Entendemos como grupo marginal a aquellos que, por razones diversas, viven en condiciones no aptas para el desarrollo pleno de sus capacidades, lo que les impide aprovechar la estructura de oportunidades, si es que existe, e integrarse socialmente.
¿De qué manera podemos construir sociedades letradas si muchas veces las personas no son capaces de vincular lo que se aprende en la escuela con la vida cotidiana? Si formamos ciudadanos que conozcan sus derechos y que sean garantes de los derechos de las demás personas; si logramos que los niños y jóvenes permanezcan en las escuelas por más años; si logramos que los adultos vean a la escuela como el centro de la comunidad. La única manera de encarar los retos a los que se enfrentan nuestras sociedades es formando en igualdad, en respeto y en democracia.
Para educar a un sólo niño o joven es necesaria la participación de toda la comunidad, de manera corresponsable. Es necesaria la colaboración de todos los actores sociales, de gobierno y de la escuela misma para lograr esta utopía.
En el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL), se busca coordinar los esfuerzos desde instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización de Estados Americanos (OEA) y también a partir de propuestas nacionales como los Consejos Escolares de Participación Social en la Educación (CONAPASE) de la Secretaría de Educación Pública de México (SEP), entre otras, para hacer que las escuelas se conviertan en el corazón de las comunidades.
Como parte de la vocación de esta institución con más de 60 años de formar educadores y pensar la educación de personas jóvenes y adultas, se ha implementado el programa piloto “Aprendizajes en Familia”, que busca no sólo una educación multi-generacional, sino que la educación impacte directamente a las comunidades a través de la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, mediante la gestión de convenios entre las diversas instituciones que se involucran directamente con el tema educativo y de desarrollo social.
Finalmente, el programa llega a la célula más cercana en la que el niño se desenvuelve: la familia. El programa busca que los padres compartan sus saberes con la comunidad escolar, pero también forma a los adultos y los impulsa a que concluyan sus estudios para que de esta manera, los niños eleven su rendimiento académico.
Con el apoyo y la solidaridad de todos los actores sociales, gubernamentales e internacionales, son posibles las utopías. No debemos perderlas de vista si queremos que nuestras sociedades se conformen como una amalgama multicultural, equitativa, justa y democrática que se requiere con urgencia para que los ciudadanos de nuestra América tengan una mejor calidad de vida.