corriente que genera intereses y en la medida en que logras vivir con esos intereses el planeta los logra regenerar en un año. Si consumes más de lo que el planeta es capaz de regenerar, estás agotando tu capital. Entonces la idea de es…¿cómo logras vivir con el capital primario que tú ocupas, ya sea social o medioambiental, en los lugares donde operas”.
Desde esta perspectiva, planteamos la RSE a dos niveles: el primer nivel, y que es algo que toda empresa debería hacer, está focalizado en mitigar los impactos de nuestra cadena de valores en el medio ambiente y la sociedad. Esto significa que identificar todos los impactos y pensar en cómo internalizarlos. La idea es identificar n riesgo, tomarlo, manejarlo y lo transparentarlo, es decir, certificarlos para poder comunicar de forma objetiva. Por eso también es necesario que haya un auditor o agente de la sociedad civil que forme parte de este proceso y que avale lo que estás haciendo y dices que haces.
El segundo nivel va más allá. La mayoría de las empresas empiezan con programas de RSE tratando de hacer el bien cuando su negocio hace daño. Por eso, hay que cumplir este orden: identificar y mitigar impactos y después implantar un programa de RSE. Primero hay que tienes que asegurarte de que tu negocio y lo que haces en el día a día no haga daño, y después haces el bien. Si no, estás frente a una paradoja. A mí me sorprende la cantidad de respuesta mediática de empresas que claramente hacen daño en su negocio pero luego hacen cosas lindas. Eso para mí es una irresponsabilidad de la empresa y también de los medios que lo informan y comentan.
En Masisa, en este segundo nivel, tenemos una serie de programas orientados a cómo tu cadena de valor genera un impacto positivo social y medioambiental. Nuestra intención es justamente alinear nuestra estrategia a generar valor social y medioambiental. Nosotros somos una organización con fines de lucro pero también tenemos fundaciones asociadas, y una porción del lucro que generamos se devuelve a la sociedad a través de las fundaciones por las que apostamos. Esto quiere decir que en tu generación de riqueza tienes una misión: no hacer daño y, además, hacer bien.
¿Qué proyectos tienen en marcha en lo medioambiental?
Tenemos planes en lo medioambiental muy ambiciosos respectos a cambiar la dinámica forestal de México. La mayoría de las industriales forestales en México está sustentada en el bosque nativo, no en plantaciones. Por eso, en el país se desforesta entre un 1.5% y 3% por año. Entonces, nos encontramos con casos en los que tienes 56 millones de hectáreas de bosque nativo que genera 6 millones de metros cúbicos de producto maderable y el país es tan deficitario que tiene que importar el 70% de lo que consume porque ese modelo de producción y consumo es completamente insustentable.
En el caso de Masisa, el modelo que ha funcionado en los países que operamos y en el que creemos es el de las plantaciones sustentables certificadas junto con el bosque nativo para conservar. El bosque nativo se puede utilizar hasta cierto nivel pero más allá, solo debería utilizarse para conservar. Chile por ejemplo tiene 17 millones de hectáreas de bosque, conserva 14 y utiliza 3. Esos tres millones generan 50 millones de metros cúbicos productos maderables. En México, por el contrario, el bosque nativo de 50 millones de hectáreas genera tan solo 6 millones de metros cúbicos.
Nuestra idea es implementar un programa de plantaciones en México que permita ser competitivos en la producción forestal de manera que ese arbolito de la plantación sea tan competitivo y económico que sea un desincentivo cortar un bosque nativo. Y por otra parte, esto permite balancear tu cartera económica de importaciones porque puedes reemplazar importaciones con producción local.
¿Qué acciones toman para incentivar este modelo?
Hoy día tenemos un plan de plantaciones pilotos en Durango. Es un plan de 1.300 hectáreas y básicamente es un experimento. Plantamos diferentes tipos de especies y de suelos, identificamos cuáles son las que funcionan y después, en terrenos ya degradados, las plantamos. La idea es identificar cual es la tecnología que mejor se adapta a esas condiciones para tener una plantación sustentable. Y nosotros ya tenemos un plan que podría llegar a 100 mil hectáreas en conjunto con el estado de Durango.
Por otra parte, mientras desarrollamos esto también trabajamos en conjunto con los ejidos en Durango, Chihuahua, Michoacán y en el estado de México y para abastecer nuestras plantas industriales y nos aseguramos que estén certificados y que esa certificación sea sustentable y que la manera de manejar su activo forestal sea la más eficiente y sustentable y lo mejor para las comunidades.
