De acuerdo con estudios presentados por varios especialistas en la materia, la mayoría de los municipios en el país tienen un índice importante de marginalidad. Sin embargo, en los municipios de vocación turística este índice se reduce de manera considerable. Prueba de ello es que el municipio de Benito Juárez en Cancún, Quintana Roo, tiene el segundo ingreso per cápita más importante del país, solo detrás del municipio industrial de Garza García, en el estado de Nuevo León.
Este crecimiento es solo comprensible si va acompañado de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la Sustentabilidad.
La gran mayoría de los desarrolladores del sector han aprendido a disminuir sus consumos, a reutilizar y reaprovechar, a manejar correctamente sus desperdicios, inclusive a aprovechar los mismos para generar energía u otras materias primas, a cuidar el medio ambiente, a mejorarlo, a impactar positivamente tanto en la flora como en la fauna y en sus recursos hídricos, y han aprendido incluso a producir algunos de sus propios insumos.
En la parte social, han aprendido a desarrollar mejor al personal, a otorgarles una mayor preparación no solo a ellos sino a sus familias, a darles mejores condiciones de vida, a instruirlos mejor no solo en lo laboral sino en lo personal y familiar, a darles más actividades de esparcimiento, a mejorar inclusive su colonia o comunidad y, muy importante, a brindar ayuda correcta y oportuna en casos de desastres naturales.
Por último, han aprendido también que es importante fomentar el desarrollo regional a través de la compra de productos locales, de desarrollar una cadena de valor alrededor de la localidad, de producir insumos de manera regional y a generar bienestar en la comunidad donde pertenecen.
Todo esto lo han hecho a través de formar fundaciones, escuelas, centros de servicio, centros de enseñanza y capacitación, centros de distribución, asilos, clubes deportivos, centros terapéuticos, granjas, sembradíos, ganaderías y más.
Anteriormente, se pensaba que todo el gasto o inversión que esto representaba se podía reflejar directamente en la tarifa de alojamiento, ya que los clientes o turistas estaban dispuestos a pagar una sobre-tarifa si se demostraba que el hotel o desarrollo turístico aplicaba estas prácticas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad. Ahora, sin embargo, esto ya no se ve desde el punto de vista de la tarifa, sino que es una obligación y responsabilidad que todos los prestadores de servicios turísticos deben cumplir si desean te-ner clientes o turistas que los visiten. En pocas palabras, es algo que se da por sentado y que ya no se concibe el que una empresa del sector no realice estas prácticas.
Finalmente, en la estadística de 2012, el 42% de los desarrollos afiliados a cualquiera de las certificadoras internacionales tales como Earthcheck, Rainforest Alliance o MARTI (Meso American Reef Tourism Initiative) tenían en su lista de hoteles certificados a complejos o desarrollos pertenecientes al sector de la propiedad vacacional. No se concibe un futuro promisorio si no se conjuga el desarrollo económico junto con el social y ecológico.