Maximizar el talento significa identificar lo mejor de nuestros empleados (sus virtudes, competencias y aptitudes) y potenciarlo, para así lograr la consecución de los objetivos trazados.
No es coincidencia que, al hablar de aquellos que colaboran en las organizaciones, se utilice el término ‘capital humano’. Y, si se considera que el individuo es el activo más importante de la empresa, entonces uno de los ámbitos prioritarios por cuidar es la cultura organizacional.
Es común escuchar a varias empresas declarar que el capital humano es el activo más importante; sin embargo, hay ocasiones en que esta aseveración parece más un doble discurso que un compromiso real con los colaboradores: escuchamos a muchos pregonar los conceptos, pero no actuar en consecuencia. ¿Por dónde debemos empezar, si realmente queremos generar un cambio en nuestras organizaciones?
Para desarrollar y fortalecer la cultura corporativa, es necesario volver al origen: la filosofía de nuestra empresa. ¿Qué declaran nuestra misión, visión, y valores? ¿Practicamos estos conceptos diariamente, o sólo cuelgan de alguna pared? ¿Cada colaborador los ha hecho suyos? ¿Qué hay de los dueños y directivos? Recordemos que el empleado aprende del ejemplo. Asimismo, debemos replantear los principios que promovemos, asegurándonos de que éstos se ajusten a un código de ética, mismo que dotará de congruencia a la visión, la misión y la razón de ser de nuestra compañía. ¿Cuáles son los dos grandes beneficios de una gran cultura corporativa? Por un lado, que vuelva a la compañía como un lugar muy atractivo para profesionistas talentosos y experimentados; por el otro, que es capaz de recibir talento joven y desarrollarlo.
Aunque el tema de construir una ‘cantera’ (o, en otras palabras, un semillero de talento) es una inversión que toma su tiempo, es muy importante que la compañía siempre tenga esta idea entre sus principales objetivos. Recordemos que los jóvenes de hoy ocuparán los puestos clave el día de mañana.
Por otro lado, cuando no hay talento disponible para ocupar un puesto clave (quizá el sustituto na-tural aún no está preparado, o quizá no hay nadie dentro de la empresa con un perfil adecuado), es momento de sumar talento ‘ya hecho’: gente con experiencia, que labora en alguna otra compañía, y cuya presencia ayudará a acelerar nuestro nivel de competitividad. ¿Por qué un profesionista exitoso querría dejar el trabajo que ya tiene, uno donde ya se le reconoce? Es muy probable que sólo lo haría por una empresa que le diera una mejor oportunidad de maximizar sus habilidades, de potenciar su carrera.
No olvidemos también la importancia del reconocimiento. Y para reconocer, se necesita evaluar. Evaluar, para verificar que estemos alineados con los objetivos planteados; para asegurarnos de que las competencias requeridas y el perfil solicitado sean los adecuados; y para reconocer a quien está haciendo las cosas bien. Hablando de reconocimientos, quisiera aprovechar este espacio para felicitar a los niños y a las mujeres, en este bimestre en el que se festejan sus respectivos días, y quienes son parte de la gente que mueve y moverá a este país en el futuro.