A nivel de mitigar impactos estamos haciendo miles de cosas, desde generar un proceso que nos lleve a generar cero desechos, a mitigar nuestra generación de CO2, de hecho la empresa como un todo es CO2 positivo porque los bosques capturan más CO2 que lo que la empresa genera. Pero yo te diría que ya el mundo debe moverse un poco más alla de todo eso aunque sea muy relevante. La empresa hoy día por todas estas acciones nos hemos obtenidos diferentes reconocimientos locales e internacionales, entre los que se encuentra el del Cemefi de empresa socialmente responsable.
¿Y en lo social?
En lo social tenemos una estrategia que va más allá de ser únicamente empresa que cumple con lo mínimo establecido por ley. Así, como empresa que cumple hemos sacado los premios de mejores empleadores, tenemos un clima laboral extraordinario que medimos dos veces al año, estamos pasando ahora por certificaciones en temas de salud y seguridad y para ir un pasito más allá tenemos un programa único a nivel de las Américas. Se trata de un programa de vinculación con nuestro principal cliente que son mueblistas y carpinteros.
En México hay alrededor de 80.000 carpinteros mueblistas, de los cuales la mayoría son pymes y nosotros hemos pasado por un programa de capacitarlos. Ya hemos capacitado 8.500 en México y ahora queremos llegar al máximo posible. Es un programa que hacemos con gobierno y ONG y además también creamos la REDEME, una red de fidelizacion y de capacitación con los carpinteros mueblistas, donde nos vinculamos de manera constante. A parte de las capacitaciones, ellos reciben información, material, servicios y les ayudamos a formalizarse, etc. La reputación de los mueblistas y los carpinteros debe de ser mejorada y parte de esto pasa por la capacitación, la formación, la profesionalización y asegurarse de cumplen con un cierto estándar. Esta es un poco nuestra estrategia de RSE.
¿Para donde crees que va y para donde crees que debería ir México en materia de RSE?
De manera ideal, la respuesta sin lugar a dudas debería ser que tenemos que ir a la innovación sustentable. Pero todavía nos queda tanto camino que decir eso sería demasiado. Si todavía la mayoría de las empresas no se preocupan de los daños que generan su propia cadena de valor…aún no podemos hablar de innovación. Primero hay que mejorar las necesidades sociales y medioambientales del país. Y parte de esta situación es sistémica, si hablas con la mayoría de directivos de estas empresas, están dispuestos a apostar por la sustentabilidad pero los incentivos no están ahí para hacerlo y ese es el problema.
¿Cuáles son los incentivos para hacer lo correcto que tienen las empresas? Hay pocos. Hoy día los incentivos están para hacer lo mínimo, para cumplir con las regulaciones. Y si se da el caso de que la inversión para cumplir con las certificaciones no es positiva, hay empresarios que prefieren pagar la multa. Estas son las reglas del juego. Y por eso, parte de esta situación sistemática pasa por cambiar las reglas del juego, que es precisamente lo que intenta Masisa.
Nos hemos dado cuenta de que un consumidor todavía está lejos de preferir un producto porque sea sustentable. Entonces para nosotros el tema es si apostamos por la sustentabilidad a pesar de que pueda suponer un coste elevado y no tenga un pay-back esperado. Si apostar por la sustentabilidad te va a generar una desventaja competitiva porque la competencia no apuesta por la RSE y tus clientes no lo valoran, entonces, en estos casos, lo que nos encanta que nos regulen. Mientras más alta sean las regulaciones, lo que harás es emparejar la competencia. Por eso queremos que la regulación sea más existente, porque nos pone a todos en el mismo nivel.
¿De quién crees que es responsabilidad que esto pase? ¿Del gobierno o del interior de la empresa?
Tiene que ser de ambos. Si tú le garantizas a un industrial que la inversión en sustentabilidad no lo va a dejar en una desventaja, probablemente la va a hacer con mucha más facilidad que si no fuera así. Y ahí es donde las mismas cámaras industriales pueden proponer hacer un acuerdo para ir al gobierno y hacer que existan las regulaciones y además e la impones a la competencia local e institucional.
La manera de pensar prevalente hoy es “negocio, negocio y más negocio, y tu RSE se cumple cumpliendo con las leyes locales e internacionales y generando empleo y pagando impuestos”. Pero el incentivo está en hacer lo mismo, las empresas no van más allá de la ley porque esto supone un sobrecosto. El problema es que la ley sigue el daño; entonces, siempre es tarde porque cuando cambie la ley, ya se generó un daño primero. Así, el incentivo no está en hacer ninguna acción preventiva.
