Desde 1997, en Endeavor hemos sido testigos de que las soluciones a largo plazo –que implican ‘enseñar a pescar’– son claramente más eficientes para combatir la pobreza. Pero también hemos aprendido del compromiso que varios actores de la sociedad tienen que adoptar para lograrlas.
Para ilustrar un ejemplo, a través de estrategias de “mentoring” en que los emprendedores seleccionados reciben consejos y puntos de vista de los empresarios y directivos más reconocidos del país, Endeavor impulsa la transmisión de conocimiento y experiencia para fortalecer el crecimiento de pymes y lograr que sobrevivan los dos años de vida que se les auguran, según las estadísticas actuales.
En este escenario observamos un compromiso de tres jugadores distintos: primero, de los empresarios y directivos que comparten su conocimiento y consejos; segundo, de los emprendedores que los reciben y deciden o no poner en práctica; y, finalmente, de Endeavor como plataforma facilitadora de esta interacción. Si alguno de los tres eslabones en esta cadena se rompe o se aparta, la interacción se vuelve imposible.
La manera en que operamos en Endeavor nos permite identificar el grado de responsabilidad de estos tres jugadores, por lo que ellos, conscientes de que sus acciones tienen consecuencias para los “stakeholders” de su entorno –los accionistas, proveedores, clientes y empleados que articulan a cada uno– reiteran su compromiso constantemente.
Por eso el esquema de Endeavor funciona y se ha logrado replicar en economías emergentes alrededor del mundo: con la dirección necesaria, los emprendedores crecen, fortalecen e institucionalizan sus empresas y de esta manera garantizan la permanencia, calidad e incremento de fuentes de empleo.
Trasladando este ejemplo al panorama general de México, si la filosofía empresarial en general continúa esforzándose en asegurar fuentes seguras de ingreso –a no ver a los empleados simplemente como un gasto, sino preocuparse por sus condiciones y beneficios laborales– miles de trabajadores comprometidos con su empleo pueden seguir contribuyendo a fortalecer el sistema financiero del que derivan impuestos y dinamismo económico.
Es decir, contribuyen a un beneficio más allá de ellos mismos y de la empresa donde laboran.
Empresas sanas no deberían cohabitar en comunidades enfermas donde la cadena de compromiso se vea mermada por intereses particulares, impidiendo así la concatenación de factores que contribuyen no sólo a combatir pobreza sino a generar riqueza, conceptos distintos pero confundidos con frecuencia.
En resumen, combatir o no la pobreza depende del trabajo conjunto que realizan los actores de la sociedad. En Endeavor seleccionamos emprendedores –uno de los actores clave para detonar empresas– que, comprometidos con la responsabilidad que conllevan sus acciones, contribuyen a combatir pobreza a través de la generación de riqueza.
Hemos confirmado que en el país hay muchos emprendedores que impulsan esta forma de actuar desde sus puestos directivos en las empresas que fundaron o impulsaron. Ellos nos han dejado ver que la clave de la responsabilidad –sea individual, social, empresarial o conjunta– radica en la consciencia que se tenga de sus decisiones y las consecuencias de estas; y, como nos dejan ver los resultados, en el caso de vincular la Responsabilidad Social Empresarial con combate a la pobreza, este último esfuerzo es consecuencia natural del primero.