Otra visión de la empresa es que la empresa está ahí para solucionar problemas sociales y medioambientales generando valor económico en el proceso. Para ello hay que cambiar por completo porque en este caso el incentivo es hacer lo máximo y a través de eso, generar valor. Con esta mentalidad es que nosotros nos acercamos a la sustentabilidad. En este sentido, para nosotros el tema de la RSE se queda muy corto porque primero hay que ser responsable de los impactos de tu negocio, pero la mayoría de las empresas esto lo toman como hacer lo mínimo para cumplir las leyes que identifica ese impacto. Es decir, esperan que la ley les diga qué impacto generan y en base a esto, deciden qué hacer. Esto es muy diferente respecto a la visión de identificar uno mismo los impactos que genera independientemente de si la ley lo identifica o no.
Hace más de diez años, nosotros fuimos los primeros en obtener las certificaciones FCC en todas nuestras plantaciones, y cuando lo hacíamos nuestra competencia nos miraba como si fuéramos locos, pero hoy en día ya es normal que las empresas tengan certificaciones.
Por otra parte, muchas de estas problemáticas la empresa no las puede resolver sola. Necesita de la sociedad civil, del gobierno, de la academia y de otras empresas. Cuando una empresa tiene este concepto de negocio sustentable y negocio para generar impacto positivo, mientras más grande sea la empresa, más potencial de impacto tiene. No se trata de crecer por crecer para generar más plata sino para generar un impacto mayor.
Nuestra intención acá es ser líder porque este liderazgo nos permite que, por ejemplo, nuestra agenda en una cámara o asociación se escuche. La cosa está en hacer difusión y comunicar lo que haces, pero no solo hacerlo tú mismo, sino que lo hagan los otros por ti. Cuando otros hablan de ti es cuando mejor funciona.
Si no dices lo que haces…¿no existes?
El tema de la RSE se ha desvirtuado en nuestra sociedad porque se comunica y se difunde mucho la RSE pero pocas empresas actúan. Todo lo que hacemos y producimos en Masisa viene con esta filosofía detrás. También cometemos errores pero si nos damos cuenta, los corregimos. Si algo está generando un impacto negativo es porque el diseño de tu proceso está raro. Por eso, cada vez que nos enfocamos en un problema, la oportunidad para solucionarlo, desarrollarlo y mejorar, es grandiosa.
Por ejemplo, hace dos años nos dedicamos a ver el tema de los residuos que generamos. Solo la planta de Durango generaba 54 toneladas de residuos por mes, nos pusimos a estudiar cómo transformar estos residuos en algo que pudiera utilizarse en otro proceso o eliminarlo por completo, hicimos una serie de programas y en seis meses pasamos de las 54 toneladas a las 14, y ahora ya vamos encaminados a generar cero residuos. Pero estas oportunidades solo las ves cuando tienes la intención detrás.
¿Y cómo nació la intención?
Yo creo que parte de esto viene subsidiado en el sentido de que el dueño de la empresa viene y te dice que ésta es la manera en la que quiere operar y hacer su negocio, siguiendo estos principios de sustentabilidad.
Si quieres hacer un impacto y ser rentable, tienes que focalizar mucho. Entonces hay veces en que por esta filosofía, a pesar de tener infinidad de organizaciones que quieren trabajar con nosotros, tenemos que ser selectivos para poder ser rentables. Tienes que focalizarte en quien eres porque esto te permite generar un círculo virtuoso en tu cadena de valor. Así, mientras más riqueza generamos haciéndolo de esta manera, más recursos tienen las fundaciones nuestras para ayudar.
Nos hemos dado cuenta que la manera de hacerlo bien es quedándote dentro de tu core, de tu cadena de valor y sin tratar de salirte. El problema cuando tienes al gerente de RSE hablando de esto es que normalmente la sustentabilidad está separada de la estrategia de negocio. Si no viene de la dirección general, no es parte de la estrategia de negocio, y si el director general no es capaz de hablarte de estos temas, la RSE no viene de ahí.
En México, yo creo que las ganas de apostar por la sustentabilidad y la RSE están, pero hay desconocimiento y falta de incentivo. Además, los usos y costumbres de cómo hacer negocio están muy arraigados. En la medida en que podamos educar, transformar y poner los incentivos correctos, podremos cambiarlo. Pero este cambio no puede hacerlo una sola persona o empresa, se trata de un cambio en el que se tiene que implicar el sistema de instituciones.